Andrés Calamaro: "El tiempo mejora a las canciones cuando las tocamos en vivo"
El Salmón festeja los 25 años de “Honestidad Brutal”, con un show en Santa Fe lleno de clásicos, el jueves 21 en la Estación Belgrano. En la previa, el músico conversó con El Litoral.
Andrés expresa su amor por Santa Fe sin vueltas: “Me encantan los litorales, el río, el pescado, la grande música de la mesopotamia. Que me adopten”. Foto: Gentileza Prensa Andrés Calamaro
El 1° de octubre de 2010 fue la última vez que Andrés Calamaro se presentó en la capital de la provincia. “Santa Fe fue el prólogo perfecto para este flamante tramo de la gira”, contó en un aguardiente post-recital capturado en su web. El jueves 21 de noviembre, desde las 21, se cortará la racha: el Salmón visitará la ciudad cordial, más precisamente la Estación Belgrano (Bulevar Gálvez 1150), con sus canciones inoxidables y un énfasis en “Honestidad Brutal”.
El cantante estará acompañado por Germán Wiedemer, en piano; Julián Kanevsky y Brian Figueroa, en guitarras; Mariano Domínguez, en bajo; y Andrés Litwin, en batería. Las últimas entradas para el show pueden adquirirse en la boletería de Tribus (República de Siria 3572), solo en efectivo de miércoles a domingo de 18 a 0, y a través del sistema www.entraya.com.ar.
La mejor versión
“Abandonar la Capital, irse a Santa Fe” arranca “Mancada en La Pampa”. Sobreviviente de Camboya Profundo, la canción llegó por su porte jazzero a “Raíces: 30 años”, celebración de aquella primera incursión discográfica de Andrés junto a sus compadres uruguayos. También en los primeros 2000 se cocinaba a fuego lento “Las estaciones”. Decía así: “Ojalá los trenes de Argentina / nos lleven donde los sueños se cumplen”. Ese espíritu de convide rutero ecualiza con el arrullo del río en “Cada una de tus cosas”, “Patas de rana”, y otra perla oculta en la web llamada “Corrientes”. Recordemos: Salmón de río, compadre de Los Palmeras, AC también se deshizo en elogios a Leo Mattioli y, cruzando el túnel subfluvial, Juanele Ortiz.
“Aquello fue el rock como excusa para una búsqueda insaciable de la intensidad”, dice sobre los tiempos de “Honestidad Brutal”. Foto: Gentileza Prensa Andrés Calamaro
El Comandante se toma un tiempo (¿y un mate?) en su gira para contextualizar las dos últimas presentaciones en la ciudad (Gimnasia y Esgrima de Ciudadela, 2009; Unión, 2010) y enlazarlos con “Razzmatazz”. “Pasó una eternidad”, dice. “Me gustaría tanto hacer giras permanentes por nuestro país, por toda Sudamérica. En 2009 y 2010 tocamos mucho, grabamos un disco en medio. El último álbum es un vivo con aquella banda”.
Sobre este punto cardinal, Calamaro ahonda: “Conozco nuestro país de las giras, el paisaje son personas en los recitales, viajes por carretera, hoteles, olvidos y recuerdos. Intento tener una perspectiva federal, reconocer la dulzura del folklore y las gentes. Me encantan los litorales, el río, el pescado, la grande música de la Mesopotamia. Que me adopten. Salir de Buenos Aires es una auténtica alegría, me encanta nuestro país cruzando la General Paz. El litoral, el gran norte … la mejor versión de Argentina”.
Pintar y quemar
Un 30 de octubre viajan las preguntas al encuentro del Salmón. 64 años atrás nacía Maradona. Ese mismo día, pero de 2018, fue publicado “Cargar la suerte”. Diego Armando Canciones responde poco después del 52° aniversario de la muerte de Ezra Pound, uno de sus heterónimos en X. “El tiempo mejora a las canciones cuando las tocamos en vivo, empiezan de nuevo, las improvisamos, interpretamos”, responde enfocando la lente en “Honestidad Brutal”. Agrega: “Un recital es algo intimo con cien o diez mil personas que pagaron para vernos hacer algo genuino, como pintar un cuadro y quemarlo después. Eso es lo que hacemos”.
Pido permiso señores. Sale el periodista. Entro yo. Este hombre da fe del milagro: nunca hubiera creído ver en vivo “Eclipsado”. La canción, en variantes alfanuméricas, era el candado emocional de mis cuentas de mail y de la Universidad. Una contraseña. Diego Manrique descifra en su libro el slogan de ese álbum: “Honestidad Brutal o la huida hacia delante de Andrés Calamaro”.
“Prefiero letras anti careta, bien del palo, atrevidas. O críticas, o las que alientan la amistad y el honor”, expone Calamaro. Fotos: Gentileza Prensa Andrés Calamaro
Año 2022. Andrés revisita la obra. Publica “Honestidad Brutal Extra Brut”. El registro repone rarezas, versiones no oficiales y outtakes, entre otras especies. “Pero igual”, “Los reventados” y “Graciela” (celebrada alguna vez por Mauricio Maronna cuando X era Twitter) ejemplifican la escala de estilos y su incansable búsqueda desde la deriva o rizoma. Resuenan gestos antiguos: “Grabaciones Encontradas”, “Obras incompletas” o “Volumen 11”, por citar tres ejemplos.
En diálogo con El Litoral, Calamaro repasa cómo trataron los distintos tiempos esas canciones. Si, como le gusta decir, encontraron su horma. “Aquello fue el rock como excusa para una búsqueda insaciable de la intensidad, una interpretación dura de la psicodelia, vivir el fundelmundismo, el fin de mil años. Si, es aconsejable volcarse 24x7 a las letras, las grabaciones y celebrarlo con amigos, contrastar los estados de ánimo, hacer de la grabación una celebración extrema sin ponerse límites. Pero advierto el uso de sustancias inapropiadas que, las cosas como son, son el motor creativo de siglos de arte y obras. Casi un pacto satánico. Pero lo hicimos”.
Ser
En el horóscopo salmón, 2024 es un año cúspide. Se cruzan los 25 años de “Honestidad Brutal” con los 20 de “El Cantante” y los 40 de “Hotel Calamaro”. Obras vigentes en su época y en sus reverberaciones. Ejemplos sobran. En Spotify conviven, versionadas, “La libertad” (Tan Biónica), “Paloma” (Celeste Carballo) y “No me pidas que no sea un inconsciente” (Sir Hope). Viene a cuento la clasificación de Rodrigo Fresán en una nota publicada en 2010, para quien “Honestidad Brutal” está en la selecta lista de los álbumes de letra y/o música. A diferencia de los álbumes de género y/o sonido, aquellos son “discos de Calamaro que tratan sobre el fino arte de diseccionar canciones” (“Letra y música y todo lo demás también”, Página/12).
Mientras tanto, los inéditos crecen en el Canal Calamaro. Andrés da pistas de un disco de salsa y desliza que escribió un número considerable de redondillas durante la pandemia (algunas las compartió en sus recordables vivos de Instagram). Este año también fue parte del curso de Escritura de Canciones de Oralitura, coordinado por Alexis Díaz Pimienta, donde habló de la “batalla entre la rima y la prosa”, defendiendo a la rima consonante como ejercicio de estilo y por su apertura a horizontes conceptuales y narrativos insospechados. Ante la consulta al respecto, explica: “No estoy a la altura de Alexis y su club de poetas vivos. Para mí fue … una estación en el camino. Cultivé mis ensayos de rimas dos o tres años, sequé el río”.
Sobre su estrecho lazo con Dillom, cuenta: “Somos amigos y armamos esta sociedad musical con tiempo y conciencia”. Foto: Gentileza Prensa Andrés Calamaro
-¿Por dónde vienen las letras posteriores a “Cargar la suerte”? ¿Qué tópicos y estéticas que preocupan hoy a Calamaro son carne de verso y de canción?
-No sé si una letra tiene que imprimir la realidad literal, lo intento. Luego, para tocar rock no hace falta bajar línea pesada todo el tiempo, reconozcamos que no a todo el mundo le importa la letra, o tienen expectativas distintas -a las nuestras- por muchas o demasiado pocas. Puedo tener un enfoque más práctico y escribir letras porque son necesarias para cantar. Prefiero letras anti careta, bien del palo, atrevidas. O críticas, o las que alientan la amistad y el honor... Los textos sentimentales son un estándar dentro del género “canción”, escuchamos a Sinatra y a Los Beatles cantando estas cosas y lo adoptamos como una construcción estilística, pero mis letras no van todas de asuntos sentimentales que recreamos porque escuchamos tango, bolero y miles de textos en esa cuerda emotiva. En este momento el principal evento musical no es grabar un disco, me inclino a pensar que lo importante es tocar y tocar. Ser.
Rock y juventud
Una de las últimas participaciones de Andrés Calamaro en una grabación fue en “Mi peor enemigo”, la cuarta estación de “Por cesárea”, segundo álbum de Dillom. Antes hubo dos encuentros: intervino en el videoclip de “Ola de suicidios” y fue invitado para reversionar su canción salmonera, “Output input”, en el Movistar Arena.
“El principal evento musical no es grabar un disco, me inclino a pensar que lo importante es tocar y tocar”, define el Salmón. Foto: Gentileza Prensa Andrés Calamaro
En esta última ocasión, Andrés apeló a una de sus tantas facetas: bibliotecario de sí mismo. Ser quien descataloga, con asombro como si fueran de otro, los archivos secretos de Camboya Profundo. Así fue que revivió la melodía de “Astoria”, embrujada por la trompeta de Jerry González. Parece que hay química con Dillom, ¿no? “Muy buena, somos amigos y armamos esta sociedad musical con tiempo y conciencia. Mostré distintas cosas para elegir una muestra, luego fui a cantar coros y -al final de la grabación- llevé distintas barras y las grabamos. De lujo”.
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