Terminó, para los premios Estrella de Mar que entrega la Municipalidad de General Pueyrredón (Mar del Plata) la temporada 2023/24. En este año, como en todos los que el concurso no tuvo periodistas pagos por medios porteños como eje, el tema se dirimió conceptualmente por lo que se vio, no por el Currículum o el “valioso” Currículum de quienes vinieron.
En la Provincia esto no existe. Nada en Rosario, nada en Santa Fe. No se ve el espectáculo como un promotor del turismo, mucho menos como un hecho cultural en sí mismo.
Hay varias posiciones básicas, una especie de compendio del panfleto, sobre el concurso y los premios Estrella de Mar. Hay sonrisas y quejas. Está todo dentro de una ley del show... que debe continuar.
Los premios se entregan en una fiesta. Hay discursos de los premiados. No hubo desubicados en las quejas, hay -eso sí- grandes aprovechados de un suceso: cuando se conocen los premios trascienden al país, la derivación es sencilla: aumenta la cantidad de espectadores posibles.
Sumarse, a como dé lugar, a esa trascendencia, es lícito. Denuncias, quejas, desafíos son parte del juego. Todos los caminos para el conocimiento público, que lleve a más conocimiento y vivir de tal fenómeno (conocimiento) se comprende.
Los artistas y conjuntos ganadores pasean la faja en sus carteles todo el tiempo de almanaque que resta hasta el próximo verano, la pasean por todo el país. Evoquemos un tango que popularizara Tita (cómo ¿qué Tita? ... “más si el bulto no interesa, porque pierden la cabeza ocupándose de mí...”.
A todos les cabe un mimo. Un reconocimiento oficial mucho más y mejor. El eje del premio es la promoción de Mar del Plata.
Asistí, como testigo, a su nacimiento (esto lo escribí varias veces) nacido de la visión de un licenciado en turismo: Luis Martínez Tecco. “Lucho”. El premio tiene un autor, un inspirador. Que nadie se cuelgue la medalla.
Lo que devino de su idea que es, repito, promocionar a Mar del Plata, es lo que sucede año tras año desde la década del 70. Una conmoción.
Es rara la ciudad, como todas las ciudades portuarias es aluvional, los puertos son aluvionales. Un sitio de llegada de las inmigraciones que definieron Argentina en el siglo XIX y el siglo XX. Cumple 150 años. Sonrío cuando, conversando con un conductor de taxi, confirmo su acento correntino, tucumano, paraguayo. De todas partes vienen, aun vienen.
El premio no tendría nada que ver con eso. Es específico. Un reconocimiento, Estrella de Mar, a los artistas que venían a “hacer temporada” y que así, premiados, podían entusiasmarse y venir más, vender más, existir más y más en Mar del Plata como eje del espectáculo en verano. Mas aplausos. Entretenimiento en mitad del verano, del turismo. Del sol y el mar. En un puerto. Ejem. Aluvional.
También llega la resonancia de quienes miran las cosas, todas las cosas del día a día, con un pequeño lente enfocado en su particular universo, su personalísimo sistema solar.
La provincia podría mirar. Región Rosario también. La ciudad, sus autoridades, las autoridades opositoras pero parte del sistema socio político, reciben pedidos, influencias, quejas, necesidades que apuntan a compromisos con uno, algunos o, en la mayoría de los casos, con aquello indefinible pero visible: su posición socio/política y... cultural.
La cultura, esto es definición de quien escribe, es la sumatoria, nunca una fraccionadora que dice esto es cultura, esto no... La cultura es un canto rodado. No se detiene.
Se atribuye a Toynbee (he sostenido la autoría de este pensador en otros escritos) aclarar que todo lo que no es Obra de Dios pertenece a los hombres... y eso es Cultura.
En cada premiación asisto a discursos, que debo creer bien intencionados, denunciando tal o cual injusticia cultural. Todas apuntan al hecho de una censura, un presupuesto recortado, un olvido, un despido, algo fraccionado de lo que se quejan y, en muchos casos cierto, pero alejado de un punto: una distinción promocional que entrega el Ente Municipal de Turismo y ahora, ocasionalmente, de Cultura.
En este festejo, encuentro y festejo. las injusticias denunciadas, las denuncias al recibir los reconocimientos, parecían destinadas a decisiones nacionales que, acaso, tengan relación con la ciudad y sus manifestaciones pero que, como en todos los casos, no hacen al eje: premio Estrella de Mar. El discurso de aceptación es una caja de resonancia, un amplificador, pero en varias oportunidades de una canción de otro concierto.
En la Provincia hay, habrá manifestaciones por estas cuestiones nacionales, se corresponden con un yerro del actual gobierno y un yerro de quienes se creen dueños de “La Cultura”.
En esta oportunidad se premió transformismo, microteatro, música electrónica, after, varios rubros que jamás se imaginaron en su origen, sobre los 70. Los analistas, ensayistas, los que deben mirar el comportamiento de la sociedad tendrían que fijar las cosas en un número: más de 300 espectáculos anotados para aspirar a un reconocimiento, una nominación, un premio.
Esa es una manifestación del desarrollo cultural, del sedimento que sube y sube. Para participar hay que anotarse. Eso es central. ¿Cuántos se anotarían en Rosario para los premios “Monumento”?
Carlos Paz recibe 800.000 turistas. Mar del Plata no desciende de 3.5 a 4.5 millones. En la Región Turística Costera hay más de 100/150 mil jóvenes en la franja de edades que va de 18 a 35. Cada noche emigran hacia la zona costera más allá de la civilización que se corresponde con un punto fijo: el Faro. Leyó bien: en cada noche. A 90.000 pesos por persona. Cada noche. Ejem. Una ciudad juvenil que se desplaza, acaso se instala y que es, por encuentro, por la música, por el mensaje, un fenómeno cultural en expansión. Reconocerlo era necesario y la organización del premio lo hizo. El fenómeno social debería estudiarse; son los dueños del Siglo XXI. Dónde van, cómo se divierten, qué esperan, qué hacen...
Mas de 80 personas actuando bajo los árboles del parque de Villa Victoria, en una Gala Lírica, es otro punto cardinal de las manifestaciones del hombre.
Premiar un cómico, un circo, un violinista es bueno. Provenientes de grandes salas y sus empresarios, de pequeñas salas, de teatros municipales que prestan paredes, de salas provinciales que aportan dinero y paredes, los premiados aparecen de una decantación sobre las más de 300 inscripciones.
Reparemos: inscribirse a un premio sin retribución en dinero es tener el espectáculo listo, la gente ilusionada, el año jugado a mostrar el trabajo y algo es cierto: todo espectáculo se hace para que alguien lo reciba, es un mensaje en dos actos, creación y recepción.
Toda una región apunta al verano y ofertar un mensaje. Es bueno, es mucho, está bien que lo apoyen con un premio que es un mimo. También se acepta que se use como vidriera para una mejor protesta partidaria, o pedir un punto más en la grilla de los afectos que un premio amplifica. Pregunta: ¿Provincia de Santa Fe?
No parece atinado, parece desatinado tomar la capa y la espada de “LA CULTURA” y quejarse, esgrimiendo la paternidad sobre el bien y el mal, sobre lo bueno y lo malo. No hace falta, quita sustento a un fenómeno que es evidente: hay ofertas de mensajes chicos, medianos, grandes, económicamente pobres o arriesgados.
Nada de cuanto sucede en la temporada en Mar del Plata es obra de Dios, es creación de los hombres, eso es Cultura.
Se puede parafrasear al texto de los Testamentos sobre el viento: “La cultura sopla donde quiere”.
El músico callejero frente a los lobos marinos y el recital de Ciro y los Persas son parte de una suma.
Parado sobre este fenómeno, al que asisto hace muchos años, algo me acongoja: la provincia donde vivo y donde nací y sus propuestas. ¿Sus qué?... (“silencio en la noche, ya todo está en calma...”. Gardel y Le Pera me responden)
Todo suma. Para muchos aportar a la suma es quejarse. Bueno. Tal vez haya que agregar un rubro: repertorio de la cultura de la Queja. “Los Quejosos”. Las anotaciones, obvio, vencerían el 5 de enero de cada año y deberían tener al menos cuatro funciones desde diciembre hasta el 31 de enero. Es el reglamento. Tres nominados y un ganador. Si gana en su rubro: “La queja”, el triunfador podría aspirar a la Estrella de Mar de Oro que solo se elige entre los ganadores de cada rubro. A la cultura, que es la suma, no le viene mal. Y deja al descubierto las verdaderas intenciones de los quejosos. Las valiosas. Las trascendentes. Eso: trascender. Como se pueda.
Estoy obligado a una pregunta: la provincia de Santa Fe, la ciudad de Rosario... ¿quieren trascender? ¿Sí?... ¿Cómo? Premio El Monumento. Premio El Puente. Cri. Cri. Cri. Si ya lo sé, se premia cuando se construye. Bueno, repreguntemos. Qué se construyó, qué se construye. Soy periodista, soy el que hace las preguntas.
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