Un libro que construye puentes entre el pasado y el presente
Dante Taparelli comparte los recuerdos que forjaron su infancia en Santa Fe. A través de relatos ágiles, dolorosos pero a la vez encantadores, el autor invita a un viaje nostálgico, donde personas, objetos y lugares se entrelazan para tejer la historia de un hombre.
Cada uno de los relatos de “Todo el cielo para mí” parece (como dijo un lector) el argumento de una película. Foto: Gentileza
Aunque vive desde hace muchos años en Rosario, donde desarrolló su labor artística y hasta llegó a ser secretario de Cultura de la Municipalidad, cargo que ejerció hasta hace muy poco, Dante Taparelli se crió en la ciudad de Santa Fe. En los años ‘60, cuando la capital provincial todavía hacía honor a su apodo “la cordial”, recorría su barrio, Sargento Cabral, como si fuera Sandokán en una selva remota. Y desafiaba incluso sus confines. Un recuerdo persistente, que aparece cada vez que pasa por el lugar en el cual hoy está emplazada la Redonda, es que en esos años de infancia iba con sus amigos a atrapar ranas. Otro es la poliomielitis, el enemigo público número uno de los niños de su generación. Pero hay muchos otros, que le sirvieron como disparador para su primer libro “Todo el cielo para mí”, que se lanzó recientemente.
Dante Taparelli, autor del libro. Foto: Guillermo Turin Bootello
Se trata de una serie de relatos que condensan momentos (algunos felices, otros no tanto) de la infancia de Taparelli, que fueron reunidos en una coedición de Gato Grillé y HyA Ediciones. Que el autor construyó a partir de un ejercicio que realiza con frecuencia, que es el de regresar a los puntos geográficos que marcaron su vida. “Todos los años me voy en el auto a recorrer mi barrio, de esa forma, vuelvo todo el tiempo a nutrirme” asegura el artista plástico, devenido ahora escritor. Y señala un aspecto que no por obvio deja de llamarle la atención año tras años: como las cosas que en un momento, con ojos de niño, eran gigantes y con las perspectiva se tornan chiquitas. “Soy un melancólico nostálgico”, admite.
Cada uno de los micro relatos que componen “Todo el cielo para mí” parece (como dijo un amigo de Taparelli después de leerlo de cabo a rabo) el argumento de una película. Así de ágiles y contundentes son. Lo cierto es que el formato le sirve al autor para inmortalizar en el papel momentos, personas, lugares y objetos que fueron parte de su niñez y lo hicieron, en sus propias palabras, “un hombre fuerte hoy”.
Gentileza
En efecto, muchos de los relatos parecen, gracias a la sensible evocación y al aura de esperanza, encantadores, pero son en el fondo muy dolorosos. “En la mente de un niño como yo, que en muchos aspectos fui vulnerado pero no vulnerable, todo queda marcado. Mi supervivencia fue gracias a las herramientas que me aportó ese mundo nuevo que yo mismo descubrí. Me pareció que en este momento en mi vida, en el cual ya tengo resueltas un montón de cosas, era necesario volver a los orígenes”, asegura Dante.
Personas y objetos
Las personas (la madre, la tía, los amigos) ocupan un lugar fundamental en “Todo el cielo para mí”. Pero también los objetos, a los cuales Taparelli les asigna un enorme valor. “No están muertos, están vivos porque tienen la esencia de los lugares y los momentos donde estuvieron”, explica. De hecho, varias de las piezas literarias que integran el libro, están moldeadas precisamente a partir de algún objeto: una moneda, un salchichón, una osamenta y muchos más.
Los relatos o memorias que forman el libro tienen su complemento ideal en las ilustraciones de trazos simples de Víctor Cittá Giordano, quien captura la esencia de los mismos. “Siempre tuve respeto por su trabajo, es un artista muy comprometido, un talentosísimo dibujante y me pareció que era una oportunidad sumarlo. Interpreta lo que yo escribí y lo plasma con tres líneas”.
Foto: Guillermo Turin Bootello
Las piedras de la memoria
En el popular cuento infantil Hansel y Gretel se adentran en el bosque. Para no perderse, deciden arrojar miguitas y así marcar el camino. Cuando los pájaros se las comen, quedan perdidos. “Bueno, yo dejo piedras para poder volver”, asegura Taparelli. “Todo el cielo para mí” es una de esas piedras. “De todo lo que hice en vida, lo único que no quiero que se pierda es este libro”, finaliza.
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