Las bitácoras eran a los antiguos navíos, lo que mucho tiempo después fueron las cajas negras a los aviones.
Un intento por rescatar del olvido la historia jamás contada del fuerte de Sancti Spiritu (sexta parte).
Las bitácoras eran a los antiguos navíos, lo que mucho tiempo después fueron las cajas negras a los aviones.
En el puente de mando, tras el timón, había una especie de armario con precarios instrumentos de navegación y un registro: el cuaderno de bitácora; siempre bien protegido de las tormentas y los avatares climáticos, incluso de los naufragios. En él se anotaban las contingencias de cada viaje.
…Esta isla era muy alta de arboleda, había en ella cinco o seis casas de indios, y después que a ella llegamos hicieron muchas más. Había muchas palmas; en este puerto nos traían los indios variado bastimento, así de faisanes, de gallinas, pavas, patos, perdices, venados, dantas y de otras muchas maneras de caza había en abundancia, mucha miel, y otras cosas de mantenimiento.
Estuvo la expedición aquí un mes en el cual se nos informó a los capitanes de los riesgos de la tierra. Embarcamos a un cristiano (rubio de cabellos) cautivo en poder de los indios de cuando habían desbaratado y muerto a Diez de Solís, el cual dice llamarse Francisco del Puerto. Refirió que si le queríamos seguir, que nos cargaría las naos de oro y plata, porque estaba cierto que entrando por el Río de Solís iríamos a dar en un río que llaman Paraná Guazú, el cual es muy caudalosísimo y entra dentro en este de Solís con veinte y dos bocas.
El dicho río Paraná y otros que a él vienen a dar iban a confinar con una sierra donde muchos indios acostumbraban ir y venir. Y como junto a la dicha sierra había un rey blanco que traía vestidos como nosotros.
Lunes 8 de mayo del año de nuestro señor 1527. Brisa firme del cuadrante sur, sur este, navegamos a cuatro nudos. La tormenta de la manera que dicho tengo, y peor duró toda la noche hasta hoy que amaneció el día muy claro con muy buen sol como si no hubiera pasado nada. El señor Capitán General viendo ya el tiempo enderezado y favorable para seguir nuestro viaje mandó alzar anclas.
Partimos rumbo noroeste siguiendo el río muy soberbio descubierto por el Capitán Diez de Solís.
Viernes 12 de Mayo. Navegamos a tres nudos, viento del cuadrante sur sur. Toda la semana por el río de Solís; a las veces con tiempo, otras con tiempo contrario, y otras con muchos aguaceros que sobre la costa hubimos que encallar. Sufrimos calmerías que nos detuvieron algunos días. Este río hace en medio muchas islas, tantas que no se pueden contar, todo de muy buena agua dulce. Baja la tierra adentro más de trescientas leguas; así anduvimos río arriba, de isla en isla, hasta llegar a una generación que se decían guaraní. Vimos restos de una carabela de nuestra armada que había subido por allí arriba muy posible sea de la expedición de Solís.
Domingo 14 de mayo. Calma chicha. El señor Capitán General mandó sacar los bateles de las naos y dio licencia para que toda la tripulación pudiese saltar en tierra. El señor cura ofreció celebrar misa de acción de gracias en una lengua arenosa al este.
Vino a la nao capitana una canoa de indios y el señor Capitán General fue informado que tierra era donde estábamos, dijo que se estaba al inicio del río Paraná Guazú.
Jueves 18 de mayo. El tiempo nublado, con rachas de viento fuerte en cuadrante sur. La gente de esta tierra es muy buena de muy buenos gestos, así los hombres como las mujeres. Son todos de mediana estatura, muy bien proporcionados de color de canarios, algo más oscuros. Se detraen los pelos del cuerpo, salvo los cabellos, que dicen que tal no hacen son bestias salvajes; ellos son muy ligeros y muy buenos nadadores. Sus armas son arcos y flechas, lo cual tienen en mucho; y si cuando van a la guerra toman alguno de sus contrarios, traenlo por esclavos. El señor Capitán General ordena levantar anclas y navegar con velas menores.
Domingo 21 de mayo. Comiénzase a levantar por popa un tan gran nublado que era espanto de ver, muy oscuro y con tanto viento que casi no nos dejó tomar velas. Tras esto vino una agua tan grande que parecía que todo el mundo se venía abajo, lo cual nos puso en gran espanto. Pasaron las naos mucho peligro, y una de ellas hubo de cortar el mástil principal para la salvación de la dicha.
Viernes 26 de mayo. Avanzamos por el canal principal del Paraná Guazú llevando muy próspero viento del este, navegamos a cuatro nudos.
Domingo 28 de mayo. Celebramos la Misa de acción de gracias en una descampado, al medio de gran vegetación. Los indios miran desde la fronda. Parecen de paz. El lengua Francisco dice que pertenecen a la generación Chaná.
Viernes 2 de junio del año de nuestro señor 1527. Navegamos a remo en calma chicha de ya tres días. Este río es muy caudaloso, tiene de boca XXV leguas largas. En este río pasamos muchos peligros así por no saber el canal, como haber muchos bajos en él.
Domingo 4 de junio. Amarrados a la costa oeste desde hace dos noches. Los calafateros reparan el mástil de la Santa María del Espinar. El lengua Francisco parlamenta con nos los capitanes. Llegamos a los caseríos de un indio que llaman Yaguaron, gran cacique en esta comarca, siempre en guerra con otros indios que están ocho leguas río arriba de su nación. Comimos buen pescado.
Su arte de pescar es cuando el río está bajo, con red, más, cuando está crecido, que a causa de meter el pescado en los yerbazales, no se pueden aprovechar de la red, mátanlo a flecha.
Jueves 8 de junio. Llegamos a Cara Cara aña, río hermoso de aguas claras que entra al Paraná, los indios dicen viene de la sierra. El señor Capitán General mandó a levantar una fortaleza harto fuerte para esta tierra. Para la pacificación de la tierra habían venido todos los indios de la comarca, que son de diversas naciones y lenguas, a ver al señor Capitán General, entre los cuales vino gente del campo que se dicen Quirandíes. Esta generación nos dio muy buena relación de la sierra y del Rey blanco. En la comarca de la dicha fortaleza hay otras naciones las cuales son: carearais y chanaes y beguas y chanaestimbus. Es gente muy bien dispuesta; tienen todos horadadas las narices, así hombres como mujeres, por tres partes, y las orejas.
Las mujeres timbús tienen por costumbre de cada vez que se les muere hijo o pariente cercano se cortan una coyuntura del dedo, y tal mujer hay de ellas que en las manos ni en los pies no tiene cabeza en ningún dedo, y dicen lo hacen a causa del gran dolor que por muerte de la tal persona.
Del libro de bitácora, Capitán Francisco Rojas, a cargo de "La Trinidad"
* Basado en la carta de Luis Ramírez, tripulante de la expedición de Sebastián Gaboto entre 1526-1529. El 10 de Julio de 1528 escribió una "Relación de Viaje" que envió a sus parientes en España. Ramírez falleció el 10 de diciembre de 1529 cuando los indígenas destruyeron el fuerte Sancti Spíritu.