Jueves 1.2.2024
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Liliana Colautti nació en 1964 en Esperanza, pero desde hace muchos años está radicada en Buenos Aires. Allí se dedica principalmente a las profesiones que eligió: kinesiología y psicología. Pero también a la literatura: hace pocas semanas presentó la primera novela de su autoría, que se titula “Wenceslao". Previamente, había transitado por el terreno del ensayo psicoanalítico en "Y en la calle se cayó, el tropiezo de la subjetividad" y “El retorno a Macondo”, este último centrado en "Cien años de soledad", de Gabriel García Márquez.
Foto: Gentileza de la autoraEn su libro, Colautti conecta dos problemáticas correspondientes a distintos momentos históricos pero cuyo centro es el ataque frontal a la dignidad humana: la explotación de los obreros de La Forestal en el norte santafesino (que corresponde a los años ‘20 del siglo pasado) y la trata de personas, un drama que se proyectó hasta el presente y cuya sombra no deja de perseguir a la sociedad argentina, sobre todo a sus eslabones más débiles.
El origen de “Wenceslao” se remonta hasta el paréntesis que impuso la pandemia, que debió afrontar mientras trabajaba en el Hospital Muñiz. En esa instancia dolorosa, la literatura fue salvavidas, cable a tierra y el pretexto para conectarse consigo misma. “En ese momento, tomé la decisión de participar en una clínica literaria con Dolores Reyes, a quien admiro mucho como escritora. Ahí fue donde arrancó todo”, explicó en una entrevista concedida a este medio.
Foto: Gentileza de la autoraEl paso siguiente consistió en seleccionar los temas sobre los cuales escribir. “La trata de personas es un flagelo que venimos padeciendo desde hace muchísimo tiempo, no solo los argentinos, sino el mundo entero. Siempre me conmovió”, expresó. Por otro lado el tema de la represión de los obreros surgió por el vínculo con sus lugar de origen, precisamente la provincia de Santa Fe, y la necesidad de visibilizar un tema que está relegado en la memoria colectiva.
“En nuestro país hubo muchas luchas obreras y huelguistas, pero la de La Forestal no se conoce tanto como, por ejemplo, las de la Patagonia con el libro de Osvaldo Bayer y la película. Me parecía que no el tema necesitaba tener un poco más de luz. Y trazar un paralelismo entre aquel pasado y este presente también sirve para que se visibilice. Que no sea solamente una cuestión histórica sino algo que se conecta con el presente”, explicó la autora durante la entrevista.
Gentileza de la autoraUna vez instalada en esos dos universos, realizó una investigación para poder ser lo más exhaustiva posible al describir las dinámicas de cada uno. “Me llevó más de dos años escribir la novela porque, por más que conozcas la temática, hay un proceso de investigación y de mucha lectura que me acercó más a las problemáticas”. A partir de ese bagaje, Colautti construyó una ficción, bajo la premisa de que era una forma de tolerar un poco más una realidad tan dura.
La novela está estructurada a partir de Wenceslao, un personaje que se halla en medio de una búsqueda de su identidad y Valle, una adolescente que queda atrapada en una red de trata de personas y se esfuerza por superar ese oscuro destino. “Si pensarlo demasiado y sin saber bien por qué, me encontré conectando la masacre de La Forestal con una historia actual donde aparece esta otra problemática que es la la trata de personas”, expresó Liliana. Para construir esos personajes, su recorrido como psicóloga resultó fundamental.
Foto: Gentileza de la autoraAdemás de visibilizar los hechos históricos relacionados con la acción de La Forestal en el norte y advertir sobre la trata, “Wenceslao” aborda el derecho a la identidad. Algo que tanto en el caso de los obreros de antaño como en las víctimas de las redes de trata, está completamente vedado o puesto en jaque. Y la necesidad de ejercitar la memoria. En la visión de Colautti, olvidar la deforestación que realizó la empresa inglesa impide considerar el impacto que tiene en la actualidad, “más allá de lo que ocurrió con las personas, por supuesto, que fue tremendo porque hubo muertes”, señaló. “En la medida en que podamos conocer más nuestra historia, menos la vamos a repetir”, finalizó.