Diego E. Suárez
La nueva colección de la editorial santafesina Palabrava dedicada a escritoras y escritores emergentes se inaugura con la publicación de dos libros de poemas: “El mecanismo del beso” de Agustina Ferrand y “En la trama de este encierro” de Guillermina Rosales.
Diego E. Suárez
La editorial santafesina Palabrava inaugura “La punta del iceberg”, colección dedicada a escritoras y escritores emergentes, con la publicación de dos libros de poemas: “El mecanismo del beso” de Agustina Ferrand (Santo Tomé, Santa Fe) y “En la trama de este encierro” de Guillermina Rosales (Caba, Buenos Aires), ambas propuestas elaboradas durante el año 2020 y se pueden conseguir en su tienda nube www.editorialpalabrava.com.ar.
“El mecanismo del beso” nos sitúa en un escenario de espejos enfrentados, de mise en abyme, donde son ambiguos los límites entre realidad y ficción, entre la persona que escribe y el “yo lírico”, entre vida y poesía. En el poema titulado “la foto que me mandaste”, por ejemplo, unas bastardillas dicen: “es lógico, agustina/ que después de un día de intentar hacer felices a todos/ quieras arrancarte la máscara/ dejar de hablar y desobedecer”. Máscaras y vestuario forman parte del gran teatro del mundo en el que nos caracterizamos de nosotros mismos: “lo que ves es un disfraz/ pero lo cuido más que a mi vida/ porque me costó mucho conseguirlo/ cuando sea el momento me lo voy a sacar/ los disfraces se hicieron para terminar en el piso” (“los disfraces”). “El mundo -escribió Fernando Pessoa- no es verdadero pero es real”. “El mecanismo del beso” comparte esta cosmovisión y desafía, entre otras hegemonías, la del lirismo, insertando en el tejido del poema retazos del habla familiar de la plaza pública: “yo venía tranqui 120, amando y confiando...”, o “me comí el viaje tantas veces...”, “o sea: yo no quiero decir nada/ pero...”. Las palabras de este libro rico en diversidad de tonos nos miran con ojos solicitantes. Ni una de ellas forma parte del decorado, ninguna hace mutis por el foro. Todas, a su manera, son protagonistas de una voz confesional, honesta y valerosa.
Por su parte, “En la trama de este encierro” tiene como eje la experiencia del confinamiento durante el 2020. Es, en este sentido, una escritura “en tiempo real” que busca, siguiendo las huellas de Bashō, caminar por el infierno contemplando flores. Los poemas en vez de títulos llevan citas provenientes de la memoria cultural y el discurso social (versos, declaraciones, decretos, etc.) que proyectan un diálogo íntimo, no cara a cara sino letra a letra: “Paredes adentro/ el tiempo crece/ en la búsqueda del qué hacer/ mi existencia no renuncia/ y mastico cuarentena/ y me impongo pretextos/ para no fugarme.// Trasplanto malvones/ cocino para mañana y pasado/ peregrino las horas/ sin transparencia/ sin intuir el destino/ hacia un nuevo poema/ confinada.” (“... Un tipo de mala estrella que para otros brilla... Wisława Szymborska”). El exterior irrumpe “paredes adentro” a través de las noticias y las redes sociales, mostrando a veces sus facetas más horrorosas: “#femicidiosvirusletal/ Informe/ : día 67 de la cuarentena/ la violencia de género/ crece en la convivencia obligada/ es la vivienda/ el lugar más inseguro” (“Femicidios durante el Aislamiento Social Obligatorio período 20 de marzo 28 de mayo 2020. Argentina. Observatorio de Femicidios. Adriana Marisel Zambrano, Informe”). Impresiones de un mirar desde dentro hacia afuera con los días contados (“Día 180...”, “Van 190 días...”) y en tensión: “Primero de octubre/ el horizonte sigue invisible/ las estrellas/ igual se elevan y/ lo sabemos,/ sabemos de solidaridad/ de egoísmo de miseria/ de frustración de angustia de muerte/ lo que no sabemos/ es cómo salir de esta deshumanizante oscuridad” (“No hay fe en un cielo de crepúsculos cerrados,/ no hay sombras en un espacio de la forma primera. Luis Alberto Spinetta, no hay fe”).
Elaboraciones de la identidad y la coyuntura, “El mecanismo del beso” y “En la trama de este encierro” nos ofrecen dos formas diversas de sentir y pensar la polifonía que nos rodea.