Es interesante marcar el paso del tiempo, recuerdo la frase de Vinicius de Moraes en su poema “El día de la creación”. Decía Vinicius en un verso del mencionado trabajo: No hay nada como el tiempo para pasar. De marzo del 2020 a la fecha ha pasado tiempo y eso trae diferencias.
Al imitador, humorista y monologuista le sucedió, como a todos, pero su queja al destino tiene culpable: La Peste. Difícil no entender. No se puede escapar a la adhesión. Todos adherimos.
El eje de los monólogos de Bossi apunta al tiempo de encierro. Vivencias personales, reales o inventadas, convertidas en confesiones desde el escenario son el soporte textual de la obra y se insiste: su trabajo tiene un texto. Si creemos en el programa pertenecen a Emilio Tamer, que también dirige el espectáculo. Para romper un libreto... hay que tener un libreto. Para traicionarlo hay que tener un texto. Bienvenido el texto... y las transgresiones.
Un aire de complicidad acompaña las dos horas del show, la mención sobre la ausencia por La Peste supone público con ansiedad de ver a Bossi. El cómplice es necesario, por definición cuasi policial. Este Espectáculo sin tal complicidad no tendría destino. Hasta tiene preparado un gesto/tic/guiño para que aplaudan. Ordena el aplauso y lo consigue.
En tren de suponer, estimo que “peinarán” el texto, 2 horas suponen demasiado porque son 4 horas. Entre la espera en la calle, la tardanza en dar sala, los controles sanitarios, ligeros pero reales, aquello que debía comenzar en un momento se convirtió en la apertura musical sobre las 22. Terminó 23,55. Dos horas. Cuatro horas. Llega Usted con la panza llena o es un problema. Llega con los problemas sanitarios resueltos o podrían aparecer problemas.
Es necesario, a sala llena y en competencia con “Nico” Vázquez, al parecer los que mas llenan en MDQ (en su oportunidad hablaremos de Nico, de la relación con Bossi, del Milagro de Miami, de quienes estaban y no debían estar, etcétera) es necesario atender, sobre la sala llena, qué pasa con Bossi en el escenario.
Una banda de bajo, guitarra, batería, teclados y un músico que toca saxo, guitarra y piano, durante las dos horas en escena. supone un mensaje: estos son parte de lo que soy, tal parece el mensaje del Show Man.
Incorporó una joven cantante, con arreglos vocales que son para Bossi y no son para Sol Bardi o, lo mas sencillo de entender: Bossi tiene el coraje de cantar y la niña la firmeza de no salirse de su registro... y de la nota musical sobre la que entona, esto es: va a tono.
Telón abierto las dos horas con lo dicho, los músicos presentes y el vestuario es zapatos negros, pantalón, camisa, tiradores y a cantar y contar.
En los monólogos un hallazgo -no muy festejado- es el diferente comportamiento del Colectivo Mujeres y Género ante un argentino, (cualquiera) que denigre mujeres según contexto Siglo XXI y el mismo colectivo que no atiende los textos de cantantes como L-Gante (que no es cualquiera), en rigor súper denigrantes o, tal vez, demostraciones de una sociedad que acepta esa forma del lenguaje como lo que es, la forma de identificarse con quienes viven de ése modo y el colectivo de Mujeres y el Género no avanza sobre esa sociedad. Un buen punto para Bossi.
Si su eje es la queja sobre La Peste y el encierro (ubica especialmente, con énfasis y repetición, el 20/3/20, aquel marzo del primer encierro) la derivación, en los monólogos, sobre la adicción a las series es un buen testeo sobre qué sucedió en los MdeC (Medios de Comunicación).
Todos entienden cuando hace referencia a estas series, sus personajes y ése arquetipo de adicto a las series, especialmente preparadas para el consumo, de las que sabe argumentos y personajes y los describe. Las risas de la platea dan una medida del nivel del público y del acierto de usar ese fenómeno social, que el encierro exacerbó, como elemento de alianza entre monologuista y espectador.
“Sus espectadores” consumen series y ojo, eso indica que no consumen “realidad coyuntural”, vida cotidiana y problemas... cotidianos. Hubo una sola referencia a Alberto Fernández y una, de igual duración, a Mauricio Macri. La realidad política se escapa del “Martín Bossi Comedy Tour”, que así se llama este espectáculo. Es una decisión.
Su metamensaje “pastoril” es no perdamos la memoria del abrazo y la sonrisa, hermanos, no hay “nueva normalidad”, hay un problema y recordemos, queridos hermanos, el beso y el abrazo, el fin del barbijo y el retorno de las señales que nos acercaban a aquello que amábamos. Amén. Esto también trae aplausos.
Quien es y qué quiere Bossi. “En 2002 debutó en televisión en el programa ‘Vale la Pena’ en Telefe, conducido por David Kavlin y el Mono Amuchástegui. En 2005 ingresó en el elenco del programa de Marcelo Tinelli, ‘ShowMatch’, en el que continuó hasta 2010”. Eso dice Wikipedia.
Quien es y qué quiere Jorge Martín Bossi (Lomas de Zamora, Buenos Aires; 16 de octubre de 1974) es un actor, humorista e imitador argentino. En 2009 llevó su obra teatral “El impostor” por salas de Buenos Aires y de otras provincias de la Argentina. Martín Bossi confiesa que quiere que lo quieran... y que paguen la entrada. Es toda una formulación de vida. En mitad de su lucha contra La Peste (de eso va este espectáculo) canta, baila, juega un texto a telón abierto y cara lavada. Algunos “tics” de Café Concert (bromas con espectadores de la primera fila) son una buena muleta. Cuando tenga mas tiempo o recupere el que le/nos robó La Peste tal vez haga otra cosa... si es que esta (cosa) deja de tener vendidas todas las localidades.