Después de Buenos Aires, La Plata, Córdoba, Rosario y Cuyo, la Universidad Nacional del Litoral está sexta entre las universidades públicas argentinas y ocupa el lugar 1492 entre casi 20 mil casas de altos estudios de todo el mundo.
El rector Enrique Mammarella habló con El Litoral sobre los fundamentos de la mejora en pandemia.
Después de Buenos Aires, La Plata, Córdoba, Rosario y Cuyo, la Universidad Nacional del Litoral está sexta entre las universidades públicas argentinas y ocupa el lugar 1492 entre casi 20 mil casas de altos estudios de todo el mundo.
Así lo muestra el último informe del Center for World University Rankings. A diferencia de otros escalafones que se someten a encuestas de opinión, el CWUR se basa en datos duros y pondera calidad de la educación (25%), empleo de graduados (25%), calidad de los profesores (10%) y rendimiento de la investigación (40%).
El logro de la universidad santafesina tiene su base fundamentalmente en la investigación, Y cuenta además con el mérito de haber sido la única entre sus pares del país que escaló posiciones ante el difícil año de la pandemia. Enrique Mamarella, rector de la UNL, habló con El Litoral sobre este "aliento para seguir creciendo".
-¿Qué significa haber sido la única universidad argentina que creció en este ránking mundial?
-Este es un ranking que mide calidad universitaria, específicamente datos más duros que las encuestas de percepción. Uno de los valores fuertes es la investigación, Y para nosotros esto representa de alguna manera una demostración de que había que trabajar internamente para que los investigadores vuelvan a los laboratorios, con protocolos y logística. Y trabajar con las autoridades sanitarias más allá de la investigación propia del Covid, en el uso de los laboratorios o los ciclos de la naturaleza. Esto es el resultado de este esfuerzo para estar presente y minimizar el impacto de la pandemia.
-¿Cuáles son las áreas de investigación en las que la UNL se hace fuerte?
-En la mayoría de las disciplinas que cultiva la UNL. Cada área tiene puntos de fortaleza como en ciencias exactas: matemática, física, química. Hay una alta producción en las áreas de la biología, en las áreas de la salud en general, en ingeniería. En muchas de las disciplinas de las áreas sociales y algunas de las humanidades la UNL es fuerte. Claramente hay que ponerlo en valor porque la UNL en tamaño no es de las universidades más grande de la Argentina. Muchas veces en nuestro país, tamaño es presupuesto.
-Si tuviera que indicarme en qué área tiene el presupuesto más débil o la principal necesidad ante recursos que nunca son suficientes, ¿cuál sería?
-Claramente lo más atrasado en general en las universidades públicas es el equipamiento de última tecnología para poder utilizarlo en docencia e investigación. Las universidades tratamos de mantener actualizados los planteles en cuanto a su formación, tener espacios físicos adecuados. Pero lo más complejo es el dinero para equipamiento conforme avanza la tecnología o la ciencia. Y equipamientos adecuados a los niveles de investigación.
-¿Hay recursos alternativos que no sean el presupuesto nacional?
-La universidad a través de sus relacionamientos institucionales y sus socios estratégicos siempre intenta complementar el presupuesto. Hay trabajos que se hacen con el sector productivo, otros con las ONG's. Ofrecemos desde lo edilicio, lo social, lo económico, desde la propia lógica del bienestar de la población estudiantil, la inclusión y desde nuestra alianza estratégica con el Conicet, que nos permite que tengamos 14 institutos de doble dependencia que nos potencia y nos permite crecer en sinergia.
-¿Cómo está evaluando la incidencia de la pandemia en la actividad académica?
-La pandemia nos ha afectado a todos. A los docentes, estudiantes, no docentes, gestores. Entre todos hemos buscado una respuesta para dar soluciones. Las clases virtuales no fueron pensadas para todas las carreras, pero nos permitió afrontar el momento. Y nos preocupamos por mejorar esta experiencia de enseñanza aprendizaje, que además estaba complejizada por la situación en los hogares de los estudiantes como de los docentes. Lugares, tecnología y conectividad han sido un problema. Y hay instancias del proceso de enseñanza aprendizaje que requieren de presencialidad que no dependen sólo de instalaciones universitarias, como en el caso de las carreras de la salud, las carreras de profesorado en las aulas, las de arquitectura o ingeniería en obras y empresas. Aprendimos a cuidarnos, con protocolos, incluso en actividades como las del campo o en medicina.
Economía del conocimiento
-¿Cómo calificaría a la UNL respecto de las demandas de la economía del conocimiento?
-Es una de las universidades de punta en nuestro país, Sin dudas hace tiempo que viene trabajando, entendiendo que el conocimiento que se produce en una universidad tiene que dar valor, servir para avanzar en la economía y que derrame en la mejor calidad de vida de la región, de la sociedad que nos mantiene. Pensar en la posibilidad de utilizar el conocimiento en la región, generar recursos, posibilitar que nuestro país exporte mejor y con valor agregado, es fundamental.
-Esto significa que en cuanto a vinculación tecnológica, la calidad de investigación se traduce en hechos y tal vez incluso en recursos.
- Es así. La investigación tiene más impacto tanto a través del trabajo de los investigadores en sus publicaciones como en la transferencia de los resultados a la sociedad o al sector productivo. Muchas veces ese impacto puede venir por transferencia con valor económico, otras veces por un impacto más social. Es cuando los resultados de la investigación cambian las formas de vivir, las expectativas de vida.
-Alguna vez Favaloro dijo -generó gran polémica- que el país necesitaba más otras especialidades y menos médicos. ¿Hay en la UNL algunas carreras más potenciadas o que haga falta abrir, y otras que estén envejecidas?
-En general las carreras tienen que ir demandando una actualización conforme a las necesidades de la sociedad. Por ahí alguna carrera se mantiene más en estándares tradicionales, y hay miradas nuevas que deberían acompañarse. Pero la posibilidad de pensar es que el universitario tiene que resolver los problemas de las sociedad. Y muchas veces esos problemas no se resuelven desde una disciplina sino de manera interdisciplinar o transdisciplinar. Entonces lo fundamental es prepararse para un mundo cambiante y que cada uno de los aportes disciplinarios de respuestas, aporte una parte de la solución.