Bruce Springsteen ha vendido todo su catálogo musical y los derechos de publicación a Sony Music por 500 millones de dólares, la mayor transacción realizada hasta la fecha sobre el trabajo de un único artista. Con este acuerdo, adelantado por la revista Billboard y luego confirmado por el diario The New York Times, el “Boss” ha batido el récord establecido hace un año por Bob Dylan, quien vendió por cerca de 400 millones de dólares a Universal su extenso catalogo, que cubre una obra de seis décadas.
Este acuerdo es el mas reciente e importante dentro de todos los que se llevaron a cabo en los últimos dos años, en los que las grandes compañías discográficas y de la industria de la música han invertido cientos de miles de millones de dólares en comprar los catálogos completos de varios artistas. Entre quienes vendieron gran parte o la totalidad de los derechos de su obra se encuentran el mencionado Bob Dylan, Shakira, Paul Simon, Neil Young, Tina Turner y muchas otras estrellas de la industria.
Para tener una idea de la cantidad de dinero invertido por Sony en los últimos años alcanza con conocer lo que dijo Rob Stinger, jefe ejecutivo de Sony Music, en la reunión de inversores de mayo: aseguro que la empresa había gastado al rededor de catorce mil millones de euros en compras de este estilo en los últimos seis meses.
El frenesí con el que se estuvieron moviendo las empresas del rubro para comprar todos los derechos de autor posibles no esta desligado del contexto pandémico en el que nos encontramos desde principios de 2020. Teniendo en cuenta que la principal fuente de ingresos de los artista es la realización de shows en vivo y las constantes giras en las que se embarcan, es simple comprender el abrupto golpe que sufrieron estos en su renta. Ademas hay que tener en cuenta la incertidumbre que existe en el mundo con respecto a la vuelta a la normalidad y a cuanto falta para que los conciertos y las giras musicales se vuelvan a desenvolver con la naturalidad y frecuencia que lo hacían antes.
Pero no solo eso, también hay que considerar que la mayoría de los antes nombrados son artistas de elevada edad -Springsteen tiene 71 años, Bob Dylan 80 y Neil Young 76-, lo que, mas allá del contexto mundial, agrega el interrogante de cuantos años mas podrán estos estar dando un show en el escenario durante dos horas por la mayoría de los días del mes, ademas de todos los viajes que una gira conlleva.
Y por ultimo, otro factor importante a la hora de tomar la decisión de vender tiene que ser la brusca caída de la venta física de discos, que supo ser la mayor fuente de ingresos de los artistas en su momento, y el hecho de que esta no esta compensada por los pagos que reciben desde las plataformas de streaming como Spotify.
Springsteen ha formado parte de Columbia Records -del grupo Sony- desde el inicio de su carrera. En 1973 publicó su primer álbum, “Greetings from Asbury Park, N.J.”, en este sello, con el que ha editado desde entonces más de treinta álbumes, entre trabajos de estudio, discos en directo y recopilaciones.
El músico norteamericano había adquirido los derechos de su música como parte de una renegociación de su contrato alrededor de la década de los noventa, tras haber publicado álbumes históricos como “Born to run”, “The river” y “Born in the USA”. Las ventas de los discos de Springsteen superan los 120 millones de copias en todo el mundo y suman una decena de números uno, lo que supone uno de los mayores registros de la historia del rock.
También es uno de los artistas más laureados del rock, con más de veinte Grammy, dos Globos de Oro y un Óscar. El “Boss”, que lanzo su ultimo álbum “Letter for You” en octubre de 2020 y que reabrió Broadway en junio de este año con su show “Springsteen on Broadway” luego de que las restricciones por el coronavirus frenaran la realización de espectáculos durante mas de un año, se suma entonces a la lista de los artistas que priorizaron asegurar su riqueza a corto y mediano plazo firmando acuerdos multimillonarios.
Pero, ¿afecta esta decisión al oyente promedio? La respuesta es no. Mas allá de donde uno decida escuchar la música de Springsteen o de cualquier artista que haya vendido sus derechos de autor, las canciones se escucharan de la misma manera a pesar de que el dinero recaudado por dicha reproducción se destine a un gigante de la industria y no al artista.