El domingo subirá a escena, en el Teatro Municipal, “Caranchos en el cuerpo”, obra escrita y dirigida por José Ignacio Serralunga. Ambientada en la Santa Fe de 1831 imagina un encuentro entre Estanislao López y “la Delfina”, mítica compañera de Pancho Ramírez.
Gentileza producción Mariano Rubiolo y Florencia Minen interpretan al Brigadier Estanislao López y a la Delfina , los protagonistas de Caranchos en el cuerpo .
A las 19 de este domingo, se presentará en el Teatro Municipal (San Martín 2020) “Caranchos en el cuerpo”. Se trata de una obra teatral de José Ignacio Serralunga, que ganó este año el Concurso de Dramaturgia “Todas las Artes al Cultural” del Centro Cultural Provincial Francisco “Paco” Urondo, fue seleccionada en el Programa Plan Fomento (Convocatoria Ventanilla Continua Santa Fe 2021) del Ministerio de Cultura y cuenta con apoyo del Instituto Nacional del Teatro.
La propuesta escénica está ambientada en la ciudad de Santa Fe en 1831, en medio de un país atravesado por los conflictos internos en busca de una organización. Estanislao López está en su despacho de gobernador, junto al escritorio donde descansa la cabeza embalsamada de otro caudillo, su antiguo aliado Pancho Ramírez. Y allí se produce un encuentro con “la Delfina”, mítica compañera de Ramírez, por quien el entrerriano dio su vida en el campo de batalla. A partir de esa imagen, Serralunga despliega un interrogante:¿Hasta dónde nos pueden llevar las pasiones?
Archivo El Litoral Monumento al Brigadier López.
Monumento al Brigadier López.Foto: Archivo El Litoral
Además de la dramaturgia, dirección y diseño escenográfico y lumínico de Serralunga, esta obra que mezcla fantasía y realidad pero demandó una amplia investigación histórica, cuenta con las actuaciones de Florencia Minen y Mariano Rubiolo, la asistencia de María Zulema García, el vestuario de Delfina Serralunga, la escultura de María Teresa Serralunga y el diseño gráfico y difusión de Moranda.
Imágenes potentes
El punto de partida de Serralunga para escribir la obra fue la postal de la cabeza embalsamada de Pancho Ramírez en el escritorio del Brigadier López. “Me inquietaba esa situación de dos antiguos aliados y la cabeza de uno en el escritorio del otro. Eso fue lo que me movió a escribir. Después, cuando dejé que la cabeza empezara a dar vueltas y a buscar información, apareció con mucha potencia la imagen de ‘la Delfina’. Es muy poética la historia de Ramírez muerto por salvar a su ‘china’. Este conjunto de imágenes me llevó a investigar y encontré cosas legendarias sobre este personaje de la Delfina”, explicó Serralunga a este medio.
De hecho, las crónicas históricas marcan que Ramírez falleció el 10 de julio de 1821, tras ser derrotado por Estanislao López cerca de Villa de María del Río Seco (Córdoba). Una partida de Santa Fe se apoderó de Delfina, a la que despojaron de su roja chaquetilla y del chambergo adornado con una pluma de avestruz que lucía cuando montaba. Ante esto, el caudillo volvió y se enfrentó con los perseguidores. Salvó a Delfina pero murió de un certero balazo. A eso, el autor le añadió el encuentro, ficticio, de “la Delfina” con López. “Es una ficción, donde empiezo a imaginar cómo podría haber sido ese encuentro si se hubiese concretado”, explicó.
Archivo El Litoral José Ignacio Serralunga.
José Ignacio Serralunga.Foto: Archivo El Litoral
Un país que aún no era
La ficción que construyó Serralunga tiene asidero en personajes reales y en un contexto atractivo, esa Argentina en formación de las primeras décadas del siglo XIX, en busca de un camino luego de la declaración de la independencia. “Los antiguos guerreros de la independencia, que pelearon palo a palo, empezaban a tratar de ordenar el país, pero cada uno a su manera. Era un país muy habituado a la cosa salvaje. El cuerpo era como un templo o una reliquia. Cuando mataron a Facundo Quiroga, hubo todo un periplo para llevar su cuerpo hasta donde descansa actualmente. Lo mismo ocurrió con Lavalle, que murió en el norte y fueron descarnando el cadáver porque se iba descomponiendo. Una cosa muy rara que cuesta entender en el día de hoy”, explicó el autor.
Con la mente puesta en ese contexto tan complejo, Serralunga se propuso pensar que si alguien tenía la cabeza de un antiguo adversario sobre un escritorio, por algo debía ser. “No podía ser por pura salvajada, debía haber allí otros condimentos. Eso también tuvo incidencia en la interioridad de los personajes. Que no son históricos, fríos, de mármol o yeso, con frases célebres, sino que son dos personas de carne y hueso, cada uno con sus picardías, angustias, miserias y envidias. En este sentido, la obra es autónoma de los personajes que le dieron origen. Si no tenés idea de qué se trata la historia del país en ese momento, no solo no importa, sino que además está bien, porque la pieza artística te va a llevar a investigar lo que pasaba en ese momento”, finalizó.