Investigadores santafesinos "echaron luz" sobre una olvidada enfermedad
El Grupo de Microfluídica del Conicet ganó una de las cinco becas destinadas a instituciones de todo el país y ahora podrán financiar un dispositivo para detectar el Chagas en forma “rápida y económica". Con la información recabada, ayudarán en el direccionamiento de políticas de salud.
Pablo Aguirre Joana Macagno, Federico Schaumburg y Antonella Giorello destacaron El aporte que la Microfluídica tiene para dar en problemas de la comunidad.
Las enfermedades también tienen marketing, hay algunas con más prensa que otras. Aunque, al menos por ahora, los algoritmos no saben que lo más urgente no solo es sinónimo de lo más solicitado. Un olvido que, sin prisa pero sin pausa, colabora en la pérdida en la capacidad de asombro. Para despertar la motivación, en el Conicet Santa Fe trabajan apartados del cotidiano devenir de la ciudad, buscando aclarar el panorama y dando aire a las ideas dando lugar a que se “prenda la lamparita” cuando hace falta.
En el predio “Dr. Alberto Cassano”, sobre la Ruta 168 y a paso siguiente de la “Ciudad Universitaria”, los relojes parecen tener horas más largas; y en los casi 20 institutos que allí funcionan, los investigadores locales caminan los pasillos a distinta velocidad. Con el tiempo a su favor, son capaces de “echar luz” sobre problemáticas frecuentemente olvidadas. Tal fue el caso del Grupo Santafesino de Microfluídica, que recibió una premiación por idear una “solución” para el Chagas.
El proyecto consiguió financiamiento de la Fundación Bunge y Born, con el que podrán avanzar en la transición de ciencia básica a ciencia aplicada. La “solución” consiste en el desarrollo de un dispositivo microfluídico híbrido, que toma los estudios de distintas disciplinas -Física, Química, Biotecnología, entre otros- para analizar el comportamiento de fluidos como sangre u orina a escala microscópica. Se aplica en un diseño impreso en papel, donde la información puede ser analizada a bajo costo. Y las nuevas tecnologías facilitan inmediatez en la detección y profundidad en los datos almacenados en los distintos puntos del país.
El desafío es grande, pero ayudar los entusiasma. En el camino, imaginan que se toparán con distintas y variadas complejidades, aunque confían en la ciencia que los vio crecer: “El fuerte de nuestro grupo es la investigación. Apostamos a poder desarrollar esta tecnología para simplificar las detecciones por medio de este dispositivo y dar con con una temprana estimación de resultados”, contaron los investigadores en diálogo con El Litoral, en una entrevista con recorrida por los rincones del predio.
Cuestión de tiempos
Del aproximado de 44 millones de personas que habitan el suelo argentino, existen unos 7 millones en riesgo de ser afectados por la enfermedad del Chagas. Se estima que, en la actualidad, hay entre medio millón y dos millones de personas infectadas, y que cuatro bebés por día nacen ya con el parásito Trypanosoma cruzi. Esto lo constituye como uno de los principales problemas de salud pública.
El “mal de Chagas” es parte de las llamadas “enfermedades olvidadas”. La mayor cantidad de nuevos casos se produce antes de los 14 años y está vinculada casi de forma excluyente con las condiciones de pobreza. Existen tratamientos médicos que reducen la mortalidad en un alto porcentaje, de manera que la detección temprana es clave para el destino de los enfermos y la reducción de la población de riesgo.
Federico Schaumburg, doctor en Ingeniería, se encuentra al frente del proyecto con el que buscarán desarrollar una característica específica. En colaboración con Wiener Lab de Rosario, elaborarán un instrumento “point of care”: pruebas de diagnóstico médico en o cerca del punto de atención. “Permitirá hacer una detección de forma fácil, rápida y económica. El formato que tenemos de referencia, y que es el más paradigmático, es el test de embarazo”, describió el investigador, acompañado por Joana Macagno y Antonella Giorello.
Pablo Aguirre Schaumburg, egresó de la UNL y fue becado por la Comisión Fullbright y El Ministerio de Educación para investigar en una Universidad de Estados Unidos para investigar sobre la Microfluídica en papel.
Schaumburg, egresó de la UNL y fue becado por la Comisión Fullbright y El Ministerio de Educación para investigar en una Universidad de Estados Unidos para investigar sobre la Microfluídica en papel. Foto: Pablo Aguirre
—¿Por qué decidieron orientar la microfluídica a esta enfermedad?
—Consideramos que tenemos un aporte para dar sobre esta enfermedad local y olvidada. El Chagas tiene cura, siempre que se la detecte a tiempo. La idea es otorgar una solución al problema del diagnóstico rápido en lugares donde puede no haber laboratorios cerca y reducir el tamaño del circuito. Por eso, creemos que sería un aporte importante con los dispositivos point of care.
Buscaremos desarrollar un dispositivo accesible y fácil de usar que combine tres tecnologías: dispositivos microfluídicos analíticos poliméricos, dispositivos microfluídicos basados en papel y dispositivos móviles inteligentes. Así, con una muestra de sangre, una tarjeta de papel para detectar biomarcadores y una foto del celular se puede recibir el diagnóstico en solo algunos minutos. En caso de que el diagnóstico sea positivo, la persona o el efector de salud deberá confirmar con un test de laboratorio clásico. Si vuelve a dar positivo, se deberá otorgar el tratamiento médico correspondiente.
—¿Cuál es la mayor complejidad?
—Va a requerir de un trabajo constante. Toda la parte que está relacionado con lo químico ya está hecha. Una parte está solucionada solucionada, e incluso forma parte de un producto comercial del laboratorio de Rosario. Luego, viene la parte que nos incumbe a nosotros, combinar las tres tecnologías y hacerlas complementarias. De cada una de ellas, buscamos combinar las ventajas y reducir sus desventajas.
A partir del financiamiento que conseguimos, podremos conseguir algunos instrumentos necesarios para probar algunas complicaciones entre las tecnologías.
De lograr lo que nos proponemos, podríamos facilitar el diagnóstico del Chagas en cada individuo, pero, también, armar una base de datos para obtener información agregada que sirvan en el diseño de políticas de salud.
—¿Qué aportará cada una de las tres tecnologías?
—Por un lado, la microfluídica convencional es el conocimiento central, ya que es una ciencia que estudia cómo interactúan los fluídos en lugares muy reducidos, generalmente en polímeros como el acrílico, PDMS, vidrio o silicio. Ahí dentro se pueden hacer distintas operaciones químicas. Por ejemplo, se puede detectar si en la muestra hay presencia de alguna proteína que denotaría la presencia o ausencia de una enfermedad.
Por otro, la microfluídica en papel abre una nueva puerta. En principio, es mucho más barato que el acrílico, ya que, debido al “fenómeno de capilaridad”, por el que el líquido se transporta en el papel, no requiere de una bomba externa que direccione los fluídos. A su vez, permite guardar reactivos de forma natural, producto del secado del solvente, volviéndolo más práctico en el traslado en el caso de que, por ejemplo, se busca hacer una detección colorimétrica.
Por último, los dispositivos móviles. Entre sus funciones, tenemos que conseguir que el dispositivo sea “usable”. Para esto, necesitamos que sea lo suficientemente fácil de aplicar, para que cualquiera lo pueda hacer sin “meter la pata”. Tiene que servir de guía en el procedimiento, logrando abrevar la cuota de error humano en la manipulación. Además, los celulares cuentan en sus cámaras con la posibilidad de hacer detecciones colorimétricas, con las que se podría conseguir realizar determinaciones cuantitativas. También, es posible almacenar los resultados en un servidor. Y esto, cruzándolo con la geolocalicación de los celulares, podría ser la base para un mapa epidemiológico de una forma relativamente barata.
“Discípulos” de Berli
Gentileza Conicet Santa Fe El Dr. Claudio Berli.
El Dr. Claudio Berli.Foto: Gentileza Conicet Santa Fe
Todos lo invocan antes de comenzar a hablar. “Sin Claudio, nada sería posible”, “él es el creador de todo”, “le debemos todo lo que sabemos”. Parecen citas bíblicas, pero son, ni más ni menos, los comentarios de los investigadores al mencionar al director del Grupo Santafesino de Microfluídica, el doctor Claudio Berli.
Schaumburg lo definió como “la cabeza del proyecto”, incluso, se animó a más: “diría que es pionero en toda la disciplina”. En el desarrollo histórico de la disciplina, Berli “se encargó de explicar qué es lo que sucede en determinados fenómenos físicoquímicos, elaborando los fundamentos de esta nueva área del conocimiento”, explicó su “discípulo”.
El Grupo Santafesino de Microfluídica se estableció en 2016. Llevan a cabo varios proyectos en colaboración con distintas disciplinas del Conicet, del país y del extranjero. En cuanto al trabajo que realizan, destacan el trabajo multidisciplinario y sinérgico.
Sus miembros lo integran los investigadores Federico Schaumburg, Joana Macagno, Florencia Minetti, Antonella Giorello, del INTEC (Instituto de desarrollo tecnológico para la Industria Química); Pablo Kler, del CIMEC (Centro de Investigación de Métodos Computacionales); y Raúl Urteaga, del IFIS (Instituto de Física del Litoral).
Compartir para conocer
Entre las misiones de los equipos de investigación se encuentran, también, la enseñanza y divulgación. Los científicos santafesinos se comprometen con la difusión de sus disciplinas a través de su participación en diferentes actividades propuestas desde el Conicet Santa Fe.
Según Schaumburg, dar conocer la Microfluídica implica ponerse en el lugar del otro y, por lo tanto, pensar desde otro lugar. “Creo que la divulgación es necesaria”, dijo, y mientras hablaba, agregó que lo contempla como “casi una obligación”. “El Conicet es una institución pública que banca toda la sociedad con su bolsillo. Es fundamental mostrar que ese esfuerzo no es en vano, que da lugar a cosas útiles, redundando en beneficios para todos”, opinó.
A su vez, expresó que “los jóvenes tienen que saber la investigación es una alternativa”. “Es una salida laboral y es posible de realizar si es lo que uno quiere. El científico no es el de los dibujos animados con tubos de ensayos y los pelos parados. Es una actividad concreta y real, pero para eso tenemos que darlo a conocer”.
Sobre ello, consideró que es “necesario incentivar y generar interés a futuro”. “Tenemos que ir pensando en generar recambio. En este momento tenemos una camada de investigadores, pero luego ya no estarán. Y cuando le mostramos a niños lo que hacemos, tal vez logramos que se le ‘paren las orejas’. Así, le dan ganas de buscar más cosas, leer una revista o mirar en internet”.
Financiamiento
La iniciativa fue premiada por la Fundación Bunge y Born, ya que prioriza la detección de enfermedades infecciosas, desarrollando dispositivos de bajo costo, ampliando la usabilidad por medio de la telefonía móvil.
Al igual que los otros cuatro proyectos que fueron seleccionador en la segunda edición del concurso, contarán con un financiamiento de tres millones de pesos para destinar al diagnóstico, prevención y/o tratamiento de enfermedades infecciosas.
Los ganadores del subsidio son investigadores argentinos y argentinas que se desempeñan en instituciones sin fines de lucro tales como centros asistenciales, universidades y centros de investigación. Los proyectos tendrán una duración de hasta 24 meses.
Además de la detección del Chagas, los proyectos premiados harán foco en estudiar la efectividad de la vacuna utilizada en Argentina contra el Rotavirus; estudiar el virus de la Hepatitis E en pacientes con hepatopatías crónicas e inmunosuprimidos; investigar la prevalencia de infección por HIV, por los virus de la Hepatitis B y C, y por sífilis, en grupos poblacionales vulnerables a estas enfermedades, y en implementar nuevas tecnologías para el estudio del microbioma intestinal en pacientes pediátricos.