Enrique Cruz (h)
Domínguez y Madelón ya llevan suficiente tiempo en la ciudad para entender qué tienen ellos, qué es lo que contrapone el rival y cuáles son las necesidades. Para el hincha, no cabe otra que ganarlo. Los DT saben que el único resultado que no se perdonan, es la derrota.
Enrique Cruz (h)
Ningún análisis previo en fútbol resiste la tentación de que algo pueda fallar y que se aparte de la supuesta lógica, algo que a veces se hace difícil de encontrar en el fútbol. Del clásico santafesino se puede decir que es uno de los más parejos del fútbol argentino. O el más parejo. Apenas un partido de ventaja para uno de los dos. Y sin que las historias marginales, como por ejemplo ocurre en La Plata, pueda provocar diferencias irreconciliables. ¿Por qué el de La Plata?, porque, ¿qué tiene Gimnasia para refutarle a un club como Estudiantes, que se apoderó de cinco títulos nacionales y seis internacionales? Eso no pasa con el clásico santafesino. Hay paridad entre ellos y ninguno puede darse el lujo de refregarle al otro alguna corona.
Ningún análisis previo resiste alguna falla y mucho más en estos partidos. ¿En qué se podrá coincidir?, en que son dos equipos que juegan diferente. Unión elige el dinamismo, el fragor físico y la presión constante como arma principal. Esto le ha dado un estilo definido. Colón juega a otra cosa, cambia de acuerdo a las circunstancias y al rival, tiene momentos en que parece que se deja atacar, que le entrega la iniciativa al rival y que “le ofrece el queso” para luego asestarle el gol. No tiene una idea definida. La cambia según esto que se apunta y lo más concreto se vio en esos dos partidos con el San Pablo, cuando más allá de la línea de cinco defensores con clara intención de protección defensiva, el equipo priorizó el retroceso y el achique de espacios en su propio terreno.
Ésta, la de los estilos, no es la única diferencia:
* Uno (Colón) juega con un enganche y el otro (Unión) lo tiene, pero en el banco.
* Unión juega con un doble cinco bien definido, con jugadores acostumbrados a jugar en esa posición; el otro tiene un “5” de oficio y otro que se acomoda para acompañarlo si es que Domínguez elige cambiar el esquema.
* Mientras Unión no cambia nunca el 4-4-2, Colón sí. A veces, utiliza la alternativa de los dos puntas pero con enganche y en otras juega con un solo delantero neto y otro que en teoría acompaña pero que no juega tan arriba.
* Colón parece tener más variantes en cantidad de jugadores y esto llevó al técnico a ensayar cambios permanentes, sobre todo en el torneo anterior. En Unión, el 11 titular parece estable y definido.
No obstante estos rápidos apuntes, hay muchos aspectos en los que coinciden y son parecidos. Quizás Unión pueda sacar alguna ventaja con la salida que desde el fondo le otorga Bottinelli, pero tienen defensas similares (respecto de las características de marca y proyección de sus jugadores). En el medio, Colón puede tener menos dinámica pero tiene jugadores de manejo y experiencia como para conseguir el objetivo del entrenador de llevar el partido “al ritmo que a nosotros nos conviene”, como queriendo decir que no debe ser el mismo ritmo que le pretenderá imponer el técnico rival. Y arriba, los dos tienen un “9” al que hay que cuidar celosamente: Correa y Soldano.
Madelón conoce a Domínguez y viceversa. Esto es lo único que se puede tolerar como predecible. No creo que algo de uno pueda sorprender al otro. Quizás alguna jugada puntual de pelota quieta o esos detalles que, es cierto, muchas veces definen un partido. Pero entiendo que, desde lo táctico y estratégico, no hay motivos para que se pueda pensar en que alguno plantee un “partido de laboratorio”. Quizás se apueste a modificar posturas en relación con cómo se desarrolla el partido. Por allí, a Unión podría convenirle, por ejemplo, que se le abran espacios en el terreno rival para aprovechar la rapidez de Fragapane, Soldano y Troyanski. Pero Domínguez sabe que en un partido “normal”, Acevedo es el que manejará más tiempo la pelota, Mauro Pittón aparecerá a espaldas de los volantes rivales para capitalizar algún espacio que quede libre y los dos volantes laterales buscarán aportar llegada por afuera. Lo mismo Madelón, respecto del retraso de Alan Ruiz para tomar contacto con la pelota, algún pelotazo en profundidad para Correa (recordar de qué manera llegó el gol en el clásico anterior, cuando Conti metió un pase largo desde su propio terreno para el goleador) y la indudable capacidad que tienen los volantes, si están finos con la pelota, para tratar de manejar el juego.
Son equipos parejos y es un partido como ningún otro, casi al peldaño de una final. A diferencia de esta clase de instancias (la de una final), soy un convencido de que los clásicos no se tienen que perder; si se ganan, mejor. Pero la premisa es no perderlo. Y mucho más en esta instancia inicial del torneo, donde los dos técnicos están en otra búsqueda y con otros objetivos. Domínguez logró meter a Colón en una instancia interesante de Sudamericana destronando a uno de los mejores equipos del continente (San Pablo); Madelón quiere solidificar una idea y engrosar ese colchón de puntos que a esta altura se hace necesario para no lamentarse después. Ganar sería fenomenal; pero perderlo, no se lo “perdonaría” ninguno.
Todo a pedir de Colón
La dirigencia sabalera pergeñó una estrategia casi de “ingeniería” para afrontar la seguidilla de partidos que tendrá hacia fines de este mes de septiembre y comienzos del venidero.
Puntualmente, se confirmaron las fechas del miércoles 26 de septiembre y jueves 4 de octubre para los encuentros ante el Junior, en Barranquilla y Santa Fe, respectivamente. El horario del partido de ida será el de las 19.15 (hora local, las 21.15 de Argentina) y 19.30.
Antes del primer partido ante el Junior, en Colombia, Colón jugará el viernes 21 de setiembre ante Godoy Cruz en Santa Fe. Después del cotejo en Barranquilla, los sabaleros visitarán el domingo 30 de este mes a Boca en la Bombonera. Y luego de la revancha ante los colombianos, la cita será nuevamente en el Brigadier López, el lunes 8 de octubre frente a Newell’s.