Entrevista con el ganador del Premio Literario Municipal
“El cuento da mucho en relación a lo que exige”
Germán Bartizzaghi fue distinguido por el libro de cuentos “Unos metros de soga”. Explicó que los toques de absurdo, ironía, humor y tragicomedia son su marca literaria. Que el cuento es un género que exige ser riguroso pero posee una “honestidad insuperable” desde su “mecanismo de relojería”. Y que la inspiración es “una ráfaga que te toca cada tanto”.
“Soy un escritor esporádico. Cuando descubro que tengo una idea que está para ser parida, me siento a escribir”, expresó el ganador del premio literario municipal. FOTO: Manuel Fabatía
“Unos metros de soga” es el título del libro de cuentos a través del cual Germán Bartizzaghi, bajo el seudónimo “Félix”, ganó el Premio Literario de la Municipalidad de Santa Fe. Bartizzaghi es oriundo de Pilar, pero vive en la capital provincial desde 2006. No es esta su primera intervención en el mundo de las letras: además de obtener varios premios, publicó “Historias recuperadas” (Cuentos, Ed. De las tres lagunas, 2012), “Tiempo muerto” (Nouvelle, Ed. Martín, 2016) y “Simón dice: ¡cuéntales!” (Cuentos, Ed. Letras Cascabeleras, España, 2017). Además, el año pasado fue seleccionado como cuentista para el Festival Internacional de Narrativa Ciudad de Guatemala por su texto “Otra metamorfosis”.
En una entrevista concedida a este medio, el escritor manifestó sentirse más cómodo dentro de los dominios del cuento que en otros géneros. “Fue el primer género que cultivé, allá por 2009, cuando arranqué a escribir como algo premeditado, pensando en alguien ajeno que pudiera llegar a leerme. A veces, uno va teniendo intentos que quedan más bien para la intimidad o que no pasan de ser meros intentos”, recordó.
Foto: Manuel Fabatía
“Siempre el cuento me resultó fácil, dado que me parece que es un género que, si bien exige mucho trabajo y ser riguroso con las formas de decir es muy generoso en cuanto permite exponer una idea de ficción en pocos minutos de lectura. Julio Cortázar hablaba del mecanismo de relojería del cuento, donde no puede sobrar nada, a diferencia de la novela, donde no puede faltar nada. Creo que el cuento da mucho en relación a lo que exige al lector. A veces, las exigencias de una novela son mucho más altas. Es más costosa en términos de tiempo. A veces, hay pasajes de los cuales se podría prescindir y que la propia lógica del género obliga a dejar. El cuento, en ese sentido, es de una honestidad insuperable para el momento de narrar una historia”, expresó.
Las huellas del autor
Según Germán, en “Unos metros de soga” no hay un hilo conductor desde lo que podría ser una temática o desde lo que los personajes que intervienen en cada historia. “Hay un autor así que hay un estilo, más allá de los matices de cada historia. Se ve el absurdo, la ironía, algunos toques de humor, lo tragicómico, lo perverso. Esas son las constantes. Es lo que se deja entrever en cada historia, a pesar de que no están vinculadas unas con otras”, expresó. Al respecto, defendió la autonomía del cuento. “Es lo que enfatiza su valor como pieza literaria. Creo que si hay algo que funciona aislado y se la banca perfectamente como tal, es el cuento, que puede prescindir hasta del nombre del autor. No importa quien lo escribe, cuando ni en el marco de qué está publicado”, indicó.
Foto: Manuel Fabatía
En vínculo con esto, Bartizzaghi puntualizó que cuando construye sus piezas literarias, pone especial énfasis en el manejo de la tensión. “En una novela, hay partes donde el autor puede distenderse. En el cuento, lo ideal es que haya un in crescendo, que la historia vaya siempre ganando hasta el desenlace. Después no siempre se logra”, puntualizó.
De la idea al cuento
Respecto a las técnicas de trabajo, Germán remarcó que una de sus premisas es no forzar nunca una idea. “Trato de que leve el mayor tiempo posible dentro hasta que, cuando estoy más o menos seguro de lo que quiero decir, me siento a escribir. No soy una persona que tiene días u horarios para escribir. El horario de oficina ya lo tengo, no lo quiero para mi vida artística. Soy un escritor esporádico. Cuando se que tengo una idea que ya está para ser parida, me siento y suelo escribir el cuento en dos o tres sentadas, dependiendo de la extensión. Después, hay un trabajo de corrección tremendo, hasta de años en algunos casos. Estos cuentos que fueron premiados, se trabajaron en los últimos cinco o seis años. Los textos tienen un recorrido”, explicó.
Foto: Manuel Fabatía
Una ráfaga
Germán se mostró por último proclive a aceptar que no todo es publicable. “Es más lo no publicable que lo publicable. No todo lo que uno produce merece llegar a la mesa del lector. Así como me gusta leer buena literatura, siento el compromiso de tratar de ofrecer algo que sea digno del lector. Además, no creo que alguien tenga algo importante para decir todos los días. Soy más bien de la teoría de la inspiración como una ráfaga que te toca cada tanto. Uno no tiene algo para contar todos los días, al menos no algo interesante”, cerró.