Huyó del nazismo, trabajó en Hollywood y trajo su música al Teatro Municipal
La clavecinista Alice Ehlers, cuya vida se entrelaza con los tumultuosos eventos del siglo pasado, estuvo en Santa Fe en 1929. Fue una artista enamorada de Bach, que se dedicó a “dominar el estilo y el alma de los siglos XVII y XVIII”.
Alice Ehlers junto a Paul y Rudolf Hindemith. Foto: hindemith.info
En la primera mitad del siglo XX la ciudad de Santa Fe había en el público santafesino una constante predisposición a participar activamente de las actividades culturales. Referentes de distintas ramas del arte eran recibidos efusivamente no solo por las personas vinculadas directamente con tales disciplinas, sino por una población curiosa e interesada por las diversas expresiones. En este mismo espacio se hizo referencia, por ejemplo, los conciertos ejecutados por el pianista Arthur Rubinstein, la exitosa conferencia que brindó la poetisa Gabriela Mistral y la muestra artística que abrió el pintor porteño Benito Quinquela Martín.
Archivo El Litoral / Hemeroteca Digital Castañeda
Hubo, sin embargo, casos que fueron menos resonantes pero que sirven para subrayar el lugar preponderante que ocupó la capital provincial. Es el caso de Alice Ehlers, la clavecinista de origen austríaco que a finales de los años 20 mostró su labor en el entonces joven Teatro Municipal de Santa Fe. Los diarios santafesinos de la época, en especial El Orden, se hicieron eco de su presencia en Santa Fe, que tuvo como corolario un concierto el último domingo del mes de junio de 1929. Antes de proseguir, cabe precisar un término: el clavecín (también cémbalo) es un instrumento musical con teclado, de cuerda pulsada, muy popular durante el Barroco.
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La historia de esta intérprete y docente nacida en 1887 tiene ribetes que la tornan interesante en la medida en que, como en la película “El pianista” (2002) de Roman Polanski, los sucesos sociales y políticos que configuraron el siglo pasado tuvieron repercusión sobre su vida y cambiaron su dirección. Es que Alice, nacida en Viena, provenía de una familia judía. De modo que en la década de 1930, en coincidencia con el ascenso del nazismo en Alemania y su proyección en el resto de Europa, se vio obligada a viajar a Estados Unidos.
Ya en América y en otro giro de esos que marcan una biografía, tuvo una breve participación en el Hollywood dorado: en la adaptación cinematográfica de la novela “Cumbres borrascosas” de 1939 interpretó una obra de Mozart en un clavecín durante una escena montada en una fiesta. En esta película, Ehler se codeó con el star system: el director era William Wyler y los protagonistas Merle Oberon, Laurence Olivier y David Niven, que eran ingleses pero habían pisado con fuerza en los estudios americanos.
"Cumbres borrascosas", película que incluye un cameo de Alice Ehlers. Foto: Samuel Goldwyn Company, United Artists
Otro rasgo de su vida que merece destacarse es la amistad que cultivó con Albert Schweitzer, ganador del Premio Nobel de la Paz en 1952. Ehlers, de hecho, aportó su granito de arena en las contribuciones que hizo este médico, filósofo, teólogo y músico franco-alemán. Considerada como una de las más hábiles intérpretes de la música barroca (ella misma confesó que amaba las obras de Bach), Ehler eludió las dificultades de realizar giras con un instrumento tan complejo como el clavecín y realizó giras en Palestina, Rusia y América del Sur. Una de las cuales incluyó, entre otros destinos, a la ciudad de Santa Fe.
El cariño por Bach
En su edición del jueves 27 de junio de 1929, El Orden realizó el anuncio de la actuación de Ehlers, prevista para el domingo siguiente. Lo hizo en estos términos: “es una artista que goza en Europa de una justa celebridad, porque no solo es una intérprete extraordinaria por su técnica y su temperamento, sinó también un artista enamorada de una época fundamental de la música y que ha contribuido con sus investigaciones a aumentar el precioso acervo y con sus ejecuciones a restablecer el estilo puro pero no frío y monótono que conviene a una música sabia, inspirada y profunda”. También anunció el periódico santafesino el programa del concierto, integrado por obras de Johann Pachelbel, J. Bach, Domenico Scarlatti, Francois Couperin, Jean Philippe Rameau y Claude Daquin.
Archivo El Litoral / Hemeroteca Digital Castañeda
Ese mismo jueves, Ehlers ofreció una audición en Amigos del Arte, oportunidad en la cual El Orden la pudo entrevistar. Allí, la intérprete dejó varios conceptos, que fueron vertidos en la edición del viernes 28 de junio de 1929. “Mi cariño por Bach y la música antigua en general fueron la causa de que concurrí una vez a un concierto de Wanda Lewandowska. Esta audición fue decisiva para mi evolución. Había encontrado el instrumento musical cuya resonancia es el elemento básico de la música antigua. Desde entonces me he dedicado exclusivamente al estudio del clavicémbalo”, aseguró Ehlers.
Foto: bach-cantatas.com
Más adelante, apuntó que “no solo se trataba de una transformación de la técnica, puesto que las teclas se tocan de un modo diferente que las del plano ni tampoco se trata solo de dominar los registro que, en los instrumentos modernos, han sido a menudo colocados en los pedales. Se trata sobre todo de una nueva comprensión espiritual que es necesaria para dominar el estilo y el alma de los siglos XVII y XVIII”. La destacada intérprete murió en 1981, cuando había pasado los 90 años de edad.
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