Mariano Rinaldi
Tras la partida del dramaturgo santafesino Julio Beltzer, indagamos en su trayectoria de la mano del archivo del diario El Litoral.
Mariano Rinaldi
Esta semana falleció el dramaturgo santafesino Julio Beltzer. Por eso, indagamos en su trayectoria de la mano del archivo del diario El Litoral. Compartimos con los lectores, el origen de un espacio de trabajo artístico que se convirtió en un laboratorio teatral muy importante para la escena local.
Hace unos años, el periodista Roberto Schneider, con la agudeza que lo caracteriza, decía sobre Teatro Taller: “Su búsqueda siempre incluyó la dramaturgia del director y de los actores. Noción que por aquellos días no circulaba en los ambientes teatrales santafesinos. Asimismo, trabajó desde su inicio apoyándose en la noción de taller como construcción permanente de objetos estéticos y de formación y aprendizajes constantes de los actores participantes”.
Julio Beltzer, fue un hacedor de la escena teatral. Un referente de la cultura y la educación santafesina. Su constante labor en el campo teatral, junto a su amplia trayectoria, es causa y consecuencia de un trabajo sensato y cabal.
En una entrevista, a comienzos de los años 2000, Beltzer recordaba: “Comencé a estudiar teatro en una biblioteca del sur de la ciudad, la Mitre, allá por el ‘70. Y en el principio de esa década todavía y con mucha fuerza se escuchaban los ecos de la explosión sesentista y su influencia llegó hasta aproximadamente el ‘76, cuando con el golpe y la dictadura todo se cayó a pedazos y a partir de allí sobrevino el silencio, la oscuridad y el trabajo a escondidas”.
Junto a Elsa Ghio, que como Beltzer expresaba en varias entrevistas, “es quien me acompaña en la vida y el teatro” llevaron adelante el primer montaje de Teatro Taller llamado: “El comedor de pecados” (1983). El taller empezó a mediados de 1982. A fines de ese año comenzaría la transición democrática en nuestro país, que tendrá como hito fundacional las elecciones en diciembre de 1983 y la asunción presidencial de Raúl Alfonsín.
A mediados de marzo de ese año, se acercan a la redacción de El Litoral: Beltzer, Ghio, Delconte y Fuentes. Todos ellos integrantes de aquel primigenio Teatro Taller. En aquella conversación, se dirigían a la comunidad teatral de la ciudad definiendo el objetivo integral del taller: “No queremos hablar de escuela de teatro, nuestro trabajo es más bien el de un taller de teatro”.
Durante la década del ochenta, Teatro Taller produjo diversos montajes. Muchos de ellos eran emprendimientos realizados de manera totalmente independiente. En 1984, “Anacleto Morones”, con adaptación de Julio Beltzer y Elsa Ghio del cuento homónimo de Juan Rulfo, “Descripción de un paisaje”, de J. Benet i Jornet, y por último, la obra infantil “La invasión de la caja luminosa”.
En 1985 se da el primer reconocimiento a nivel nacional por la obra “De dioses, hombrecitos y policías”, con adaptación para teatro de Beltzer y Ghio de la novela homónima de Humberto Costantini.
En 1986, “La loca y el relato del crimen”, adaptación del cuento homónimo de Ricardo Piglia y en 1987 “Los padecimientos del Sr. Mockinpott”, adaptación de la obra de Peter Weiss. A finales de esa década, se realizaron dos espectáculos altamente significativos para el grupo: “La malasangre”, de Griselda Gambaro, y“Aiaiay” de Enrique Butti.
Durante la década de los años 90 siguieron las producciones, experimentaciones y cruces de lenguajes teatrales; en el año 2012 Teatro Taller festejó sus 32 años de existencia continuada y un vasto itinerario.
Recordamos a Julio Beltzer, tras su fallecimiento, con aquella primera presentación de Teatro Taller en la redacción de El Litoral. Beltzer además fue director de la Escuela Provincial de Teatro docente del Instituto de enseñanza media Almirante Brown. En 2019 fue reconocido por el Concejo Municipal como Santafesino destacado.