Viernes 9.8.2019
/Última actualización 11:07
Las imágenes que se conocieron hasta el momento de “El irlandés”, la nueva película de Martin Scorsese que produjo Netflix y que se estrenará a fines de setiembre, despertaron gran interés. Es que este biopic del asesino a sueldo Frank Sheeran tiene una serie de atributos que generan valor agregado entre los cinéfilos. El proyecto está dirigido por Martin Scorsese, quien vuelve a bucear en aguas conocidas al adentrarse en el seno de la mafia como hizo en algunos de sus trabajos más reconocidos. A su vez, está protagonizado por Robert De Niro y Al Pacino, quienes vuelven a estar juntos en pantalla luego de más de una década. Y tiene en el elenco a intérpretes como Joe Pesci y Harvey Keitel, especialistas en componer retorcidos matones. La cercanía de este estreno, uno de los más esperados del año, sirve como excusa para repasar algunas grandes películas de Hollywood inspiradas en el mundo oscuro y a la vez seductor de la mafia.
“El padrino” (1972): Aunque despertó algunas críticas en su estreno porque aparentemente glorificaba a los delincuentes, la película de Francis Ford Coppola fue un éxito de taquilla y se convirtió en ícono del cine norteamericano. La amarga historia del hijo de un jefe del hampa que debe tomar las riendas de los negocios familiares a pesar de su resistencia inicial quedó grabada en la retina de los espectadores de varias generaciones. La penetración cultural del film se puede observar por todas partes: la música de Nino Rota (versionada incluso por Slash) remite todavía a los negocios turbios y al crimen organizado.
“Caracortada” (1983): En 1932, bajo las órdenes de Howard Hawks, el actor Paul Muni compuso a uno de los villanos más logrados de la historia del cine: Tony Camonte, el gángster que desea conquistar el mundo pero sucumbe por su ambición y sus demonios internos. Medio siglo después, en los ‘80, Brian De Palma traslada la historia a Miami y Tony Camonte se convierte en Tony Montana, que lleva el rostro de Al Pacino. Montana es un emigrante cubano dispuesto a matar para ganar posiciones en el narcotráfico. Sin embargo, su fulgurante ascenso termina en un remolino de violencia, incesto y locura. Pacino insulta, sobreactúa y deslumbra.
“Érase una vez en América” (1984): A principios de los ‘80 Sergio Leone era una especie de monstruo sagrado: había dirigido la “trilogía del dólar” (los tres westerns protagonizados por Clint Eastwood en losñ- 60’). Sin embargo, su proyecto más ambicioso fue este, que sigue a un grupo de marginales de los suburbios de Manhattan que se convierten en prósperos ladrones en los años ‘20. Con una estructura narrativa muy compleja, una música evocadora de Ennio Morricone y actuaciones monumentales de Robert De Niro y James Woods, es un film que utiliza al crimen organizado como telón de fondo para dialogar con la amistad, el amor y la tragedia.
“Los intocables” (1987): Tal vez sea exagerado catalogar a este film de Brian De Palma como obra maestra. Es, sin embargo, una película tan entretenida y los actores llevan adelante sus papeles con tal convicción (en especial Sean Connery, finalmente premiado con el Oscar) que se convirtió en un clásico ochentoso. El guionista David Mamet tomó, libremente, las historias reales del agente federal Eliott Ness y del mafioso Al Capone, las fusionó y les imprimió dramatismo, violencia y suspenso. Brian de Palma puso toda su maestría visual al servicio de esta gran historia y forjó un film icónico y popular.
“Buenos muchachos” (1990): Martin Scorsese había indagado ya en la vida de los bajos fondos en “Malas calles” (1973) pero fue con este film protagonizado por Ray Liotta y Robert De Niro cuando logró su mejor retrato de la mafia. La historia está centrada en Henry Hill, hijo de padre irlandés y madre siciliana, que vive en Brooklyn y poco a poco escala posiciones entre los criminales del barrio. Pero el personaje que se llevó todos los elogios (premio Oscar incluido) fue el de Joe Pesci, un matón inestable y violento, capaz de pasar del chiste a los disparos en un segundo. Con un montaje ágil y un particular uso de la música, Scorsese logra un relato implacable.
“Una luz en el infierno” (1993): A fines de los 80’ el actor Chazz Palminteri escribió una obra teatral con elementos autobiográficos, que se estrenó en Broadway. Allí contaba la dura vida de un joven en las calles del Bronx, su relación con los gángsters del barrio y su complejo camino hacia la madurez. Robert De Niro se interesó por el trabajo y sobre esa base construyó este film, que fue su elogiado debut como director. Con claras influencias de Scorsese, De Niro logra armar una historia redonda y agridulce sobre la amistad y los dilemas existenciales, que sorprende por su capacidad de entretener y conmover.
“Casino” (1995): Tras el éxito de “Buenos muchachos”, Scorsese tomó a dos de sus actores fetiches Robert De Niro y Joe Pesci (que casi repiten sus caracterizaciones) y trasladó la acción de Nueva York a Las Vegas, para contar una historia de ascenso y caída de un grupo de maleantes que se hacen cargo de un casino. La trama es abosorbente, pocas veces el lado oscuro de la ciudad del juego fue retratada con tanta brutalidad. Pero son sus personajes, todos ellos sometidos a un destino trágico, los que cargan de vida infernal al film. Sobresale Sharon Stone en uno de sus mejores trabajos, nomidado al Oscar.
“Brasco” (1997): Este film de Mike Newell contiene muchas pinceladas sobre la vida cotidiana de los gángster en los ‘70, sus costumbres y sus códigos. Sin embargo, su poder de atracción radica en el conflicto de su protagonista, el agente del FBI Joe Pistone que se hace pasar por el ladrón Donnie Brasco para infiltrarse dentro del clan Bonanno y exponer así sus actos ilícitos. El actor Johnny Depp le otorga inusitada profundidad a la crisis de identidad de su personaje, sobre todo a partir de la relación que se genera con Lefty Ruggiero (magnífico Al Pacino) un veterano matón con afanes de arribismo pero de fidelidad inquebrantable.
“Camino a la perdición” (2002): Sam Mendes sorprendió en 1999 con esa inagotable comedia negra titulada “Belleza americana”, que expone la desintegración moral en los barrios de clase acomodada. Pero luego viró hacia otras agunas, no menos profundas, y rodó este drama con ecos shakespereanos sobre un asesino a sueldo (Tom Hanks) que trabaja para un líder del hampa (un anciano Paul Newman) durante la Ley Seca, que se ve obligado a huir cuando su hijo es testigo involuntario de un crimen. Este film es tanto una aguda y efectiva disección de la naturaleza humana como un sólido retrato de los tiempos de la Gran Depresión.
“Los infiltrados” (2006): Esta película, inspirada en la asiática “Infernal Affairs”, fue la que le permitió a Martin Scorsese ganar finalmente el Oscar al Mejor Director que la Academia de Hollywood le había negado ante trabajos de la la jerarquía de “Taxi driver” y “Toro salvaje”. No está De Niro, pero si Leonardo DiCaprio, Matt Damon y Mark Wahlberg. La trama, estructurada sobre un policía que tiene que insertarse en la mafia y un criminal a quien le confían la tarea de infiltrarse en el Departamento de Policía, es una excusa para indagar en las complejas y oscuras personalidades. Jack Nicholson provoca escalofríos en su interpretación de líder criminal.