Hombre o mujer, joven, adulto o viejo, el voluntario debe reunir aptitudes, características, actitudes, motivaciones y valores básicos que le permitan realizar su cometido; además de las tareas que se le encomienden con la suficiencia necesaria que requieren las personas con que va a trabajar y la importancia de los problemas que deberá afrontar, señalaron desde el Hospice La Piedad.
En ese sentido, destacaron las condiciones físicas, morales y psicológicas sanas que le permitan dedicar sus mejores esfuerzos al servicio voluntario, como así también “la disponibilidad de tiempo para dedicarlo a las labores del voluntariado, formación humana básica que le permita desenvolverse apropiadamente en su medio social y cultural”.
“Además de la disposición para formarse en el servicio del voluntariado, en los diferentes niveles, las actitudes tienen que ver con la disposición general de la persona para el servicio. Amor, respeto y aceptación del otro sin discriminación y discreción sobre los asuntos que tenga conocimiento durante el servicio.
“Cumplir los compromisos adquiridos, trabajar en equipo, considerar como confidencial toda información a que tenga acceso en el cumplimiento de sus tareas como voluntario son premisas fundamentales”, manifestaron.