Datos: “Madres” (“Motherhood. The Musical”). Libro y música: Sue Fabisch. Dirección: Josefina Pieres. Dirección vocal: Ana Durañona, Coreografía: María Maxwell. Vestuario: Romina Giangreco. Escenografía: Julieta Wager... eso decía la presentación en Buenos Aires. Actrices en el escenario en Mar del Plata: Flor Otero, Sabrina Garciarena, Viviana Puerta y Luly Drozdek.
Decía el Diario La Prensa en su página web, al referirse a esta obra y su estreno en Buenos Aires: “Acaba de llegar a Buenos Aires un musical de pequeño formato, de interesante recorrido en el off-Broadway en la última década, que ya tuvo réplicas en Australia y Perú, entre otros países”... ahora hay que agregar otra ciudad de Argentina: Mar del Plata. Temporada de verano 2021/22.
Mirada 1: no hay insultos, descalificaciones, agresiones inatajables ni entre los personajes ni a la maternidad. Es un canto (a la maternidad) por mujeres que confiesan lo que han pasado al parir, sin el reproche mas drástico: no lo hagas. Esto es, no está el mensaje “No seas Madre”. Es un punto que debe indicarse. No hay, tampoco, definiciones sobre el aborto. No es una obra pañuelo celeste, simplemente asume que hablan personas que han parido o están por parir... y que lo aceptan, es un embarazo querido.
Mirada 2: el humor en yankilandia es más cruel y abierto, la traducción quita penas y deja ironías y gestos, algunas frases y guiños, pero no se ilumina con el sarcasmo del teatro off Broadway, que suele -en inatajables destellos- mostrar lo peor o lo mas escondido de la sociedad. Si lo hubiese hecho tendría mas “realismo”, pero mas controversias. La maternidad, el rol de madres del Siglo XXI entraña al menos eso: la controversia. No aparece. Es una obra de teatro que no quiere peleas fuera del escenario; en el escenario tampoco. Comedia musical. Punto.
La banda sonora es un hallazgo en las pegadizas melodías, nada sofisticadas, y las traducciones fueron resueltas para que el texto diga aquello que decía (aproximadamente) en el original inglés de su autora. Consejo: subiría levemente el sonido de la banda sonora cuando de las cantantes (las 4 cantan, es comedia musical) van con sus solos, los coros están perfectos, pero acaso sean nervios de segunda función. Me refiero a la del 2 de enero, cuando asistimos.
Sobre el texto, que suma una tras otra las relaciones / quejas / acuerdos / recuerdos / afinidades y tácitos silencios del tema entre quienes poseen ése vínculo: embarazo, parto, maternidad, otra sugerencia: si fuese ayudante de dirección insistiría en que “el tempo” de los diálogos es uno en la calle y otro en el escenario. Nada grave, acaso lo mismo que con las canciones: un toque en las ecualizaciones y esperar, no encimarse y esperar. Pediría que escuchen los diálogos cuando es Ricardo Darín el que participa y reproduzcan eso, el tempo teatral; pero acaso deba buscar un ejemplo femenino ya que en los reclamos, con el telón abierto al fin de la función, apareció una insólita referencia orgullosa: lo hicimos todo entre mujeres. Bueno. Hablen con Norma.
El personaje de Viviana Puerta es el que mas crece hacia la comedia y la mas eficaz bailarina Luly Drozdek (he dicho que es comedia musical... bailable... y lo dice el título de la obra).
Es ésta, la Drozdek. la que aporta la escena mas hot (si cabe ése término) y pone un respingo en el público, notorio silencio en la platea, que sirve para otra mirada.
Mirada 3: quien esto escribe no es sociólogo, es periodista, pero el perfil del público, notoriamente femenino, poco extravagante, obliga a preguntarse, desde la platea que compartí con ellas, si esta circunstancia, un público femenino joven, que acompaña los diálogos, sonríe, festeja, aplaude en las canciones y pasos de baile, no es un perfil que existe y no se corresponde con lo más avanzado de la sociedad, esa vanguardia que cree en tantas cosas así, avanzadas, ni -tampoco- se identifica con el almidón y el silencio sobre el tema del fin del siglo XIX y buena parte del siglo XX.
La pregunta es obvia pero inevitable: es esto un invento teatral... esta fiesta de fin de curso de compañeras que -a su modo- se quieren, se conocen, se acompañan, es una mínima expresión de la sociedad... por el contrario, hay muchas... es esta la sociedad argentina... Cuestiones que deben resolver quienes la vean en este verano.
En una fiesta de fin de curso está implícito que nada será igual mañana, pero que el hecho es inolvidable, también es obvio que aparecerán pequeñas rencillas antiguas pero triunfará el momento y el momento, se sabe, es irrepetible. La apuesta es la inversa, repetirla todo el verano, a sala llena.
En el verano marplatense toda apuesta teatral tiene ése componente de azar. La sala es El Provincial. Sitio con historia. La anterior visita que hice fue para ver “Un enemigo del Pueblo”, de Ibsen. Ahora la sala principal decidió otro costado de la dramaturgia. Carlos Mentasti tiene demasiados años en el medio y sabe.
Todos queremos que le vaya bien a Mentasti, al teatro... y las señoras Madres (son 4). La sala llena tuvo más de 400 personas aplaudiendo.