Estudiantes secundarios se "pusieron en la piel" de jueces, defensores y fiscales
Unos 180 alumnos participaron de la instancia final de “La Justicia va a la escuela”. El programa tiene como objetivo que los jóvenes se formen una imagen más realista del rol de las partes y los procedimientos del sistema.
Mauricio Garín Los alumnos en la réplica del juicio ante sus compañeros en aula.
Sombrío, lúgubre, opaco, distante. Adjetivos que el imaginario popular suele asociar al Poder Judicial. Mientras el temor descansa en el desconocimiento, el respeto se despierta promoviendo la concientización de cuán importante es la Justicia como herramienta para la armonía social; y, en gran medida, su funcionamiento dependerá del camino que tomen nuestras conductas, de si apuntan a fortalecerla o atrofiarla. Bajo este razonamiento, seis secundarias de la ciudad trabajaron, durante varios meses, en el programa “La Justicia va a la escuela”. El pasado jueves 10 de octubre realizaron la actividad final, donde los alumnos protagonizaron un simulacro de juicio oral y público.
El proyecto es llevado a cabo por la Asociación Conciencia y la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Federal. Este año fue implementado por primera vez en Santa Fe. En total participaron unos 180 estudiantes de cuarto y quinto año de los colegios Adoratrices, La Salle Jobson, de la Inmaculada Concepción, Domingo Guzmán Silva, Sagrado Corazón de Jesús y San Roque.
Por parte de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Federal, llevaron adelante el programa los doctores Luciano Lauría, Martín Suárez Faisal, Julio Agnoli, Gonzalo Fernández y Mariana del Paso. La dirección estuvo a cargo de Felicitas Costa de Musacchio y la Coordinación Pedagógica General a cargo de María Cecilia Couget, ambas en representación de Asociación Conciencia. También formaron parte jóvenes estudiantes de las carreras de Abogacía de la Universidad Nacional del Litoral y la Universidad Católica de Santa Fe.
Mauricio Garín Las autoridades al inicio de la jornada.
Las autoridades al inicio de la jornada.Foto: Mauricio Garín
En la apertura de la jornada, Beatriz Ringa de Amor Arranz, presidenta de Conciencia Santa Fe explicó que el objetivo del programa es la educación cívico ciudadana: “Les pedimos a los chicos que incorporen estos conocimientos para que los repliquen en sus vidas y en la de los demás”. Por su parte, la coordinadora pedagógica señaló que “no pretendemos que los chicos aprendan derecho, sino que buscamos el fortalecimiento de las instituciones por medio de esta herramienta educativa construyendo república y ciudadanía, impulsando la construcción de la mirada crítica para que puedan detenerse a pensar cómo es que un juez llega a una conclusión y qué pruebas lo llevan a dictaminar una sentencia”.
El marco de la actividad fue el aula Alberdi de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de UNL. “Esta es un aula muy importante desde el punto de vista institucional porque recuerda a uno de los integrantes de la generación del ‘37, en cuyas ideas se sustentó el trabajo plasmado en la Constitución nacional de 1853, sancionada en nuestra ciudad de Santa Fe. Desde nuestro lugar, aplaudimos este programa que continúa estos ideales”, ilustró el decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Javier Aga, ante la atenta escucha de los jóvenes que dedicaron una jornada entera para formarse una imagen más realista de la labor del Poder Judicial.
Una simulación cargada de realidad
“De pie, por favor”, resonó una voz con el pedido de recibimiento. La totalidad del público se levantó de los asientos al unísono. En el ambiente se terminaron los murmullos y el recinto se colmó de silencio. El juicio quedaba formalmente inaugurado.
Mauricio Garín Los alumnos inician el simulacro judicial.
Los alumnos inician el simulacro judicial.Foto: Mauricio Garín
La causa se centró en una denuncia por trata de persona con fines de explotación sexual de un menor de edad, agravada por mediar violencia, amenazas y abuso de situación de vulnerabilidad de la víctima. El principal acusado era un albañil con antecedentes por robo a mano armada. A su vez, estaba involucrada una mujer que aparentemente habría engañado a la menor prometiéndole un trabajo, aprovechándose de su difícil situación socioeconómica, para luego venderla al anteriormente nombrado.
Los estudiantes se enteraron del caso en el momento. En base a lo trabajado en las capacitaciones y talleres previos, desplegaron las habilidades incorporadas durante casi dos horas. Hubo 2 de cada escuela por rol: Los jueces y asesores de menores se repartieron entre Inmaculada y San Roque; Adoratrices y La Salle estuvieron a cargo de la defensa de Carmen y “el tigre”, respectivamente; la fiscalía la conformó Sagrado Corazón; y la querella la Guzmán Silva.
Los abogados de la querella y de la defensa interrogaron a los protagonistas en un intento por clarificar las circunstancias del hecho. Los jueces seguían el procedimiento y aprovechaban para explicar algunas cuestiones: “No ha lugar, pregunta indicativa. Reformule”, expresaban, en clave jurídica. Mientras, el público interpretaba desde la distancia: “Con lo último se enterró”, le decía un joven a su compañera de banco, ante la declaración del acusado.
El compromiso en las interpretaciones de testigos, peritos, víctimas y victimarios -a cargo de los universitarios- otorgó gran realismo a la simulación. “Demasiado real para ser cierto”, dice el dicho. Cartas, dinero y síndrome de estocolmo de por medio, una trama compleja y actual, digna de cualquier serie de criminología de Netflix de las que tanto atrapan a sus consumidores. El juicio era una simulación para que los jóvenes adquieran una mirada más próxima al funcionamiento del sistema judicial, y eso se logró. Caso cerrado.
Un trabajo por instancias
Para hacer efectiva la simulación del juicio oral y público, las escuelas comenzaron a trabajar con capacitaciones y talleres desde comienzos de año. Alumnos y docentes tuvieron una charla y realizaron dos talleres, a cargo de los Magistrados y de Universitarios Voluntarios de Conciencia.
Felicitas Costa de Musacchio, explicó a El Litoral que el programa “es enriquecedor para los jóvenes porque despierta en ellos una filosofía y una forma de trabajo específica, conformando una gimnasia necesaria para comprender el trabajo que existe detrás de una condena que, al contrario de lo que se cree, no es para nada simple ya que requiere de mucho estudio”.
“Luego de los encuentros introductorios, los chicos proponen un caso que se les ocurra o que les haya sucedido, y de ahí buscan las vías de solución posibles. A partir de esta práctica comienzan a darse cuenta cuáles son los procedimientos, qué pasos están bien y cuáles no”, agregó Cosa de Musacchio.
En los primeros encuentros, la escuela La Salle Jobson fue instruida por el fiscal general Martín Suarez Faisal y el secretario civil Patricio Longo. Luego, con voluntarios de la organización Conciencia, trabajaron con las distintas posturas que pueden establecerse en miras a solucionar determinada situación. “Es una experiencia muy interesante que sirve para acercar a los jóvenes una mirada de cómo funcionan las instituciones”, comentó Agustina Rizzi, docente en cuarto año de la materia Derecho y construcción de ciudadanía. La profesora fue la tutora que guió a los estudiantes lasallanos durante su preparación.
Para la jornada final, los cargos se sortearon un mes antes del encuentro entre las escuelas participantes, definiendo el rol que ocupará cada uno. Allí, los jóvenes trabajaron con el defensor público Julio Agnoli para abordar el trabajo específico que desempeñarían en el juicio. “Creo que a los chicos les gustó el trabajo. Considero que la actividad es valiosa porque a veces se hace difícil un abordaje donde solamente se vea lo teórico, esto ayuda a que puedan participar y observar un caso concreto”