“El libro es para todo lector y lectora interesado en el tema, pero principalmente a las mujeres, adolescentes, jóvenes y adultas, porque es a las mujeres a quienes se les exige de manera exacerbada cumplir con estereotipos y cánones de belleza, y ese bombardeo constante, la presión social y los comentarios que recibe propicia que desarrollen una relación hostil con su cuerpo, de malestar, rechazo e inconformidad”. Es lo primero que plantea la socióloga Esther Pineda G. cuando se refiere a “Bellas para morir: estereotipos de género y violencia estética contra la mujer”, su nuevo libro editado a través de Prometeo.
Investigadora en materia de derechos de las mujeres y discriminación racial, Pineda sostiene que a través de su libro pretende ayudar a visibilizar y promover el debate sobre este fenómeno social, a sacarlo de la dimensión de lo individual. “Es decir, que no es un problema de cada una, que no hay nada malo con sus cuerpos, sino que existe toda una estructura mediática, industrial y social que convierte la belleza excepcional (la de unas pocas) en norma y la impone sobre la mayoría, quienes de forma natural o saludable nunca podrían satisfacer esos imaginarios de belleza inalcanzables”, aseguró en una entrevista.
"Bellas para morir. Estereotipos de género y violencia estética contra la mujer" ya llegó al Ateneo Grand Splendid Publicado por Esther Pineda G en Lunes, 5 de abril de 2021
-¿En qué momento histórico se comenzó a organizar la belleza a partir de los criterios que analizás en el libro y cómo se relaciona esto con los preocupantes índices de femicidios que se observan en Argentina, pero también en otros países?
-Los cánones de belleza han existido en casi todas las etapas de la historia, y si bien en la antigüedad (Grecia y Roma) la belleza ocupaba un lugar importante porque producía sensaciones de placer y agrado, lo corporal no era suficiente y se asociaba también la belleza a la justicia, la bondad, la virtud y el conocimiento. Es a partir del Renacimiento que la belleza se centra más en el cuerpo, que la belleza masculina pierde atención y esta se comienza a exigir de manera casi exclusiva a las mujeres; donde con la figura de las Venus siempre jóvenes, blancas y delgadas, se sentaron las bases de imaginarios de belleza sexistas, racistas, gerontofóbicos y gordofóbicos que se han profundizado y alimentado en la sociedad contemporánea. Estos imaginarios de belleza se relacionan con la violencia machista y los femicidios porque el origen de todas estas formas de violencias es que las mujeres son percibidas socialmente como objetos, es decir, son deshumanizadas, y cuando se deshumaniza a las mujeres se da permiso para que se ejerzan sobre ellas formas de violencia que pueden ir desde la violencia simbólica, mediática, verbal, psicológica, y que va escalando a la violencia sexual o física hasta llegar al femicidio.
-Si bien se trata de procesos que llevan siglos, ¿Qué pasó con el advenimiento de las redes sociales en relación a la discriminación, exclusión y violencia hacia las mujeres que no responden a los cánones de belleza impuestos?
-Las redes sociales han contribuido a profundizar los estereotipos y cánones de belleza que ya existían, a masificarlos aún más pues el mensaje que las niñas y mujeres antes sólo recibían a través de revistas, vallas o la televisión, ahora además de estos también lo reciben desde las redes sociales con las que tienen contacto permanente a lo largo del día. Pero al mismo tiempo, las redes sociales han amplificado la exposición de cada niña y mujer, por ejemplo, antes el cuerpo y la belleza era sometida a escrutinio en el contacto físico, en la escuela, la universidad, el trabajo, reuniones de amigos, la comunidad, pero ahora las mujeres están bajo la mirada evaluadora de los otros todos los días y a toda hora en las redes sociales, de conocidos y de desconocidos, quienes en muchos casos hacen uso del anonimato para violentar, humillar y agredir a quienes no responden a los estereotipos de belleza o a quienes se atreven a cuestionarlos. Además las redes sociales han incrementado la presión sobre las niñas y mujeres quienes se sienten más inseguras al momento de publicar una foto en las redes sociales, una selfie o aparecer en un live, por lo cual pueden llegar a dedicar horas a maquillarse, ensayar nuevos peinados, vestimenta o a elegir los ángulos, iluminación y filtros que más la favorecen y le ayuden a recibir la mayor atención positiva posible y a minimizar la atención e interacción negativa.
Un contexto en el que no basta quererse y aceptarse
-Hay muchos influencers, tanto varones como mujeres (el caso de la actriz y modelo Mar Tarrés es uno) que promueven miradas que intentan salirse de esos cánones de belleza que analiza el libro ¿Qué papel cumplen y cómo considerás que podrán incidir en el mediano y largo plazo?
-Los influencers tienen mucho alcance en las redes sociales, y sus narrativas y sus imágenes pueden contribuir a profundizar esta problemática pero también pueden contribuir en alguna medida a cambiarla. Hay muchos influencers que desde sus contenidos reproducen estereotipos sexistas, racistas, gordofóbicos, también mensajes en los que con intención o sin ella promueven la anorexia y los trastornos dismórficos corporales, imágenes en las que se muestran extremadamente maquilladas, operadas o editadas y que envían un mensaje equivocado a quienes las consumen porque son imágenes manipuladas, no lo dicen, y muchas niñas y mujeres se sienten mal por no verse como ellas o intentan imitarlas. Pero al mismo tiempo las redes sociales también están siendo utilizadas por modelos, actrices, influencers que intentan contrarrestar esto, que quieren dar un mensaje positivo sobre el cuerpo, que se muestran sin edición y manipulación para que se entienda que no todo lo que está en las redes sociales es como parece, que con sus imágenes están ayudando a las niñas y mujeres a aceptarse un poco más, a sentirse más cómodas con su imagen. Esto sin lugar a dudas es positivo porque ayuda a contrarrestar el impacto negativo que en este tema han tenido y tienen las redes sociales, pero tiene una debilidad y es que por lo general se queda en la dimensión de lo individual, de la aceptación, del amor propio, que es importante, pero no suficiente; porque no basta quererse y aceptarse si desde la familia, el trabajo, los amigos y la pareja se siguen recibiendo comentarios negativos sobre el cuerpo, si los medios siguen bombardeando día y noche con imágenes de mujeres cargadas de estereotipos y identificarse, mostrándolas como objetos, mientras la industria cosmética, farmacéutica y quirúrgica sigue haciendo sentir mal a las mujeres para que consuman sus productos y servicios.
En los años 70 inició el proceso de incorporación de las mujeres afroamericanas al canon de belleza. Casi dos décadas... Publicado por Esther Pineda G en Sábado, 20 de marzo de 2021
Discutir el tema en todas partes
-¿Cómo se puede abordar esta problemática desde espacios que, a priori, parecen tan significativos para promover cambios a futuro como la familia y la escuela? ¿Están padres, madres y docentes capacitados para esto?
-Esta problemática es multicausal, y por tanto, debe atenderse desde distintos escenarios y por parte de diferentes actores sociales. La familia y la escuela juegan un papel primordial porque son los primeros agentes de socialización de niños y niñas, es en la familia donde se aprenden los primeros códigos de relacionamiento y en la escuela donde se reproducen y refuerzan, por eso es tan común que las primeras vivencias de esa violencia estética de la que hablo en el libro tienen lugar en la escuela, donde se comienza a señalar a los otros, y principalmente a las niñas de gordas, enanas, negras, feas, etc. Lamentablemente este es un ámbito muy desatendido, padres, madres y docentes en muchos casos no tienen las herramientas para abordarlo ni en casa ni en el aula porque ellos mismos no tienen consciencia del problema, e incluso pueden llegar a reproducirlo o promoverlo. En este sentido para generar cambios, este tema hay que empezar a llevarlo a las discusiones en las comunidades, las escuelas, las universidades, los lugares de trabajo, es necesario formar y sensibilizar a las y los docentes, incorporar esta problemática en la ESI, visibilizarla y problematizarla en los medios de comunicación; en definitiva, sacarla de la dimensión de lo privado y atenderla como el problema social que es.
-¿Avizorás cambios que pueden ser positivos en relación a la problemática, a la luz de lo que se está haciendo ahora en distintos niveles?
-Deseo cambios, pero sinceramente no los veo todavía. Hasta ahora esta problemática se viene trabajando y visibilizando principalmente por parte de quienes investigan y hacen activismo. Pero la gordofobia es una de las múltiples variables de esta problemática, la cual sigue estando muy desatendida por todos los ámbitos, desde lo académico, lo mediático, incluso desde el feminismo y el antirracismo.