Mónica Ritacca
La madrugada del 9 de enero, Héctor Ferreyra, un vecino de Campo del Medio fue sorprendido en su casa por los prófugos. Luego de atarlo, se llevaron su camioneta.
Mónica Ritacca
“Ahí está. Esa es la camioneta Toyota blanca que se habían llevado. Las ópticas están rotas, al igual que el paragolpes... Los rayones que tiene adentro son por las armas que llevaban”. La frase es de Héctor Ferreyra, el vecino de Campo del Medio que fue tomado de rehén junto con su esposa en la madrugada en que los hermanos Lanatta y Schillaci volcaron la camioneta Amarok blanca —ploteada de manera casera con la inscripción Gendarmería— de un ingeniero agrónomo residente en nuestra ciudad y a quien habían tomado de rehén en su departamento del macrocentro.
Campo del Medio es una colonia ubicada entre Cayastá y Helvecia. Es una zona donde todos los pobladores se conocen, aunque entre una casa y otra hay distancias abismales. Calles arenosas, árboles imponentes y animales caracterizan a este lugar de la costa santafesina.
La casa de Ferreyra es sencilla. Si bien no era la más próxima respecto del lugar donde habían dejado abandonada la Amarok que habían volcado, tenía lo que buscaban: otra camioneta.
“Estábamos durmiendo con mi señora. Nos habíamos acostado tarde porque habíamos mirado por televisión el festival de Jesús María. A eso de la 1.30 de la madrugada, escuchamos un ruido tremendo. Nos habían tumbado la puerta. Inmediatamente alguien me apunta y me pide la llave de la camioneta. Era Martín Lanatta”, recuerda Ferreyra. Y agrega: “Yo veía en la televisión que estos tres hombres eran los más buscados del país y de repente despertarme y tenerlos delante de mis ojos fue terrible. Sentí miedo”.
A oscuras, porque los prófugos estaban siendo perseguidos por la zona y no querían levantar sospechas, le dijeron a Ferreyra y su mujer que se tiren al piso. Los ataron y allí permanecieron por algunos minutos, que para ellos significaron horas.
“Martín Lanatta me salvó. Los otros dos le decían que me matara para que no hable a la policía. Me acuerdo que me dijo ‘no voy a dejar que te maten’. Estaban lastimados, violentos y desesperados porque la policía andaba cerca. También con sed porque sacaron unos jugos de la heladera. Es mentira que comieron, como salió en varios lados”, contó.
Cuando se fueron, con la camioneta Toyota blanca, Ferreyra y su mujer estuvieron como una hora para desatarse. Cuando lo lograron, él se fue hasta la comisaría para contar lo sucedido en otro vehículo que había en su propiedad.
Consultado sobre qué llevaban, el hombre advirtió que le vio a Martín Lanatta unos dólares en el bolsillo y vestía ropa de gendarme que luego reemplazó por una camisa suya. “Después se la llevó la policía. Pero tenía una camisa como esas que usan los gendarmes. Ví los dólares porque en un momento me preguntó cuánto me debían por los jugos, a lo que yo respondí que nada porque solo quería que se vayan, y entonces me tiró 20 pesos que aún tengo guardados de recuerdo”.
El temor queda
A sus 64 años, Ferreyra, que se dedica a la cría de animales, dice que pudo recuperarse de lo que le tocó vivir un año atrás. No así su esposa, que aún vive asustada y cierra la casa cuando él no está. De todas maneras reconoce que cualquier ruido fuerte, en un lugar donde solamente se escucha el canto de los pájaros, lo asusta y le hace recordar lo vivido en 2016. “Los primeros días fueron jodidos. Escuchaba un ruidito, que capaz era el perro, y me asustaba. Hoy ya estoy mejor en ese sentido”, señala. Y agrega: “Lo anecdótico es que tengo una hermana que vive en Santo Tomé y tiene un almacén y yo siempre le decía ‘cuidate de los asaltos’ y me vienen a agarrar a mí, en Campo del Medio, los tres hombres más buscados del país”.
A la fecha, Héctor Ferreyra jamás declaró. Tampoco cobró ninguna recompensa y dice que nadie se hizo cargo de los arreglos su camioneta.
Postales de hoy
Calle muda. Así llaman los vecinos de Campo del Medio al lugar donde los evadidos volcaron la camioneta Amarok del ingeniero agrónomo. “Seguramente venían a alta velocidad y se encontraron con una calle que se corta repentinamente. Iban sin luces, a lo que hay que agregarle el estado de los caminos por las inundaciones de aquel entonces”, contaron los lugareños.
Cayastá, el pueblo que te atrapa. La triple fuga llevó a Cayastá a la fama y dio lugar al merchandising. Tazas, remeras y mates pueden encontrarse aún hoy en una estación de servicio con la leyenda “Cayastá el pueblo que te atrapa”. También benefició al turismo, ya que muchas personas van de visita y se sacan fotos en lugares donde estuvieron los hermanos Lanatta y Schillaci.