Ya se cuentan en décadas los años en los que la inteligencia artificial atraviesa la vida humana, pero sobran los dedos de la mano para sumar aquellos en los que las herramientas están abiertas de forma masiva a la cotidianeidad.
Como una fuerza inamovible, la IA avanza dentro del ámbito educativo. Pros y contras de su uso en el nivel secundario, terciario y universitario.
Ya se cuentan en décadas los años en los que la inteligencia artificial atraviesa la vida humana, pero sobran los dedos de la mano para sumar aquellos en los que las herramientas están abiertas de forma masiva a la cotidianeidad.
En ella, se ve involucrada la vida educativa y universitaria con enormes desafíos para alumnos y personal docente. Las tentaciones e infinitas proyecciones de la IA son el principal rival del tradicional proceso de formación profesional.
La inclusión sana y homogénea de estas nuevas herramientas aún se encuentran en su instancia de maduración, por lo que afrontar su complementación en el espacio de aprendizaje puede entregar ciertas complicaciones.
Sobre las oportunidades, los dramas y la creatividad de los alumnos en medio del implemento de la inteligencia artificial, El Litoral habló con Santiago Passeggi, licenciado en Ciencias de la Comunicación y docente de nivel secundario y terciario.
“En Nivel Secundario estamos superando un primer momento de ‘negación’, ‘desconocimiento’ y/o ‘rechazo’ de la IA, e ingresando a otro de ‘asimilación’ e ‘incorporación’ del recurso a nuestras prácticas”, destaca Passeggi.
“Si bien no hay todavía parámetros claros, consensos ni pautas acordadas, entiendo que vamos hacia una necesaria (e inevitable) incorporación del recurso desde una racionalidad pedagógica que nos permita promover y potenciar aprendizajes significativos”, agrega el docente al respecto de los pergaminos que se poseen en la actualidad.
Partiendo de una realidad abrumante y el crecimiento exponencial de las herramientas, Passeggi remarca: “Simular que no existe o que no impacta en nuestras prácticas sería, como mínimo, la negación de una realidad que nos desborda”.
Sobre las posibilidades de que la IA llegue a reemplazar de forma más intensa el rol de las personas, el profesor valorizó: “El sentido de la creatividad y el arte están en la condición humana, y es una fuerza insustituible. La IA puede ser un instrumento que permita potenciar, sintetizar y ordenar el esfuerzo creativo humano, pero nunca reemplazarlo”.
Patricia Ramírez, licenciada en Informática Educativa e Informática Aplicada a la Educación, respondió sobre la concepción de la IA actualmente en el espacio de formación: “Estamos hablando de algoritmos y sistemas que han sido diseñados para imitar capacidades cognitivas de la persona. El aprendizaje, como tal, es una actividad tradicionalmente humana. El razonamiento y la resolución de problemas también son habilidades específicamente humanas muy requeridas. Si la inteligencia artificial puede ayudar a que los estudiantes mejoren y personalicen los procesos individuales en el ámbito académico de la universidad, entonces estaríamos hablando de un gran progreso para lo que es el mundo del conocimiento”.
¿Para qué sirve la IA?
Explorar ideas, organizar esquemas temáticos, abordar documentos que están en otro idioma, solicitar resúmenes de páginas web que están con mucha información o a las que considero con información desorganizada, son algunos ejemplos, pero Ramírez remarca que "hay que saber solicitar a la IA lo que realmente queremos hallar. De lo contrario, podrías intoxicarte con la información que te encuentra pero sin que todo sirva para tus objetivos académicos".
Sin dejar de lado la cautela, el arribo de la inteligencia artificial no debe tomarse con temor, sino como una posibilidad de complemento o incluso de estudio en profundidad dentro de cátedras o especialidades. “Pensarla como una enemiga o una amenaza no va a contribuir ni va a permitir su mediación, sino todo lo contrario”, remarca Passeggi.
Tampoco se presenta como una solución total y el entrevistado también hace referencia a este punto: “Todo ‘hacer’ técnico, toda instrumentalización, requiere un ‘pensar’, una base de sustentación sobre la que se configura el sentido. Una herramienta, sea cual sea, cumple una función específica para la cual fue diseñada y/o creada, que luego también se actualiza en su uso”.
Las instituciones universitarias y terciarias de la ciudad de Santa Fe no están alejadas de la corriente actual y se han adentrado en la formación de profesionales especializados en el área de inteligencia artificial.
En el caso de la UNL (Universidad Nacional del Litoral), dentro de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas se dicta la carrera de Ingeniería en Inteligencia Artificial, donde competencias al diseño, desarrollo y validación de sistemas inteligentes y modelos computacionales. El de la UNL es el primer caso de una universidad pública en el país que dicte una carrera especializada en IA tras su inicio en 2023.
Ramírez comenta a su vez que “la IA está colándose en todas las disciplinas. Muta en muchos sentidos conceptuales y también en el plano de la experiencia. En algunas, con mayor grado de estudio y desarrollo respecto a la especificidad e implementación profesional”.
Sin dejar de lado el aspecto humano, Passeggi destaca sobre el rol docente hacia el alumno: “El modo cómo nosotros (los adultos, quienes asumimos la posición de educadores) interpretamos la llegada de la IA a nuestras vidas y a la escuela, va a influir en el impacto emocional que tenga en los alumnos. Si la pensamos como un tabú, desde la lógica de "lo prohibido", estaremos desconociendo un fenómeno que los atraviesa y los constituye. Y esto va más allá del reconocimiento a nuevas formas de acceso a la información: tiene que ver con volver a poner en valor ciertos procesos, ponderar los tiempos de cada cosa, dominar la ansiedad de la inmediatez, proponer pensamientos alternativos”.
Desde un aspecto más técnico, Ramírez indica que la IA “puede no entender consignas que remitan a una respuesta basada en emociones, sentimientos, estados de humor, percepciones metafóricas, etc. Esto nos invita a pensar el tipo de respuesta que buscamos cuando la pregunta se le hace a la inteligencia artificial y esperamos exactitud. Velocidad mucha, exactitud no siempre”.
La especialista también considera que aún no puede considerarse como un "compañero de clase" por "el diálogo que se establece entre humano y máquina. Para el humano la base es la razón, la emoción, el vocabulario, el genuino interés por ir más allá. Para la máquina, el fundamento de respuesta es el patrón y los datos con la cual fue entrenada. Puede aprender siempre más, pero para que tenga respuesta, primero tuvo que tener entrenamiento".