"La hora del vampiro", ícono del género en la historia del teatro rosarino, llega a los escenarios de la ciudad con una serie de presentaciones sábado 23 a las 21hs y el domingo 24 a las 20 en Teatro Astengo (Mitre 754).
En su regreso, el clásico del género de terror llega al Teatro Astengo el 23 de septiembre y el 24, promete un gran despliegue de voces, vestuario y escenografía. Este medio entrevistó a Leonardo Martín Pardo y Lucía Jimeno.
"La hora del vampiro", ícono del género en la historia del teatro rosarino, llega a los escenarios de la ciudad con una serie de presentaciones sábado 23 a las 21hs y el domingo 24 a las 20 en Teatro Astengo (Mitre 754).
En diálogo con este medio, Leonardo Martín Pardo y Lucía Jimeno reflexionan sobre la puesta en escena con la que vienen triunfando.
Un musical original que coquetea entre los límites del género de terror y el humor satírico, donde no faltan referencias a la literatura clásica sobre el mítico Nosferatu y sus múltiples representaciones tanto teatrales como cinematográficas.
-¿Cómo es montar un musical como “La hora del vampiro”? ¿Qué desafíos y coordinación conlleva tal proyecto?
-Es hermoso y complejo. Una producción de semejante envergadura requiere estar atentos a muchos detalles, y coordinar mucha gente, interna y externa. Creo que ese es el mayor desafío, pero por suerte el equipo de Formarte funciona muy bien. Eso hace que también sea muy gratificante.
-¿Cómo recibe el público rosarino las obras musicales?
-Muy bien. Es un excelente público, para casi cualquier tipo de espectáculo. Disfruta y se disfruta también. Los musicales en general tienen buena llegada en la ciudad, tanto locales como las producciones de gira. Hay un público cada vez más ávido de nuevas propuestas.
-¿Qué actividad es más riesgosa, la composición o la producción?
-Son riesgos distintos, no sé si uno es mayor que el otro. La producción es un riesgo más completo, si se quiere, porque hay muchos factores en juego; creativos, económicos, etc. La composición es un riesgo más íntimo.
-¿Qué es lo que más te sorprende de lo que genera la obra en el público?
-La inmersión. Es una obra que logra que el espectador entre de lleno en este mundo donde existen los vampiros y se quede con nosotros hasta el final. Se ríe, se enternece, siente emoción por los personajes. Realmente vemos que se disfruta la historia.
-¿Qué diferencia hay con este vampiro del monstruo que se conoce por la novela y las películas?
-Radú es sinónimo de maldad. En las películas los vampiros están romantizados, y en la novela original de Drácula, no conocemos su motivación. En La Hora del Vampiro la conocemos y no tiene ninguna cualidad que lo redima. Es la encarnación de la maldad, la venganza y el odio.
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