Así lo reveló un estudio de la Asociación Educar entre adolescentes latinoamericanos. La cantidad de horas de sueño recomendable es de ocho o más. “Nada reemplaza el sueño a nivel de aprendizaje”, asegura un neurocirujano.
De la Redacción de El Litoral
Télam
Cuatro de cada diez chicos de entre 17 y 20 años duermen menos de siete horas diarias, cuando lo recomendable es superar las ocho para fijar lo que se aprendió durante el día, reveló una investigación que explica por qué “conciliar el sueño es -para los adolescentes- como estudiar con los ojos cerrados”.
El neurocirujano Roberto Rosler, docente de la Universidad Católica Argentina (UCA) y al frente de varios estudios de la Asociación Educar, destacó a través de una investigación que dormir ocho horas en forma continua es clave para permitir que el cerebro pueda entrar en una suerte de “mantenimiento” en las primeras horas de sueño y, a continuación, “en la fase que fija los aprendizajes”.
“El 40,1 % de los adolescentes de entre 17 y 20 años duerme menos de siete horas promedio por noche de lunes a viernes”, precisa el estudio de la Asociación Educar para el Desarrollo Humano que se basó en encuestas a 2.693 alumnos de escuelas de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, México y Uruguay.
Los resultados del trabajo afirman que los chicos duermen más que los grandes. Por esa razón apenas el 9,9 % de los niños de entre 11 y 12 años duerme menos de siete horas. En cambio, esa poca cantidad de horas de sueño afecta al 22,7 % de los adolescentes de entre 13 y 14 años y al 32,3 % del sector que va de los 15 a los 16.
La franja horaria de conciliar el sueño para la población objeto de esta investigación va de las 22.43 horas a las 23.46, y el promedio de horas dormidas por noche desciende de 8 horas 23 minutos en los chicos de 11 y 12 años, hasta 6 horas 48 minutos en los adolescentes de entre 17 y 20 años.
Un dato es revelador: los más afectados por el déficit de sueño son los de “estrato social medio”, ya que el 30,9 % de esos chicos duerme menos de seis horas por día; los de bajos recursos un 20 %; y el sector de mayores ingresos un 21,1 %.
Consecuencias
“Las ocho horas seguidas permiten que puedan ocurrir las dos fases del sueño: en la primera parte, la fase NO MOR (sin movimientos oculares rápidos), que es en la que se registra una suerte de mantenimiento del sistema nervioso; y la fase MOR (movimientos oculares rápidos) que es la que posibilita la fijación de todo lo que se aprendió durante el día”, explicó el neurocirujano.
El “duatlón que se produce durante el sueño” da lugar a una primera fase para “que el sistema nervioso recupere su stock a través de la fabricación de nuevos neurotransmisores, y membranas de neuronas”, precisó. Mientras que la segunda fase, que es la que va a permitir la fijación de aprendizajes, si no se cumple, tendrá consecuencias psicológicas, sociales e intelectuales, ya que en esos momentos ocurre un rebote de la actividad cerebral que no tiene reemplazo, completó.
Por esa razón, recalcó, que “es importante no interrumpir o reducir las ocho horas seguidas de sueño ya que, si dormimos menos horas seguidas, la segunda fase no se cumple”.
El investigador recalcó que los adolescentes se duermen más tarde a medida que aumentan el tiempo nocturno dedicado a ver la televisión, usar la computadora, los videojuegos o el celular, antes de acostarse. “El cuarto de los chicos se ha convertido en estudios de radio y televisión, lo que produce cambios en los sistemas de regulación biológica del sueño, que los hace quedarse despiertos hasta más tarde”, señaló Rosler.
“También es un error pensar que a nivel del aprendizaje dejar de dormir no es tan grave si en ese tiempo el adolescente estudia o lee. Si no cumple con el sueño nocturno de ocho o más horas no podrá fijar lo que aprende”, insistió.
Para el especialista, tampoco es una buena estrategia para compensar el sueño perdido durante la noche recuperar las horas el fin de semana o en la siesta. “La siesta es útil para reparar el cansancio del día pero no sirve para completar las ocho horas que no se durmieron a la noche”, explicó el profesional, y aclaró que “nada reemplaza el sueño a nivel aprendizaje”.
El dato
En Estados Unidos Un estudio de la Fundación Nacional del Sueño en Estados Unidos reveló que en ese país los adolescentes de 11 a 12 años se acuestan a las 22.42 horas, prácticamente igual a los encuestados por la Asociación Educar. Según esa medición, “los estadounidenses de 17 y 18 años se van a dormir casi a la una (00.54 hora), una hora ocho minutos más tarde que los latinoamericanos de entre 17 y 20 años”.