El humo del tabaco posee más de 4.000 sustancias tóxicas, venenosas y cancerígenas, que causan enfermedad y muerte, entre las cuales se encuentran cianuro, arsénico, cromo, tolueno, plomo, monóxido de carbono, polonio, cadmio, benceno, butano, amoníaco, entre las más conocidas y que respiran todas las personas que se encuentran en un ambiente cerrado donde alguien fuma.
Cuando los cigarrillos entran en combustión se liberan partículas (que contienen todas estas sustancias y muchas más) y que quedan suspendidas en el aire por largo tiempo. Por su tamaño extremadamente pequeño, estas partículas son inhaladas profundamente en el árbol respiratorio, llegan a la sangre y ocasionan los efectos mortales conocidos en las personas expuestas: cáncer de pulmón, infarto de miocardio, asma, muerte súbita del lactante, entre las más importantes.