Jorge Ricci, quien falleció el viernes por la noche, fue uno de los nombres clave del teatro santafesino. No sólo escribió obras de teatro que dejaron huella (“El clásico binomio”, “Actores de provincia”, “El cuadro filodramático”, “La mirada en el agua”) sino que además fue un actor descomunal (cómo señaló su colega Juan Carlos Gallego al conocer la noticia de su fallecimiento) y el creador de un espacio que ya es mítico en la escena nacional, como el Equipo Teatral Llanura.
Hombre de teatro, apasionado, a lo largo de medio siglo nunca dejó de trabajar. El año pasado, en una entrevista concedida a El Litoral para reflexionar sobre el impacto de la pandemia en la actividad, decía lo siguiente. “En general, nunca nos detuvimos. Tuvimos trabas. Yo empecé en 1964 y en 1966 se da el golpe a (Arturo) Illia y sube (Juan Carlos) Onganía, que paralizó toda la actividad cultural del país, aparte de otros desastres. Lo mismo pasó con el golpe de 1976 y con todos los gobiernos militares, que siempre frenaron nuestra actividad. Yo lo viví sobre todo en la universidad: cuando tuvimos rectores democráticamente elegidos, hubo actividades de extensión y de cultura. Con las intervenciones, lo primero que se apaga es la extensión y la cultura. Es lo más inquietante para el represor, porque es algo que no puede manejar. Pero no hemos tenido una situación tan límite como esta, en donde no solo no podés hacer un espectáculo, sino que prácticamente no podés salir a una cuadra de tu casa”.
Pero Ricci fue, también, un entusiasta pensador del hecho teatral. En su ensayo “Teatro salvaje”, decía entre otras cosas: “En la medida en que no sepamos esbozar un teatro de interpretaciones vivas, intensas, ciertas, será muy difícil que nos acerquemos a ese teatro salvaje de encasillar y salvaje por auténtico. A ese teatro que requiere actores sin retóricas importadas y directores sin estereotipos dictatoriales. A ese que quiere reunir un equipo de hacedores lúcidos de su creación de oficiantes plenos en su compromiso”.
“Tal vez -agregaba- dentro de unos años, esto que nos empecinamos en llamar teatro salvaje, sea una realidad sin vueltas y ni siquiera será necesario calificarlo, porque sobre los escenarios provinciales andará haciéndose su existencia. Mientras tanto, no nos queda otro camino que el de la discusión apasionada sobre esta confusa realidad (este teatro de provincias) que nos lleva la vida”.
El legado que dejó trasciende largamente los límites del escenario y se alarga hacia la cultura santafesina toda. Esto es palpable en la enorme cantidad de muestras de dolor que poblaron las redes sociales desde que se conoció la noticia de su deceso. Para recordarlo, cabe citar unas palabras de la obra “Zapatones”, que escribió “De lo único que e’ propietario el cómico e’ de la lágrima. Esa sí que se queda. Se mancha la boca grande e roja de carmine, pega en la punta de lo zapatone… Y se guarda en el cuore como una fruta amarga”. Cómo expresaron tantos de sus amigos: “¡Buena gira Jorge, hasta la próxima función!”.