Jugar rodeados de naturaleza. Los clubes y sitios de esparcimiento existentes en la zona son privados. Los niños deben conformarse con jugar en la calle o en la costa. Se calcula que viven casi cien familias en este barrio y que cada una tiene unos cuatro chicos. A pesar de que en su mayoría son tranquilos, los vecinos reconocen que la introducción de la droga al barrio pone en serio peligro a muchos de ellos.
Casas lacustres. En un sector del barrio hay siete viviendas que llaman la atención. Originariamente estaban a una distancia considerable del suelo y sostenidas por unos pilotes. Se construyeron como una prueba contra las inundaciones durante la intendencia de Horacio Rosatti. El proyecto completo, que contemplaba la construcción de más casas y unos paneles flotantes para no quedar aislados, se ejecutó a medias y dio lugar a que los propios vecinos edificaran en la planta baja. Así, las viviendas perdieron el sentido con el que fueron levantadas.
Quedar aislados. En épocas de crecientes del río o abundantes lluvias, el camino que conduce a La Vuelta del Paraguayo se corta y los vecinos quedan aislados vía terrestre. Por ello, con el objetivo de mitigar el riesgo hídrico en la zona, cuando ocurren esos fenómenos, la Municipalidad intensifica trabajos tendientes a levantar el camino y colocar bolsas de arena. Durante el año realiza tareas de mantenimiento.
Se agranda la familia. Julio es uno de los tantos pescadores que vive en la Vuelta del Paraguayo. Pero en los últimos meses, junto a su esposa, además dedica sus horas a preparar todo para la llegada de su bebé. Será una niña y disfrutará de una cuna refaccionada por su propio padre, que también construyó su casa con paja y barro obtenidos en la misma zona. Al no existir centro de salud en el barrio, su mujer debe trasladarse hasta la ciudad para realizarse los controles de embarazo.