Es sencillo, lo parece, es aparente, que en el espectáculo se sabe quien gana, quien pierde y de qué modo. Bueno, tal vez... Este primer año con La Peste convirtiéndose en endémica, demostrando que llegó para quedarse la temporada, vistas las más grandes ofertas, deja saldos.
En principio cubramos dos deudas. Una obra y un sector. La obra “Radojka”. El sector el teatro marplatense.
Fue la última que vimos y comentamos (vimos otras y no las comentamos). “‘Radojka’ es la comedia éxito del 2021 de la calle Corrientes, protagonizada por Patricia Palmer y Victoria Carreras”. “Bajo la dirección de Diego Rinaldi el público y la critica la posicionaron entre las primeras y por eso este verano la obra tendrá doble estreno el 27 de diciembre arriba al Teatro Provincial de la ciudad de Mar del Plata con Patricia Palmer y la incorporación de Victoria Carreras los lunes y martes 21.30; y el 7 de enero regresará con Patricia Palmer y Cecilia Dopazo al Teatro Picadilly los viernes sábados y domingos a las 21hs. ‘Radojka’ es una comedia de humor inteligente escrita por los uruguayos Fernando Schmidt y Christian Ibarzabal, ideal para estos tiempos en donde la risa es tan sanadora”. “Más que del desempleo, de lo que habla la obra es de la exclusión”, aclaró la actriz en una entrevista con La Capital de Mar del Plata. La trama de la pieza enfrenta a dos mujeres que orillan los 50 años, ambas cuidadoras y ambas a punto de perder sus trabajos, en un sistema laboral que tiende a excluir a las mujeres adultas. “La comedia que tiene dirección de Diego Rinaldi es la oportunidad para ver a Palmer en un rol que le calza como anillo al dedo: los dilemas feministas encuentran en ella profundidad, reflexión y empatía desde que era muy pequeña”. “Vengo de una familia con fuertes raíces anarquistas catalanas”, contó la actriz, docente de teatro, psicóloga y también dramaturga”. “Los autores de la obra son Fernando Schmidt y Christian Ibarzabal, quienes escribieron esta comedia de humor negro que, en tan sólo unos 70 minutos, cuentan una historia tan trágica como divertida”.
Pondría un aplazado al redactor de estas gacetillas (“como anillo al dedo”, “reguero de pólvora”, “llovizna pertinaz”, “pavoroso incendio”, “espectáculo dantesco”... uff) pero resuelven la crítica.
No opinamos como los gacetilleros. Ni es tanta la denuncia, ni es tanta la tragedia pero el libro de los autores uruguayos define una de las características de la temporada. Textos versus atracción por los nombres de los protagonistas, con un pasado mediático más importante que sus condiciones actorales. Esa fue y es la pelea.
En ésa pelea se inscribe, con su modo tan especial de vivir dos vidas (una de permanentes en el invierno, otra llena de visitantes en el verano) el teatro marplatense. Cruzado por el perfil ideologizante, que tanto constriñe, pero tanto ayuda al fervor, los actores marplatenses (no todos) insultan y denigran al teatro comercial pero arman sus obras en función de la temporada de verano. Se entiende. Una ciudad de menos de un millón que es atravesada por 3 millones en tres meses suma 4 millones de personas, no es la misma ciudad. Mantener el mismo pensamiento se dificulta. Marx hablaba hace tiempo de la agudización de las contradicciones. Trotsky también. Se incorpora un sector del peronismo irredento en una ciudad que no vota peronismo, como Rosario, como Santa Fe. Con menos virulencia que la militancia política pero igual rigor eso cruza el teatro marplatense que es mucho y es bueno y cada año se encarama al muro del desafío. Cobremos entrada (comercio) ofertemos lo nuestro. Más de 150 obras anotadas al premio Estrella de Mar son el certificado de vida, de larga vida. Aleluya hermanos. No haremos la revolución, pero contaremos lo nuestro y el teatro, hermanos, es contar. En este caso el asesino es el mayordomo.
Perdón por la insistencia, en la temporada marplatense el asesino es el mayordomo. Nadie entra a un teatro ignorando qué encontrará.
El juego de denunciar el misterio de la pieza policial (“El asesino es el mayordomo”) es otra frase hecha. Todas son ciertas, son pertinaces las lloviznas y en MDQ todos saben de qué va la cosa con el espectáculo. Hay límites que se corren, eso es el siglo XXI que avanza. Otras cuestiones siguen firmes.
Este verano el transformismo, la transexualidad, el José por el día y María por la noche ya no espanta a nadie y el paso que dieron es genitales al aire y gesticulaciones del Kama Sutra en función. Pocos burgueses se espantan.
A poco de mostrarlo todo y hacerlo todo aparece el juego del teatro: vestuario, máscara luces, misterio. El submundo entró en el mundo y las leyes son iguales, atracción para que entren a la sala, buena oferta para que vuelvan.
El juego tiene una premisa mayor: si llegás con algo conocido y sos conocido ganamos tiempo... y el verano tiene poco tiempo es cierto pero, ay, posee sus límites.
Cerutti es conocido y lo suyo ya no sirve. Nito Artaza es conocido y lo suyo ya no sirve y hagamos un punto: muchos personajes conocidos mediáticamente nunca quisieron aferrarse a un libreto de terceros. Recuerdo como Artaza arruinaba “La Jaula de las locas” por no respetar un texto y componer un personaje. Obvio, eso indicaría estudio y conocimiento.
En el otro extremo el imán, la fuerza de la relación, tan enigmática como segura entre “Nico” Vázquez y un público teatral (lo van a aplaudir al teatro) básicamente admiradores de lo suyo, su vida, sus personajes, su actitud y ese “yo-no-se-qué”, se insiste, de esa relación, el misterio de un diálogo que llena teatros, devuelve taquillas y no exige otra cosa que presencia sin más composición de personajes que la propia “cara limpia” y jadeos y balbuceos propios.
Vamos de nuevo: el asesino es el mayordomo. A eso van, eso encuentran. Y por el andarivel primero, “entrando por vía primera tren procedente de...” el teatro de texto.
Brandoni haciendo un Gorostiza es eso. La Palmer haciendo “Radojka”. “Eva y Victoria”. El mismísimo Gerardo Romano, parado sobre su ego compone “Un Judío común y corriente” disfrazado de Romano, pero por debajo hay un texto. El histrionismo cuasi siquiátrico de Pompeyo Audivert llevando a Shakespeare a su propio “desnivel” de equilibrio indica texto, comprensión de texto. Hasta Dady Brieva supera las 2 horas de monólogo con nostalgias, pero finalmente es texto.
En el límite Bossi se aferra a un libreto pos peste que desarma y rearma pero se oferta allí, en el límite.
Ése límite en Mar del Plata deriva en una pregunta. La taquilla de Nico Vázquez y Bossi (las dos más importantes) con material menor y muy menor -en ése orden- superando a los espectáculos con texto que tienen en común: parecería que dos. Grado de conocimiento y liviandad.
Sobre el mismo límite “Casi Normales” (comedia estrenada en el siglo XXI con fama mundial) que pretendía ser el tanque de la temporada no lo es y salva la ropa, al igual que Fátima, que baila y canta mientras hace imitaciones que ya todos conocen y caramba, van a ver y escuchar eso… no en tanta cantidad de entradas vendidas.
Es evidente que, si se mide por taquilla el asesino no es, atención, no es el mayordomo pero... damas y caballeros, el asunto se complica. Donde la gente estuvo de un modo, digamos, masivo-masivo fue en los espectáculos musicales, los recitales.
María Becerra vino una sola vez por estos pagos de las pampas chatas y fue a esta ciudad y esos “campus” de alarido, luces, sonidos, madrugada y convocatoria de otro modo para otra cosa y, claro está, con diferente destino. Más de 40 recitales con los más gruesos y espesos, desde la Becerra a Luciano Pereyra y Divididos o Ciro es un “mucho barra mucho”. Detalle. El código QR para entrar, para los estacionamientos, para las entradas. Otro siglo, el siglo XXI.
Deberíamos confesar algo en el rubro Espectáculos. Todos quieren ganar dinero, vamos por eso, pero el futuro son las redes y este verano triunfaron aquellos que vinieron de las redes y ejercitemos la evidente honestidad que da la superficie: en las redes no hay mayordomos, hay seguidores o anonimato.