Si hay algo de lo que necesita un encuentro educativo es de la motivación. Organizadores, alumnos y docentes respiran de ese mismo oxígeno, volviéndolo una condición esencial para afrontar con ánimo, entusiasmo y buena predisposición lo complejo. En las Olimpíadas Nacionales de Historia, el factor motivacional fue un elemento constante. Con cada exposición, la multitud de estudiantes oxigenó el edificio Cubo y el Salón de Actos de la Fhuc. Vientos de cambios y aire fresco. El futuro ya llegó, y estuvo soplando en la Ciudad Universitaria.
Los trabajos seleccionados abordaron temáticas para nada sencillas. A lo largo de los dos días, los finalistas demostraron que tener la mirada puesta en los libros no los exime de estar atentos a la realidad social. Partiendo de entrevistas, diversidad de fuentes y respaldo teórico, mostraron argumentos sólidos sobre asuntos de extrema actualidad, que forman parte de la agenda de todos los gobiernos del mundo. Intelecto y sensibilidad. Rostros jóvenes con discursos de adultos.
Flavio Raina Entre la investigación y la ficción, los jóvenes demostraron su compromiso con el estudio.
Entre la investigación y la ficción, los jóvenes demostraron su compromiso con el estudio. Foto: Flavio Raina
Futuros académicos
En las categorías de inicio en la investigación histórica, los estudiantes demostraron que los límites que impone el saber no encuentran su razón únicamente en la edad. Con la temática “Transformaciones en los procesos de trabajo en las sociedades capitalistas. La crisis del trabajo y las formas de acción colectiva”, las producciones seleccionadas para la categoría CB fueron caja de resonancia para las voces más postergadas de distintas partes del país.
Las estudiantes Pilar Santamaría y Aldana Sosa, de la escuela Modesto Caretto de Maruja, La Pampa, se llevaron el primer premio. Bajo la dirección de la docente Natalia Sosa, narraron la historia de la “Movilización social de las mujeres agropecuarias de Winifreda, en contra de las políticas neoliberales de los 90’”. Allí integraron las problemáticas de los pequeños productores agropecuarios en esa provincia, con la protesta social a raíz de la convertibilidad y la perspectiva de género en aquellas mujeres que se pusieron al frente del reclamo.
Mientras, la mención especial se fue para San Juan por la investigación “Impacto de la mega minería en la agricultura de Jáchal”. Los alumnos Rodrigo Bernal, Silvio Cívico y Santiago Velázquez, acompañados de la docente Roxana Blanco, detallaron cómo fue el surgimiento de la “Asamblea Jáchal No Se Toca”, durante el período 2004-2018.
Estos trabajos académicos fueron evaluados por los profesores María Virginia Pisarello (UNL- Uader) Y Marcelo Andelique (UNL). Y sirvieron para recuperar historias de distintos conjuntos sociales. Asimismo, hubo excelentes trabajos sobre las condiciones de vida de dos sectores históricamente estigmatizados. Desde Puerto Iguazú, Misiones; Liniers, Caba; Bovril, Entre Ríos; y Comodoro Rivadavia, Chubut.
Presentes literarios
Distinto fue el caso del concurso “Escribimos historias”. Con la elaboración de cuentos históricos, los estudiantes dieron rienda suelta a “ese matrimonio dificultoso entre la ciencia y la ficción”, según dijo la directora Diburzi; quien, además, destacó el “altísimo nivel de producciones que hizo muy difícil su selección”.
Esta herramienta didáctica fue planteada como una oportunidad de entrar a los capítulos de la historia a través de los sentimientos. “Es una posibilidad para disfrutar, sentir, emocionarnos y seguir aprendiendo a través de la reflexión, entre los profesores y los alumnos, sobre la historia”, analizó Diburzi en el taller donde todos los docentes debatieron en torno a la aplicabilidad de la propuesta.
Los relatos seleccionados para la instancia final fueron 5, de los cuales sus autores fueron todas mujeres. Además de la producción, las estudiantes leyeron el cuento para todo el público y, luego, realizaron profundas y explicativas exposiciones sobre los motivos por los cuales eligieron determinado contexto histórico, político y social.
Con “El otoño ya pasó, el invierno se quedó para siempre”, María Antonella Laspina, de Olavarría, presentó un estremecedor relato sobre la guerra de Malvinas. En “Su padre, la carne y él”, Nicole Dimitruk, de Lanús, encarnó en primera persona la historia detrás del pacto Roca-Runciman. Luego, con “La pared me hablaba”, Delfina Sastre, de La Plata, apuntó a uno de los sucesos más tristes de la Argentina reciente, las desapariciones en la última dictadura militar.
Con “Entre la medianoche y la pesadilla del insomnio”, Isabella Callegari de San Nicolás de los Arroyos, se llevó la mención por su abordaje de distintas tragedias de la década del noventa desde una perspectiva onírica. Mientras, Esther Valeriano, de Tinogasta, Catamarca, ganó el primer lugar con un delicado escrito de la figura de la revolucionaria de Salvadora Medina Onrubia en “Mujer, mujer líder”.