“Érase un hombre a una nariz pegado, /érase una nariz superlativa”... el soneto de Don Luis de Quevedo me acompaña antes de entrar al teatro. Está dedicado a un narigón (Góngora).
“Érase un hombre a una nariz pegado, /érase una nariz superlativa”... el soneto de Don Luis de Quevedo me acompaña antes de entrar al teatro. Está dedicado a un narigón (Góngora).
El Teatro Tronador de Mar del Plata es uno de los mas modernos complejos teatrales que existen. En rigor es un edificio donde funcionan muchas cuestiones artísticas y empresariales.
Atención, atención... Por lo que intuyo será donado a la Municipalidad en este 2025 o en el año que viene. Una donación con fin determinado, supongo. Esto es: donarlo para que la Municipalidad lo mantenga y mejore. Pero es intuición.
Hoy entrar a “Teatro Tronador” es acceder a un sitio poco común, con claras diferencias en su entorno, su actualización y, si se permite la expansión que sugieren los sentidos: se accede a un teatro con otro contexto. No es similar a los otros teatros “veraniegos”.
Hace algunos años asistí en ese complejo, donde el arte se mezcla con la Boisserie, a una fenomenal reunión en homenaje a Piazzolla. La acústica era buena, aún lo es. Esa noche fue mágica.
Aquiva Staiff, mas conocido como Kive Staiff, era un “gaucho judío” proveniente de aquel Entre Ríos de principios del siglo XX, corriente migratoria que tanto ayudó a forjar una argentinidad esperanzadora.
El Teatro General San Martín, en ciudad de Buenos Aires, le debe todo lo bueno que pueda decirse de ése Complejo Teatral a Kive. Con el todo la excelencia de sus orígenes como complejo teatral. Tan diferente de Teatro Tronador y sin embargo tan cercano: una persona impulsa y eso se advierte.
Es Kive, es él quien cree que debe hacerse “Cyrano”. Convoca a Bonet y convocan a Ernesto Bianco. Honor a quienes empezaron esta historia.
Muchacho molesto, cronista inculto y entrometido, termino siendo un “oidor” de lo que sucede. Sucede un fenómeno teatral que aún me conmueve. Ernesto Bianco es Cyrano y éste es un personaje tan ridículo, tan imposible, tan grotesco, tan mentira que, de no tomarlo en serio, el asunto podía terminar muy mal. Para el afecto por Cyrano se debe dejar floja la cerradura del sentimiento natural, no contaminado con gaseosas, comida chatarra o series yankis.
Teatro de época, de vestimenta, parlamentos en verso que traducidos deben ser adoptados y todo, todo para que un tipo fiero y cascarrabias se muera, literalmente, se muera de amor por una mujer mas joven que nunca lo querrá porque es feo y chau.
Cuidado: el autor oferta que nos enamoremos del feo que la linda desprecia y todos compramos, pero compramos a un irascible, cascarrabias y de posiciones absolutas o sea: se compra a libro cerrado (nunca mejor dicho) con lo bueno y lo malo. Es un mensaje.
Todos los tangos el tango. Todos los boleros el bolero. Todos los romances el romance. No es el amor de Montescos y Capuletos y las maldiciones mafiosas que encierran Romeo y Julieta. Es el de cualquier barrio, cualquier ciudad, cualquier tribu donde al que quiere no lo ven y percanta, que no ve que la quieren agarra para allá, cuando el corazón de la platea gritaría “agarrá para acáaaa”. Ufff. Romanticismo.
Escribo “ver” porque el teatro es gesto. Digo entender porque el teatro es Visión y Texto y en esa suma uno termina olvidándose de ese ropaje absurdo que ciertamente se elogia, y ese lenguaje alambicado que se termina por aceptar porque detrás subsiste, no se rinde, esa magia única del teatro que mañana será distinta, tal vez mejor, siempre diversa y especial. Escenario, ropaje, texto y actuación... todo un mundo vive en ése momento. Aquí casi tres horas de reloj.
El Misterio del porvenir. “Cyrano” según la civilización que viene. La búsqueda con el motorcito de “Google” lleva a caminos que no se terminan de conocer, que además son inquietos y crecen. Hoy se lee, mediante la acumulación de información de lo que llamamos “inteligencia artificial”, cuando se pide críticas y opiniones sobre Cyrano, lo que sigue:
(Visión general creada por IA)
-Más información. Las críticas a la obra “Cyrano de Bergerac” con Gabriel “Puma” Goity han sido variadas, desde elogios hasta considerarla aburrida.
-Opiniones positivas.- Algunos espectadores destacaron la actuación de Goity y del resto del elenco. Otros elogiaron la escenografía, la música, el vestuario, las proyecciones, el sonido y las luces. Algunos consideraron que la obra era imperdible y que la escenografía era icónica.
-Opiniones negativas.- Algunos críticos consideraron que la obra era aburrida y larga. Otros opinaron que la adaptación era espantosa y que los actores no estaban a la altura. -Algunos críticos consideraron que la obra carecía de humor y emoción.
-“Cyrano de Bergerac” es una obra de Edmond Rostand que cuenta la historia de un personaje polémico para su época, que se oponía a las costumbres y convenciones.
No creemos que mañana la IA tenga las mismas opiniones. La suma de visitas cambiará lo dicho. Pero es solo IA (¿nos hace falta para ver teatro?).
La obra es de un romanticismo que se vuelve inocente en estos años, pero no deshonesto. Es romanticismo.
El texto deja de lado el perfil heroico del texto original (Francia, guerra, soldados, estandartes, territorios perdidos) y las cuestiones de “castas” (ejem), géneros muy predeterminados, recontra determinados y clases sociales.
Recrea los caracteres individuales y vuela por los personajes pero algo sucede con esta versión, algo sucede. Gira siempre sobre el eje donde debe girar.
En “Cyrano” se espera la presencia de... Cyrano. Hay pasajes corales, hay cuadros intimistas, existe una ostentosa presencia de la puesta que es demasiado buena y se destaca. Pero se espera la presencia de Cyrano.
Aquel Cyrano de Ernesto Bianco era inmoral y desprendido, rugía, apabullaba. Este Cyrano es un personaje torturado que sabe su minusvalía y la supera, pero la sabe y la acepta. Es una decisión que, vistos los resultados, salva al personaje y eso es sustancia de la puesta y el acompañamiento actoral. Humanizar a los héroes es un criterio de dirección.
Sin los tics y amaneramientos de sus apariciones televisivas, que tanto daño harían, la obra muestra a un actor, Gabriel Goity, que es el espadachín y el arriesgado aventurero que enamora a la platea, noche tras noche, con el personaje que vende, desde el escenario y a quien quiera comprar, el “teatro de época”, con un amor imposible como eje del drama, porque de eso se trata: de un drama romántico. Los aplausos, con el telón abierto, indican que la platea compró. Se insiste: compra hasta el final.
El actor Gabriel Goity es el protagonista de la obra “Cyrano” en el Teatro Tronador de Mar del Plata. La obra cuenta con la dirección y adaptación de Willy Landin.
“Cyrano” es un clásico de Edmond Rostand que forma parte de la cartelera teatral de la temporada 2024/2025. La obra es una coproducción entre el Teatro Tronador y el Teatro San Martín de Buenos Aires.
Dice el mini programa: “Cyrano de Bergerac”. Libro: Edmond Rostand. Traducción y adaptación: Willy Landin. Elenco: Gabriel Goity. María Abadi, Mariano Mazzei, Horacio Acosta, Mario Alarcón, Daniel Miglioranza, Iván Moschner, Larry de Clay, Fernando Lúpiz, Pacha Rosso, Dolores Ocampo, María Rosa Frega, Hernán “Curly” Jiménez, Pedro Ferraro, Ricardo Cerone, Tomás Claudio, Franco D’Aspi, Pablo Palavecino, Agustín Suárez, Horacio Vay, Tito Arrieta, Lucía Raz, Jess Rolle y Paloma Zaremba.
Músicos en escena: María del Rosario Barrios Caram, Lía Bianchi, Gisela Nonaka, Gustavo Valor, Lorena Yankelevich y Keiji Yonagi.
Música original: W. Landin. Escenografía: W. Landin, Pilar Camps. Vestuario: W. Landin. Luces: Rubén Conde, W. Landin. Sonido: Leo Leverone, Miguel Álvarez. Audiovisual: Matías Guerra, Juan Guerra, W. Landin. Maestro de esgrima: Fernando Lúpiz. Dirección general: W. Landin.
Cyrano confirma a Quevedo: un hombre a una nariz pegado que se convierte en Gabriel Goity, un actor enamorado y que, por tanto, termina como toda tragedia teatral que se precie: con el aplauso. En sustancia ha sido programada así: el aplauso después de la desgracia.