El guionista de "Argentina 1985" participará de un panel en Santa Fe
Mariano Llinás estará en la ciudad el sábado 10 de diciembre. En el marco del Día de la Restitución de la Democracia, se proyectará la película de Santiago Mitre. Antes habrá una charla en la cual también estarán el cineasta Raúl Beceyro y la ex vicegobernadora Griselda Tessio. En una entrevista, Llinás habló de la realización del film, la repercusión y las polémicas.
“Argentina 1985” está inspirada en la historia real de los fiscales que se atrevieron a acusar a los altos mandos de la dictadura militar argentina en el llamado Juicio a las Juntas, a mediados de los 80. Foto: Amazon Prime Video
El sábado 10 de diciembre se celebra el Día de la Restitución de la Democracia. En ese marco, habrá una serie de actividades en la ciudad de Santa Fe, que tendrán epicentro en el Museo de la Constitución Nacional. A las 17 horas, habrá un encuentro y conversación con los autores de los proyectos que se desarrollaron en el marco de la convocatoria Sala Cero. Y a las 18.30 será la presentación de “Argentina, 1985”, de Santiago Mitre, con la presencia de Mariano Llinás, guionista del proyecto; acompañado por Raúl Beceyro, Griselda Tessio y la productora del film, Agustina Llambi Campbell. Tras la charla se proyectará la película. Este medio tuvo la posibilidad de dialogar con Llinás, quien se refirió a los desafíos que implicó la escritura del guión, a cómo fue pensar y recrear a los personajes históricos reales como parte de un universo de la película y la repercusión que obtuvo el producto final en el público. Habló también de las polémicas que se generaron, a las que calificó de “un tanto mezquinas”.
-¿Qué implica trabajar con hechos históricos tan recientes y además tan profundamente instalados en la memoria colectiva como materia prima para armar un guión?
-Esa pregunta parte de una premisa que no sé hasta qué punto es real o es comprobable: que el Juicio a las Juntas estaba efectivamente instalado en la memoria colectiva. Es muy probable que así sea, pero eso arroja es cierto misterio con respecto a lo que es la memoria colectiva. Lo que descubrí investigando un poco es que todas las personas con las que hablaba tenían la impresión de saber muchísimo más sobre el Juicio a las Juntas que lo que efectivamente sabían. Había una especie de presunción de que era un hecho por todos conocido. Pero cuando uno se metía con algunas preguntas muy simples, como cuál es la diferencia entre el juicio y la Conadep, la gente tendía, por ejemplo, a homologar las dos cosas, como si fueran lo mismo. Y cuando uno les preguntaba otra cosa simple como las condenas del juicio, tampoco lo sabían con certeza. Incluso hubo personas muy conocidas del mundo del cine que me llegaron a decir que el juicio había terminado sin condena alguna. Había muchísima más memoria de las leyes de impunidad, del punto final y la obediencia debida que del juicio en sí. Eso implicaba, por un lado, que la película tenía que tener un didactismo, si se quiere, a pesar suyo. Es decir, que tenía que ocuparse de informar a personas que no recordaban del todo como había sido. Y, al mismo tiempo, tenía que refutar ese mismo didactismo para que no fuese solo una película didáctica. Eso implicaba una dificultad anexa, había que explicar y al mismo tiempo refutar esa misma explicación. Había un tercer desafío, que era que no solo la gente creía que sabía, sino que estaba muy empeñada en demostrar que lo que creía saber era cierto. Eso es lo que se vio en las reacciones que hubo: un montón de gente que cree saber mucho más sobre el juicio que lo que sabemos quienes estuvimos trabajando sobre eso. La responsabilidad era hacer algo que se pareciera un poco al cine, es decir que no estuviese determinado por miradas o pensamientos que no tenían necesariamente que ver con el cine. Creo que, en algún punto, la película logró eso. Veo la película y veo un objeto cinematográfico. Pero, efectivamente, no lo logró en términos generales. La película claramente se convirtió en algo que va mucho más allá del cine, que interpela y que hace, por ejemplo, que en este debate en el que vamos a participar en Santa Fe haya personas que no son del cine que hablarán de la película. El gran desafío es trabajar con algo que todo el tiempo está yendo hacia afuera del cine e instalándose en ese terreno tan poco conocido para quienes no formamos parte de él que es el debate público.
Mariano Llinás (centro) durante un panel que integró en 2019 en el Foro de la UNL, junto a Raúl Beceyro y Agustín Falco. Foto: Archivo El Litoral
Personajes históricos, desde adentro
-Un aspecto interesante del film es que, más allá de los hechos históricos, se introduce en la intimidad de los protagonistas (en especial de Strassera). ¿Cómo fue la creación de los universos de esos personajes?
-La idea de la vida privada de los personajes es, si se quiere, la más antigua de las estrategias que la película establece. Es algo que tiene que ver con el cine americano y con la escuela americana mediante, en la cual la manera de narrar los acontecimientos públicos es a partir de la esfera privada. Eso es lo que han hecho los americanos desde siempre. Evidentemente no lo han inventado ellos, pero son quienes han llevado adelante en el cine esa forma de narrar. En ese sentido, lo que hemos hecho simplemente es sumarnos a una tradición. No hicimos otra cosa que una película a la americana, a la manera que se hacían las películas en los años 30 y 40 en términos narrativos. Es decir, mostrar que al personaje, además de pasarle las cosas que en la esfera pública, le pasan también otras cosas en la esfera privada que, de alguna manera, resuenan. En este caso, la idea de Strassera obsesionado con cuestiones que tienen que ver con la hija, la presencia de su hijo. Es un truco cinematográfico muy primario, conocido, que trata de hacer que eso resuene. Lo que podríamos llamar una especie de espejo entre la esfera pública y los personajes. No hay ninguna originalidad en eso, más allá de acogerse a una tradición que desde luego ha demostrado funcionar. Pero no es enteramente desde la ficción que se hace, todas las cosas que se dicen allí corresponden a relatos de los propios protagonistas. Cuando la película dice: “inspirada en hechos reales”, se refiere sobre todo a ese tipo de cuestiones. Está diciendo, de alguna manera, que las cosas que se dicen no han sido inventadas sino que provienen de un relato que han hecho quienes las han vivido. Son muy pocas las cosas que han sido inventadas desde cero por necesidades de la trama. La relación del hijo de Strassera con su padre, la relación del padre con la hija, vienen de relatos que nos han hecho. Lo mismo Moreno Ocampo y el resto de los fiscales.
Foto: Amazon Prime Video
Puesta en escena
-Hay un trabajo interesante de combinación de grabaciones de ‘falso archivo’ con secuencias reales. ¿Por qué se tomó esa decisión?
-No tengo mucho para decir al respecto porque no fue una decisión mía. No puedo hablar desde un lugar en el que no he estado. Lo que puedo decir es que todos los testimonios que aparecen estaban en el guión. Hubo decisiones de puesta en escena que me exceden por completo. La decisión fuerte, y en eso sí participé, fue que hubiera en algunos casos reinterpretación de testimonios. Fue una decisión en la cual participé de manera ciertamente poco convencida, no sabía si eso iba a estar bien o no. Mitre, desde el primer momento, estuvo muy seguro de que había algunos testimonios que tenían que ser reinterpretados, hechos por actores. Ahí tenía muchísimas dudas y finalmente la experiencia me ha demostrado que Mitre tenía razón en relación con lo que él quería hacer, es decir que esos momentos eran los más intensos desde el guión. Esa fue una idea con la cual tenía serias dudas y tengo que reconocer que su estrategia funcionó. Desde el guión, lo más difícil de todo fue hacer una especie de resumen del juicio. Creo que es algo que está bien hecho porque ha funcionado muy bien, pero yo todavía tengo problemas con eso y con lo que ha quedado afuera.
Foto: Amazon Prime Video
Repercusión de la obra
-¿Qué considerás que hizo que la película tenga tal éxito de público? ¿Qué recepción tuvo el film en otros países? ¿Cómo se ve afuera?
-No puedo saber, habiendo hecho la película, por qué le fue como le fue. Y me parece que es sano que eso sea así. Es decir, que yo no pueda arrogarme los mecanismos que generan semejantes emociones. No lo puedo decir y no tengo manera de saberlo. Gracias a Dios, porque si no sería grande la tentación de hacer una y otra vez lo mismo. Me da la impresión de que, cuando se llega al grado de entusiasmo que la película suscitó en el público, uno no sabe ya que es lo que pasa. Ciertamente no tiene tanto que ver con uno. Uno simplemente ha creado un objeto que ha resultado interesante o conmovedor para un montón de gente. Y uno no puede hacer nada con eso. Me resulta más fácil entender porque puede llegar a tener éxito en otros países, y es porque funciona de una manera elocuente en relación a determinadas circunstancias políticas. Hay un momento en el cual todo el mundo habla de que hay cierto descreimiento en la democracia y sus poderes. Y esta es una película sobre la democracia, que defiende la democracia a partir de la democracia misma. Y que, de alguna manera, se desliga de un discurso que desde la derecha pero también desde la izquierda, empieza descreer de la democracia como base de sustentación para la vida social. Me parece que ha generado, en países que ven su democracia un poco desgastada después de tantos años, una reacción optimista.
Museo de la Constitución, lugar donde se realizará el panel y la proyección. Foto: Municipalidad de Santa Fe
Polémicas mezquinas
-¿Qué respuesta tenés para las distintas polémicas que se abrieron alrededor de la película? Vinculadas con el rol del peronismo, la Conadep, el ministro Antonio Tróccoli y la placa final con lo que sobrevino después del Juicio a las Juntas?
-Me parece bien que las polémicas existan, es comprensible. Puedo decir también que me ha decepcionado un poco tanto el tono como el vuelo de ciertas polémicas. Me da la impresión de que la película generaba polémicas interesantes o tocaba temas interesantes, pero que en muchos casos las polémicas han sido un tanto mezquinas en su desarrollo. Es decir, la película ha sido tomada como una especie de pequeña toalla de la que unos y otros tiran, como si fuese el último pedazo de pan en el desierto. En ese sentido, ha generado miserias de todo tipo y no era la idea. De hecho, el público no lo tomó así. Utilizó la película para sus fines, que resultaron menos espurios que los de algunas personas más cercanas a los hechos. Otra cosa que puedo decir es que, en general, las discusiones han sido extra cinematográficas. En su gran mayoría, se ocupan de los carteles de inicio y de final. Se deplora que no se mencionen la autoamnistía militar y la connivencia del peronismo, se deplora que no se mencione en forma explícita el indulto, o que no se lo separe de las leyes de impunidad en la cual está tácitamente incluido. Me parece que tiene que ver con personas que piensan en el cine como un montón de carteles. Dicho en otras palabras, como un mecanismo de propaganda. Entonces, me parece muy bien que haya polémicas, tal vez hubiese preferido que esas polémicas fuesen un poco más generosas. Hubo algunas polémicas buenas, pero las que provienen, en general, del universo de la política, no hacen otra cosa que mostrar cómo se vive la política hoy. No sé si la misión que yo tengo es dar respuestas. La misión que tuve, como parte de un equipo, fue construir un objeto que genere discusiones. Y eso está bien.