Mariela Goy
Hicieron una jornada de convivencia para que los adolescentes se conocieran entre ellos.
Mariela Goy
Twitter: @marielagoy
Sólo 300 metros separan entre sí a dos secundarios públicos de la ciudad: la escuela Constituyentes y la técnica Remedios de Escalada de San Martín, ambas en los alrededores del Parque Garay. Pero la rivalidad entre los estudiantes de ambos establecimientos ampliaba, en kilómetros, la distancia. Esos conflictos pasaron de las tradiciones “picas” entre colegios secundarios, a generar una verdadera preocupación porque se dirimían con violencia aulas afuera.
Por eso, un establecimiento invitó al otro y decidieron acortar la brecha en una jornada de convivencia donde los estudiantes se integraran en deportes, actividades lúdicas, música y un pic-nic al aire libre. El Parque Garay fue el ámbito ideal y el día primaveral de ayer acompañó la apuesta a hacer florecer lazos entre los alumnos.
“En función de una convivencia en paz surge esta idea. Son dos escuelas que están cerca una de la otra, con chicos que provienen del mismo sector social de la ciudad -barrios Villa del Parque, Barranquitas, Villa Oculta- y hay una rivalidad entre ellos, que ni siquiera saben por qué surge, pero está y es lógica en esta sociedad hedonista”, dijo a El Litoral Germán Ferreyra, vicedirector de la Escuela Remedios de Escalada.
“El mensaje que queremos darles es que no hay por qué ser rivales. Tampoco tenemos que ser amigos, pero no tenemos por qué estar enfrentados. Al principio teníamos un poquito de temor, pero la verdad que verlos integrados, jugando, es increíble”, destacó el docente, quien contó que algunos chicos habían llegado incluso a la agresión física cuando se encontraban en boliches o en la calle. “Fueron enfrentamientos violentos que intentaban continuar luego en el entorno de las escuelas y que, por intervención de los docentes, quedaban ahí”, aseguró.
Dos lados de la vía
- ¿Por qué surge a veces esta “pica” entre dos escuelas?, preguntó El Litoral a Ferreyra.
- Creo que es propio de la adolescencia, de la rebeldía, pero aumentada por esta época social e histórica que nos toca vivir, donde la violencia parece ser el pan nuestro de cada día. Vos les preguntás a ellos por qué surge y ni siquiera saben. Te dicen: ‘porque me dijo’, ‘porque no me dijo’, ‘porque me miró’, ‘porque no me miro’. De fondo, hay problemas sociales, barriales, familiares que se extrapolan a las escuelas. Lamentablemente, detrás de esto hay mucha droga e intereses.
- La escuela tiene algunas herramientas, como esta jornada, para escuchar a los chicos y acercar posiciones...
- Primero, tenés que estar convencido de que la escuela hoy cambió su rol. Ya dejó de ser ese lugar de instrucción y de formación y se convirtió en ese lugar de convivencia. El docente dejó de ser ese profesional del conocimiento y se convirtió en el profesional de la escucha. Es difícil plantarse en ese nuevo rol pero es la única forma que tenemos como escuela para empezar a hacer un cambio.
Los barrios de donde provienen nuestro alumnos están del lado Oeste de la vía, y esa vía -paradógicamente- es como un murallón que separa a la ciudad en dos. De este lado, el sector de la sociedad honesta (entre comillas); del otro lado, los excluidos. Y nuestros alumnos tienen ese estigma, ellos mismos se declaran así y es muy difícil romper con eso. Mientras nosotros, los que estamos de este lado de la vía, nos encargamos de que ellos sigan estigmatizados de esa forma.
“Está bueno”
La jornada duró hasta la tarde. Algunos jugaban al fútbol, otros al vóley, o hacían actividades lúdicas de integración. Sobre el mediodía, la murga de otro secundario de la zona -el N° 506- aportó el ritmo de batucada y se armó el baile. También Seguridad Comunitaria trajo bolsas de caramelos para repartir. La actividad se enmarcó dentro del programa de convivencia y ciudadanía que viene fomentando desde hace tres años la Región IV de Educación entre escuelas y sus redes barriales.
Cada uno de los dos secundarios tiene una matrícula de 300 ó 350 alumnos, por lo que había mucha juventud en el parque. “Compartir con otras escuelas está bueno”, destacó Viviana, una alumna de la Remedios de Escalada. En tanto, Franco, de la otra institución -que terminaba agotado de jugar al fútbol-, señaló: “Me gustó, es algo que no hacemos nunca, siempre estamos adentro de las aulas”.
Un grupo de profesores de la Constituyentes consideró que la actividad fue propicia para conocerse mejor entre instituciones. “Estando tan cerca nunca hicimos ningún trabajo en conjunto. Además, el espacio es interesante para que los chicos rompan prejuicios y barreras infundadas que por ahí traen del barrio”, opinaron.
Mientras resonaba la murga de fondo, en el aire quedaba la impresión de que la jornada cumplió con el propósito y que estuvo “buena”, como dijo la chica. Porque está bueno que las escuelas generen espacios de encuentro, tracen vínculos, rompan con la estructura áulica, ofrezcan algo distinto al adolescente, traten de frenar con sus estrategias la escalada de violencia.
Porque está bueno que los chicos se apropien de plazas y parques, como antes. Porque, en definitiva, está bueno que los adolescentes jueguen a la pelota, al vóley, hagan rondas y “lío” entre ellos. Que rían. Eso está bueno.