Sábado 9.3.2024
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“Se requiere de mucha desesperación, insatisfacción y desilusión para escribir unos pocos buenos poemas”. Hoy, 9 de marzo, se cumplen 30 años de la muerte del escritor estadounidense Charles Bukowski. Fue un representante del realismo sucio y considerado un “poeta maldito”. Tal “etiqueta” le fue conferida por su alcoholismo, su existencia bohemia y, sobre todo, por su crudo y directo estilo literario, a través del cual exploró aspectos oscuros de la vida urbana.
Nació el 16 de agosto de 1920 en Andernach, Alemania, pero pasó la mayor parte de su vida en Los Ángeles, Estados Unidos. Ciudad en la cual, en el universo de la ficción, vivía otro gran cronista de los lugares sombríos del alma humana, el detective Philip Marlowe, creado por Raymond Chandler.
Cultura InquietaBukowski tuvo una niñez signada por la pobreza, el abuso y la violencia. Esas experiencias de los primeros años de su paso por el mundo, serían determinantes para la inclinación que tendría su obra en las décadas posteriores. A partir de su adolescencia, se ocupó de varios empleos temporales. “Es increíble lo que un hombre tiene que llegar a hacer sólo para poder comer, dormir y vestirse”, expresó una vez.
Recién en los años ‘60 del siglo pasado, cuando había pasado los 40 años de edad, empezó a obtener una creciente validación como poeta, a partir de la publicación de obras como “Flower, Fist, and Bestial Wail” y “Post Office”. Escribía sobre el alcohol, la alienación, el sexo y la desesperación. Esa tendencia a buscar inspiración en terrenos controversiales, le otorgó, para bien o para mal, visibilidad en la escena literaria. “Si eres un fracasado, es muy probable que seas un excelente escritor”, afirmó en una oportunidad, fiel a su estilo.
Bukowski se convirtió en una figura representativa del movimiento literario conocido como “realismo sucio”, que retrata la vida cotidiana en forma cruda y realista. No hay, en el universo de este poeta, tiempo para quejarse por el destino cruel del ser humano, pero menos aún idealizaciones. “Un valiente es casi siempre un hombre sin imaginación”, habría de señalar alguna vez.
A lo largo de su carrera, publicó varias colecciones de poesía, novelas y cuentos, como “Factotum”, “Women” y “Ham on Rye”. Sin embargo, su vida estuvo atada a cierta paradoja: su fama como escritor estuvo atada a un estilo de vida sencillo pero autodestructivo, caracterizado por el consumo excesivo de alcohol y una lucha constante contra la depresión.
ArchivoMurió el 9 de marzo de 1994 en San Pedro, California, pero su obra no deja de ser revisada tres décadas después, por quienes quieren ingresar a un universo poético sin parangón. “Tienes que morir unas cuantas veces antes de poder vivir de verdad”, resaltó una vez. Y, en una de las entrevistas que concedió, donde ponía en juego su carácter lúdico y controvertido, dijo: “la mayoría de la gente va del paritorio a la tumba sin que apenas les roce el horror de la vida”, dijo una vez. Él, en cambio, los miró de frente y los bajó al papel.
Los escritos de Bukowski van al hueso cuando refieren a temas tabú como el alcohol (que bebía en grandes dosis), el sexo (frente al cual tuvo una posición muy libre), la alienación y la desesperación del ser humano (que tradujo como nadie). Su lenguaje es directo y su estilo, desinhibido. “La carne cubre el hueso y la carne busca algo más que carne. No hay ninguna posibilidad: estamos todos atrapados por un destino singular. Nadie encuentra jamás al otro. Los tugurios se llenan, los vertederos se llenan, los manicomios se llenan, los hospitales se llenan, las tumbas se llenan, nada más se llena”, escribió.
Como poeta, buscó “materia prima” en las calles, los bajos fondos y las experiencias de los marginados. “Las moscas son furiosos pedacitos de vida; ¿por qué están tan furiosas? parece que quisieran más, parece casi como si estuvieran furiosas por ser moscas; no es mi culpa. Me siento en la habitación con ellas y me joden con su agonía; es como si fueran pedazos de alma abandonados en algún lugar. Intento leer un diario pero no piensan dejarme en paz, una parece subir en semicírculos por la pared, emitiendo un miserable sonido sobre mi cabeza; la otra, la más chica, se queda cerca y me molesta en la mano, sin decir nada, elevándose, cayendo, volviendo a trepar”, dice uno de sus trabajos.
Ulf AndersenA través de sus escritos, Bukowski colocó un escalpelo al ser humano y a sus luchas internas y externas, sobre todo aquellas propias de la sociedad moderna. Sus personajes son antiheroicos y afrontan como pueden la alienación, la monotonía y la búsqueda de sentido en un mundo adverso. “Hay cosas peores que estar solo, pero a menudo toma décadas darse cuenta de ello. Y, más a menudo, cuando esto ocurre es demasiado tarde y no hay nada peor que un demasiado tarde. Le puse el seguro a la puerta del auto y al levantar la mirada vi a este tipo caminando hacia mí se parecía a Peter mi viejo amigo pero no era Peter, era un hombre demacrado en jeans y camisa azul de trabajo y me dijo: “Oye, mi esposa y yo necesitamos algo para comer, morimos de hambre”. Miré detrás de él y ahí estaba su mujer que me miró con ojos a punto de lágrimas. Le di un billete de cinco. “¡Te amo, hombre!”, gritó, “No me lo gastaré en bebida”. “¿Por qué no?”, le contesté, “Es lo que yo haría”, escribió.
Bukowski no tenía miedo de enfrentar temas difíciles o de presentar personajes imperfectos y defectuosos. “Me desperté en medio de la sequedad y los helechos estaban muertos, las plantas amarillas como maíz en sus tiestos; mi mujer se había marchado y las botellas vacías como cadáveres desangrados me rodean con su inutilidad; sin embargo seguía brillando el sol, y la nota de mi casera estaba arrugada en una amarillez agradable e inofensiva, ahora lo que era necesario era un buen comediante, al viejo estilo, un bufón que bromee sobre el dolor absurdo; el dolor es absurdo, porque existe, nada más”, señala uno de sus poemas.
ArchivoDaniel Gigena, en un artículo que publicó en La Nación, afirmó sobre el poeta: “consideraba que era una suerte ser famoso en Europa y poco conocido, e incluso censurado, en Estados Unidos; tildado de ateo, machista, homofóbico, se declaró creyente de la bondad de las personas (a las que no obstante quería lejos de él) y en el poder de los gatos de alargar la vida; en su opinión el alcohol estaba entre las mejores creaciones de la humanidad. Fue, durante décadas, el prototipo del escritor underground, epítome del realismo sucio estadounidense. Su narrativa, que le trajo fama y dinero, eclipsó en parte la obra poética, que lo perfiló como un ‘antibeat’ de la clase trabajadora. Detestaba a Allen Ginsberg, Neal Cassady y William Burroughs y admiraba a Ezra Pound”.
Silvina Friera, en Página 12, escribió: “‘Vivo, luego escribo’. La frase no la dice con una botella de cerveza o de vino en la mano, pero la encarna como pocos escritores en la segunda mitad del siglo XX. Charles Bukowski elige vivir borracho (casi) siempre, y escribir prosa y poesía a su manera: con la rabia autobiográfica del perdedor que no encaja en el american way of life, con un lenguaje directo y procaz. El registro coloquial de sus narraciones se despliega en una puntuación arrebatada que prescinde de las mayúsculas y conecta fuertes encabalgamientos en versos libres, como si la escritura no aceptara domesticación gramatical ni sintáctica. La anarquía del vivir y el orden de escribir”.
“¿Así que quieres ser escritor? Si no te sale ardiendo de dentro, a pesar de todo, no lo hagas. A no ser que salga espontáneamente de tu corazón y de tu mente y de tu boca y de tus tripas, no lo hagas. Si tienes que sentarte durante horas con la mirada fija en la pantalla del computador o clavado en tu máquina de escribir buscando las palabras, no lo hagas. Si lo haces por dinero o fama, no lo hagas. Si lo haces porque quieres mujeres en tu cama, no lo hagas. Si tienes que sentarte y reescribir una y otra vez, no lo hagas. Si te cansa sólo pensar en hacerlo, no lo hagas. Si estás intentando escribir como cualquier otro, olvídalo”. Tres décadas después de su muerte, Charles Bukowski puede ser amado u odiado, pero jamás olvidado.