Los artistas plásticos santafesinos reflexionaron sobre la ciudad que los inspira, su presente, y esbozaron miradas hacia lo que serán los próximos 50 años.
Soy un artista orgulloso y agradecido a la vida de haber nacido y pertenecer a la ciudad de Santa Fe.
Hoy, a casi 5 siglos de la existencia de esta ciudad, siento el orgullo y el compromiso de integrar el colectivo de quienes día a día, desde sus diferentes perspectivas, honramos la Ciudad.
Sin solución de continuidad, durante 40 años de trabajo en el arte, he desarrollado mi obra -fundamentada en el concepto del surrealismo- generando muestras que han marcado distintos momentos de la ciudad en perspectiva de futuro.
Por eso, no es casual la mega muestra del año 96, en el molino Marconetti, en el corazón del Puerto de Santa Fe -en aquel momento deshabitado- hoy sea un centro Cultural en torno del cual el desarrollo urbano engalana la ciudad.
O que la emblemática Estación Belgrano en el 1997. y nuevamente 2019, fuera recorrida por cientos de santafesinos para transformarse en el lugar más icónico para los encuentros ciudadanos con el arte, el emprendimiento, la gastronomía, el turismo...
O que en el '90 -y sin saberlo- haya hecho toda una producción artística sobre Sigmund Freud cuando simultáneamente se creaba la primera Biblioteca Freudiana de Santa Fe con el objeto de generar el encuentro y el diálogo entre el psicoanálisis y los saberes de la academia, la ciencia, el arte y la cultura...
Estos pequeños saltos de crecimiento y expansión de la ciudad que me ha permitido poner mis sueños en proyectos realizables, son los que me inducen a soñar hoy una ciudad donde el impulso para crecer sea el resultado de un consenso entre lo público y lo privado, con la participación de todos los actores que hacen la ciudad y se comprometen con el futuro.
En este consenso de emprendedores, empresarios, profesionales diversos, técnicos, científicos, hombres y mujeres "de a pie" que aman y defienden la ciudad, los artistas tenemos la mirada mágica que nos permite ver, palmariamente, lo que hoy no está aún en el territorio: Imagino y sueño con una Santa Fe generosa, de colores naturales, con un ambiente limpio, con instituciones públicas amigables, con obras de artistas en los corredores públicos, con turistas recorriendo los mejores rincones y llevándose en sus retinas toda la belleza de una ciudad para imitar... como yo mismo en mis tantos viajes al exterior he traído para plasmar en la tela.
Debe ser por mi inclinación a observar y admirar la arquitectura, que tengo una mirada de Santa Fe desde ese lugar, y a pesar de no haber nacido acá, desde muy chico sentí apego por lo histórico, por lo "viejo", a lo mejor por esa fantasía de remontarme en el tiempo e imaginar la vida en esas casonas del sur, en esos templos centenarios cargados de tanta historia.
Si bien hemos perdido bastante, en pos del "progreso", es mucho lo que todavía podemos disfrutar en Santa Fe, actualmente hay una conciencia y un programa de conservación. Ojalá perdure en el tiempo y que sea uno de los parámetros a tener en cuenta por los gobiernos futuros.
Si bien no he sido convocado para escribir de arquitectura, lo hago porque tiene que ver con mi arte, con mi trabajo, con generar conciencia y dejar a las generaciones venideras un testimonio de cómo era nuestra ciudad y también de indagar en el pasado para ver y aprender.
Para los quinientos años imagino una ciudad que haya podido conservar el patrimonio, con proyectos de desarrollo en zona portuaria, destacando la belleza natural de sus ríos, y con una planificación edilicia responsable que en la actualidad entorpece, oscurece de alguna manera el diario transitar, con un desarrollo vertical que nos impide el disfrute de la belleza del pasado.
Cuando pienso en Santa Fe inmediatamente vienen a mí recuerdos de la adolescencia, quizás porque es en ese momento de la vida cuando empezamos a elegir dónde ir en vez de ser "llevados" por otros. De repente tenemos la obligación de saber volver y es ahí cuando realmente conocemos el lugar donde vivimos.
Será por esto que la imagen que tengo de la ciudad no sea la más representativa hoy por hoy.
Yo crecí con la silueta mutilada del Puente Colgante, que a pesar de eso era para nosotros un lugar de encuentro y de romántica introspección que de alguna manera se perdió con su tan esperada reconstrucción.
Algo parecido me pasa con la actualidad comercial del puerto, que sin duda es aprovechada y disfrutada, pero, ¿acaso no se perdió la nostalgia? O la estación de trenes que en su decadencia tantas veces dibujé, hoy me toca verla convertida en centro cultural para mi alegría y desilusión.
Es verdad, todo esto es como una imagen en sepia de una Santa Fe que ya no es, pero de alguna manera quería dar testimonio de esa ciudad otrora gastada, que todavía vive en mí.
La vida nómada, que ahora llevo, me hace soñarte, pero permite regresar a ti cada verano y disfrutarte con ojos de turista.
¡Y cuanto lo hago!, Estás tan cambiada, llena de bares y espacios nuevos, llena de arte y jóvenes generaciones, de rostros que ya no conozco, que caminan por la Costanera con el mate bajo el brazo y una informalidad global que me enamora.
Te has renovado y rejuvenecido, mi querida Santa Fe.
Hueles a masa madre y reflejas LED como luciérnagas de la costa que visitan los encuentros nocturnos de amigos y familias.
Lo que más amo, ese murmullo mezcla de risas, cantos y tambores, que por aquí o por allí desvelan las madrugadas.
He conocido más de 30 países, caminado por miles de calles y he visto el atardecer en muchos paisajes, pero sin duda, quisiera envejecer en un rincón de tu Bulevar.
Brindo porque así sea, rumbo a tu cumpleaños mi querida ciudad donde nací, me enamoré, fui madre, me hice Artista hasta el alma y finalmente vuelvo a ti transformada en mi esencia más profunda.
Resulta difícil hacer comentarios de los artistas de la última generación, contemporáneos todos ellos, por el temor de pecar de omisión. La familiaridad de su presencia, me puede jugar una mala pasada, por lo que voy a omitir calificativos y solo expresaré las condiciones socioculturales que percibimos en el arte local y principalmente con una visión instalada desde la Sociedad de Artistas Plásticos Santafesinos.
Santa Fe vive una etapa brillante de su producción artística. Basta notar la cantidad de eventos que semanalmente se inauguran, la variedad de artistas expositores en sus diversas técnicas y manifestaciones, la cantidad de nuevos locales de arte abiertos en estos últimos años, los programas de radio y televisión sobre temas y noticias de referencias, nombres de artistas y su presencia en casi todos los Salones y concursos regionales y nacionales, la extraordinaria cantidad de talleres de arte y los notables alumnos egresados de las Escuelas de Arte, por número y calidad.
Considero que la convocatoria artística y cultural, en nuestra ciudad de Santa Fe, con sus teatros, auditorios, centros culturales, museos, galerías, en estas últimas décadas, ha crecido considerablemente.
Con la aparición de las fábricas culturales, también se hizo presente la familia y, con ello, visitantes de todas las edades. No obstante, hay sectores vulnerables que, a pesar de esta amplia y variada oferta, no acceden a estos ámbitos. Es cierto que, en la ciudad, hay una gran apertura propiciada desde la provincia y el municipio para la concurrencia a estos lugares multidisciplinares, pero estas políticas no estarían resultando suficientes para acercar estas propuestas de manera más igualitaria. El proyecto para las próximas décadas debería enfocarse en lograr que aquellos grupos de la comunidad que hoy están ausentes dispongan de las herramientas para acercarse y ser parte del panorama cultural santafesino.
Creo que el arte y la cultura deberían abarcar todos los sectores de una sociedad. Si bien es cierto que en no todos los hogares hay una mirada dirigida hacia el arte y la cultura, estoy convencida de que somos nuestro contexto y, en este, nosotros, los educadores, junto a las políticas culturales, tenemos la posibilidad de provocar un cambio significativo e inclusivo para lograr una sociedad mejor.
(*entendiendo cultura como un proceso social de cambio, donde se eduque en el conocimiento tanto conceptual como espiritual).