Mariano Hueter: un joven realizador en la cima de la industria
Realizó su primera miniserie cuando apenas tenía 21 años, y en pocos años realizó contenidos para las más importantes plataformas, como “El mundo de Mateo” o “El grito de las Mariposas”. El Litoral conversó con él para adentrarse en ese mundo estético y sus particularidades, y anticipar algunos proyectos, como su debut cinematográfico.
Comenzó muy joven con “Inconsciente colectivo”, que le abrió las puertas para proponer nuevos proyectos y ser convocado a colaborar en otros. Foto: Gentileza Shirly Potaz Prensa y Comunicación
Mariano Hueter es un reconocido director y autor argentino. Acaba de estrenar mundialmente “El grito de las Mariposas”, una serie global que cuenta la historia de las Hermanas Mirabal, las famosas activistas por quienes se celebra el 25 de noviembre como el Día Internacional de la lucha contra la violencia de genero (ONU). En los últimos años ha desarrollado, producido y dirigido series para Disney+, Netflix, Amazon, Flow, Star+, Viacom y MGM, entre otros. Realizó su primera miniserie cuando apenas tenía 21 años y el universo de las series no había explotado; y desde entonces no paró de generar contenidos premiados y exhibidos en el mundo entero.
El Litoral pudo conversar con este creador para conocer parte de su carrera, el lenguaje narrativo del género, las particularidades de trabajar en el primer nivel internacional, y sus próximos proyectos, incluyendo su debut en la pantalla grande.
Mariano cámara en mano, durante el rodaje de “El grito de las Mariposas”, donde trabajó junto al showrunner rosarino Juan Pablo Buscarini. Foto: Gentileza Shirly Potaz Prensa y Comunicación
Apuesta narrativa
-Venís de trabajar con Juan Pablo Buscarini (con quien hablamos hace poco) en “El grito de las Mariposas”, un proyecto grande para Star +. ¿Cómo fue esa experiencia?
-Fue una experiencia hermosa: Buscarini me convoca en el 2021 para dirigir la serie, en la que él venía trabajando hace mucho tiempo. Cuando me dio para leer el primer capítulo me quedé fascinado por la posibilidad de poder contar esa historia: una historia que, en la época de oro de las series, y en la actualidad, no tenía hecho un producto como el que hicimos nosotros.
La historia de Minerva Mirabal y del 25 de noviembre: poder contarla en una serie de 13 capítulos, que esté en las plataformas en todo el mundo; y que sobre todo las nuevas generaciones se puedan sumergir en lo que hoy se llama maratonear una historia, y conocer todas las aristas de esa dictadura latinoamericana tan feroz, me parecía una oportunidad única. Y sobre todo poder hacerla con gente tan querida y tan talentosa como la que estuvo involucrada en el proyecto.
-Venís haciendo una carrera en lo que es la narrativa seriada, sobre todo en miniseries algunas muy distinguidas como fueron “Inconsciente colectivo”, “Inconvivencia”, “El legado” y “El mundo de Mateo”. ¿Cómo se fue dando ese decantarse por trabajar en ese tipo de formato? Venías de una formación en cine, habías hecho cortos, un montón de cosas.
-No fue una elección tan pensada, sino que mi ingreso al mundo de las series se da justo en el momento en el que las series estaban explotando en todo el mundo; pero en una época en la que acá no era común que alguien tuviera Netflix: hice “Inconsciente colectivo” en 2011 y la gente no tenía Netflix, no todos tenían Smart TV.
Tuve la suerte de arrancar con una serie a la que por suerte le fue muy bien, que viajó por todo el mundo; justo cuando estaba empezando a explotar el fenómeno de las series en Latinoamérica. Entonces eso me dio cierta ventaja; porque algunos colegas, directores y autores, se metieron luego en el mundo de las series (me encontré con gente que entró en el 2013, 2014,2015), después de que salió “Breaking Bad”. Tuve la suerte, si se quiere, de poder arrancar antes, gracias a que a que hice “Inconsciente colectivo”.
Fue un piloto que hice con amigos de la facultad, de un primer capítulo de una serie que empecé a mover por todos lados. Yo venía una generación que ya venía viendo series muy fuertemente: alquilando los DVD, viendo temporadas completas; y mi foco estaba puesto ahí; tenía muchas ganas de hacer una serie, de contar una serie como las que como las que veía de afuera, pero en Argentina.
Lo que no sabía era que después eso iba a generar un boom como el que generó y que, en mi caso profesional, personal, me iba a permitir poder hacer un montón de otras series después.
-Esa época pre plataformas donde la gente maratoneaba “Lost” o “24” de los DVD, o se grababa los episodios.
-O “Prison Break”, todas esas. De hecho, me acuerdo de llevarle un DVD a Mariano Berterreix, que en su momento en Telefe había Tele fe reemplazado a Claudio Villarruel, para que vea el piloto de “Inconsciente colectivo”. Tenías que quemar los DVD, llevárselos; después se lo quería mostrar a un autor, un director que me interesaba, un productor, y era grabar los DVD, imprimirles las tapitas, llevárselos personalmente: ningún link. Y no es que estamos hablando de hace 50 años, era 2011; pero todavía estaban arraigadas esas costumbres y era lo más fácil.
Lenguaje específico
-¿Qué pensás que debe aprender alguien que viene de la escuela de cine, o que tiene esa formación, para manejarse en este formato? O que haya sido clave en tu aprendizaje, para decir: “Puedo trabajar en esta estructura”.
-La estructura de las series, los elementos que tienen las series, son algo que me obsesiona mucho. De hecho, armé un seminario en la Universidad del Cine, que fue la primera vez que se hizo una materia sobre series, que se llama Seminario de Desarrollo de Series de Ficción. Porque muchas veces los pibes, o las nuevas generaciones, vienen con la idea de cómo hacer una película; y piensan que pueden estirar el contenido y hacer una serie.
Y hacer una serie muy complejo: es un rompecabezas gigante, que necesita (lo más importante, te diría) de un mapa conceptual muy claro a largo plazo. Siempre digo que la serie es el universo de los personajes; en las películas muchas veces con un gran evento basta, y obviamente hay grandes películas con grandes personajes. Pero en las series sí o sí uno se maneja en el universo de los personajes.
Recién acaba de terminar “Succession”, de HBO, que todo el mundo la vio. Es una serie que podría seguir años y años, porque uno está enamorado de cada uno de esos personajes. Lo mismo con “Breaking Bad” y Walter White, Jesse Pinkman; o incluso con “Lost” que la nombrabas antes. Entonces que lo importante es entender que uno va a contar la historia de personajes fuertes, que tienen tramas complejas, y que para eso hay que crear un universo que permita que esa historia se desarrolle de la mejor manera. Y eso es muy complicado: es casi como construir una casa, porque hay que pensar en las bases, en los cimientos, en los ladrillos; pero todo pensando en el objetivo de la casa terminada.
Hoy, donde hay tanta inmediatez, y donde es todo tan cortito, tan de las redes sociales, de los contenidos breves, a las nuevas generaciones se les hace muy difícil sentarse a pensar una serie: escribir miles de páginas, estructurarlo como una gran novela. Entonces uno de los grandes consejos también es que para hacer una buena serie hay que tener mucha paciencia, y muchos días de trabajo paso a paso; porque es la única manera en la que se construye.
-Es una oportunidad para poder contar más largo, antes no se tenía ese acceso a poder contar más con más detalle y más centrado en los personajes.
-Sí, es un arma de doble filo: porque es una oportunidad para contar más largo, pero es la responsabilidad de contar más profundo también, de meterte más de lleno en los personajes, en sus historias. Entonces tenés que tener qué contar, y no se te tiene que acabar el contenido al tercer capítulo. Tenés que tener trama para que la serie no tenga su meseta, o no pierde interés a la mitad de la temporada. Ese es el gran desafío.
Y al mismo tiempo otra de las grandes cosas es que el tipo de serie del que estamos hablando, que son cinematográficas, buscan calidad de contenido. Porque uno podría decir: “Bueno, pero antes también tenías más tiempo para contar, en novelas de 120 capítulos”. Pero la novela de los 90 y principios de los 2000 tiene un trabajo sobre la historia que es superficial, que es pasatista, para entretener, nada más. Entretener al público durante un tiempo.
La serie toma lo mejor de cada formato: lo mejor del cine, para hacerte reflexionar, pensar; pero al mismo tiempo engancharte, que quieras consumir más capítulos, y que estés deseoso de que llegue una nueva temporada. Es un mapa conceptual complejo que está bueno para meterse, pero que también es bastante trabajo.
Hueter junto a parte del elenco de “El mundo de Mateo”: Tomás Wicz, Luciano Cáceres, Martina Gusmán, Cecilia Dopazo, Renato Quattordio y Fernán Mirás. Foto: Gentileza Flow
Discontinuidades
-En la cultura que se enseña de cine decís: “Bueno, agarramos una locación, la explotamos y después no importa”. Muy distinto era ver, por ejemplo, el trabajo de conservación de los sets de “Game of Thrones” para la temporada siguiente. No podés filmar todo asincrónicamente, porque la serie sigue.
-Tal cual. Yendo a un caso mucho más chiquito y mucho más independiente: cuando hicimos “El mundo de Mateo” temporada 1 y temporada 2, en el medio pasó la pandemia, casi tres años. Y de repente volver a conseguir las mismas casas en ese pueblito, las mismas calles, volver a armarlo todo, que en el grupo de actores vuelvan a coincidir todos los looks, peinados, todo ese lío; nos llevó a tener que reescribir, cambiar cosas. Tienen un trabajo muy artesanal las series, las temporadas, los años y años que van pasando; que requieren también de pensarlo de forma muy inteligente.
O el caso de “El marginal”: directamente derrumbaron la cárcel donde estaban trabajando. Entonces la posibilidad de la otra temporada tuvo que ver con ir a una precuela, y modificar el espíritu del contenido. Es muy complejo, la verdad.
-Es mucha demanda de continuidad, y de adaptar de guión para poder introducir un cambio y que siga teniendo sentido.
-Exacto. Y sobre todo también de cierta lectura de la audiencia: uno hace una primera temporada una serie sin saber si va a hacer una segunda temporada; y está esa frustración de guion que terminás con un último capítulo en la primera temporada abierto, con muchas ganas de contar la segunda, que quizás nunca suceda. Siempre tengo una frase que es: “Lo más común en Argentina es que la series no tengan segunda temporada”.
Y es frustrante para el público, frustrante para el que lo hace; ahora, cuando tenés la posibilidad de contar esa segunda temporada vienen los otros desafíos: estar a la altura, no decepcionar al espectador; ahí empezás a preguntarte si ya cerrás la serie o no, si la volvés a dejar abierta y te volverás a arriesgar a que exista o no una tercera.
También, a diferencia de una película, es una apuesta constante: tenés que tratar de renovar el compromiso con el espectador todo el tiempo, y eso no te lo garantiza nadie.
-En el caso de “El mundo de Mateo”, cuando hicieron la primera, ¿sabían que iba podía haber segunda?
-No sabíamos si podía haber segunda, pero sí la historia estaba pensada en dos temporadas: un caso policial que se resolvía en dos temporadas. Y la hicimos muriéndome de ganas de tener la posibilidad de hacer la segunda temporada, sin saber si eso iba a suceder. Después tuvimos la suerte de que fue la serie más vista en la historia de Flow, que Flow quiso que terminemos de contar la historia, que pudimos asociarnos con Kuarzo y la llevamos adelante.
Pero hasta ese punto teníamos el capítulo 8 de la primera temporada terminado sin saber realmente si íbamos a poder contar lo que verdaderamente pasaba en el caso policial.
-Hay una incertidumbre. En una época Netflix decía: “No arrancamos una serie a la que no le garanticemos la posibilidad de tres temporadas”. Y después empezaron a matar series en la segunda, y ahora en la primera.
-Sí, y justo estamos ahora en un año donde las plataformas están pasando un momento muy difícil; ni siquiera las grandes plataformas pueden garantizar que los creadores de “Ozark” tengan sus tres temporadas, o los creadores de “Dark”, o que el spin off de una gran serie tenga continuidad. Y es tan capitalista y tan brutal el sistema que hay un punto en el cual no sé si el espectador importa tanto; porque todo termina siendo un negocio de suscripciones mensuales, y de qué funciona y que no. Y vemos las cosas tremendas que pasan: cómo sacan y ponen series, cancelan proyectos que se están a punto de filmar y en los que se estuvieron trabajando años: se volvió casi como la Bolsa, como el Wall Street de las series.
-El problema es que lo que se timbean son las expectativas de ustedes, los creativos.
-Sí, y que detrás de cada proyecto hay años de ideas, de trabajos; de sentarse a escribir, de investigar; de leer diarios, artículos, literatura; de juntarse con personas, entusiasmar gente. Pero bueno, también uno sabe que esas son las reglas del juego, y que cuando uno empieza a crear una serie empieza a transitar un embudo, donde cada vez las posibilidades se achican; y los que llegan a consumar sus proyectos son pocos. Proyectos en desarrollo tenemos todos, series se hacen diez por año: ese es el gran dilema.
Proyectos
-Saliendo de las series, este año está previsto el estreno de “Pensamiento lateral” que es una película rodaste con Itziar Ituño, Alberto Amman, entre otros. ¿Qué se puede contar de eso?
-“Pensamiento lateral” es hoy en día el proyecto que más entusiasmado me tiene. Primero porque es mi primera película; si bien no es mi primer guión de película, es la primera película que pude concretar, con un elenco soñado. Pero además siento que es una película muy diferente, creo que cuando se estrene a la gente le va a llamar la atención, porque es muy particular: es un thriller psicológico (que es el formato que a mí más me gusta) pero complejo, rebuscado.
Es una psicóloga que tiene que liberarse de un secuestro, y para eso tiene que meterse en la mente, en la cabeza de sus captores; y en ese proceso empieza a descubrir la psicología estos tipos que la secuestraron: empieza a entender por qué la secuestraron. Y el espectador empieza a descubrir de a poco una trama que cuando arranca la película claramente no se imaginaba.
Es una apuesta fuerte a tratar de lograr algo bueno en un género que siento que acá en Argentina no se explota tanto.
-¿Se estrenaría para fin de año?
-Sí, justo ahora estamos terminando la postproducción y empezando las charlas con la distribuidora. Se espera estreno a fin de año; ahí siempre con una variable importante para nosotros: es una película que queremos que participen en ciertos festivales, y ahí un poco la fecha de los festivales termina después condicionándote el estreno; porque para estrenar en el festival no se tiene que haber estrenado antes comercialmente. Pero bueno, la expectativa es estrenarla antes de que termine 2023.
-Tenés dos series en carpeta: una en desarrollo y otra que estaría como para entrar a rodar.
-Sí, por suerte. En un año tan complejo (donde en varias plataformas bajaron un montón de proyectos, y donde tengo un montón de colegas que se han visto sin la posibilidad de poder hacer cosas que están muy buenas y que se estaban por hacer) tengo confirmado un proyecto muy interesante, que empezamos a rodar dentro de poco: se llama “El sabor del silencio” y es la historia de un chef que tiene un restaurante boutique, donde solamente pueden degustar sus platos comensales en cenas privadas.
A este importante empresario gastronómico se lo inculpa de un crimen que él dice no haber cometido, y empieza una especie de investigación policial, donde se descubre una trama interesantísima. Es una serie que por suerte pude escribir yo junto con otros autores, que me tiene como showrunner, pero que no voy a dirigir; por esto de que estamos trabajando en otro proyecto, que quizás se confirma y se empieza a rodar casi en simultáneo, o se tenga que preproducir mientras se está haciendo esta serie. Así que cruzando los dedos para que salgan ambas cosas.
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