Museos y pandemia: de conservar el patrimonio a explorar nuevos vínculos
La antropóloga e investigadora del Conicet, Senda Sferco, puso de relieve el rol que la virtualidad impuso en nuestras vidas y la importancia de su incorporación para revincular al público con los espacios museográficos. Remarcó la urgencia de que los museos salgan a la calle e incorporen espacios abiertos para dar lugar a nuevas experiencias.
Archivo El Litoral Para Sferco, hoy es posible hacernos algunas preguntas que nos permitan analizar qué tipo de museos queremos en función de las posibilidades que tenemos. En la imagen, el Museo Rosa Galisteo de Santa Fe.
El Covid 19 cambió el mundo. Y en el campo de la cultura, esos cambios fueron particularmente profundos, en cierto modo, o al menos por un tiempo, la sensación es que no se vuelve idénticamente a lo que fue. En el caso de los museos, que permanecieron cerrados o accedieron apenas a aperturas transitorias y protocolizadas, tal vez es una chance para repensar los modos de vinculamiento que proponen. Senda Sferco, doctora en Filosofía y Ciencias Sociales, antropóloga e investigadora del Conicet, dialogó al respecto con El Litoral. “Creo que el tiempo de post pandemia todavía no llegó. Todavía los museos están cerrados o abriendo muy de a poco. Con lo cual, solo estamos dibujando un horizonte desiderativo, tratando de pensar básicamente cómo nos gustaría, dentro de las agobiantes condiciones sanitarias mundiales que tenemos, que ocurra el retorno a los museos”, consideró. Pero también destacó las alternativas que aparecen en la borra de este presente, en apariencia, tan crudo. “La pandemia, además de la constricción que supone en términos de reducción de espacios, de circulación, de encuentros, es también una oportunidad para pensar cómo queremos vivir, qué tipo de deseo de vivir podemos tramitar en este tiempo. Porque básicamente, lo que el Covid 19 también nos dejó en evidencia es que no se vive únicamente respirando”, afirmó, retomando una expresión del filósofo Paul Preciado.
Para Senda, “no solo es necesario garantizar las condiciones sociales y económicas para cuidar la vida, sino que la salud no es solamente permanecer con los pulmones sanos para poder respirar, sino también con ver de qué manera movilizamos un deseo de vivir que involucra a los otros y a los espacios”. Ya sea en la casa, el trabajo y los lugares públicos como en esa nueva espacialidad que tiene que ver con lo virtual. “Esa interfaz que se volvió ámbito laboral para muchos pero también vía de comunicación con los seres queridos y también de diversión y continuidad pedagógica”, aseguró.
Lo inmaterial marca el desafío
-Respecto al caso puntual de los museos, me da la sensación de que ya había una amplia experiencia desarrollada en términos de virtualidad, pero la pandemia la aceleró en forma exponencial.
-Fue exponencial en todo lo que tiene que ver con la materia educativa en general, por la magnitud del cambio que supuso tener que generar recursos para adaptarse y para crear nuevos modos de relación en un país que, a diferencia de Finlandia (que siempre gustamos mirar como modelo), no tenía tradición de trabajo virtual. El esfuerzo de las y los docentes, alumnos, padres, en incorporar esta nueva medialidad al lazo formativo fue y sigue siendo enorme y titánico en este sentido. Yo creo que lo virtual tiene algo interesante y en el caso de los museos tiene su especificidad. Recuerdo que Jean Francois Lyotard, fue curador de una exposición que se llamaba “Los inmateriales” en el Pompidou, ya hace bastante tiempo, en 1985,. Ahí decía, anunciando de alguna manera en la puerta del siglo XXI algo que se venía, que la inmaterialidad es un nuevo tipo de materialidad. Y asumir esto es muy importante para los desafíos que tenemos hoy, no implica someterse sin más a la tiranía virtual sino disputarle un modo de relación que tal vez no sea solo pérdida sino también nos permita vivir cosas nuevas (al menos así ocurre con nuestros jóvenes, ¿no es así?). Creo que los museos han tenido un camino propio en lo virtual, trazado por al menos dos vías. Una, la de la misma experimentación artística, porque la tecnología digital forma parte del acervo creativo del arte contemporáneo. Y la otra tiene que ver con el proyecto de conservación de los museos que, en los casos de las instituciones que pudieron contar con presupuesto para hacerlo, digitalizaron su patrimonio y hoy pueden tienen un catálogo virtual y organizan visitas virtuales. Con lo cual, uno podría pensar en algún sentido que los museos nunca cerraron, porque siempre estuvieron abiertos en esta interfaz. Por supuesto no es la situación de los museos más pequeños ni de los que han sido desfinanciados por políticas que dieron la espalda a la cultura.
Archivo El Litoral Intervención en el Museo Rosa Galisteo.
Intervención en el Museo Rosa Galisteo.Foto: Archivo El Litoral
-Es una mirada interesante.
-Sobre todo para aprovechar lo que tenemos. Uno siempre piensa que sería lo mejor o lo deseable. Y eso lo envía a una dimensión de utopía, como si fuese parte de una nueva era o un futuro que no vamos a ver. La otra manera es pensar que estamos en una distopía y que todos los tiempos se dieron vuelta completamente y solo podemos parapetarnos en crear mundos inmunizados dentro de una amenaza de mundo. Una mirada en el medio de estas dos polaridades, y más atenta a las experiencias plurales de cada quien y cada cual, en cambio, busca registrar cuales son los distintos heterotopos, o sea los espacios que se abren dentro de ese espacio en el que estamos hoy, pero que no nos acuarentenen más todavía que la cuarentena que ya tenemos que cumplir, sino que nos permitan aperturas y nuevos modos de enlace social y afectivo.
Archivo El Litoral ¿Toda experiencia artística se agota en una contemplación pasiva de las obras?
¿Toda experiencia artística se agota en una “contemplación pasiva” de las obras?Foto: Archivo El Litoral
El museo que queremos
-¿Se podría pensar que estamos, en relación al funcionamiento de los museos, frente a un cambio paradigmático?. Me refiero a que hay postales que no se van a repetir por lo menos en el corto y mediano plazo, como el de esa muchedumbre reunida detrás de La Gioconda en el Louvre.
-Creo que es muy pronto para afirmarlo. Sin embargo, es posible hacernos algunas preguntas que nos permitan analizar qué tipo de museos queremos en función de las posibilidades que tenemos. Ahí es donde yo me animo a hacer una pregunta, frente a todas las afirmaciones que hice del espacio virtual como una materialidad nueva: ¿es suficiente el espacio virtual para tener una experiencia artística, cultural, formativa, “sublime” como la que plantean los museos? ¿Toda experiencia artística se agota en una “contemplación pasiva” de las obras (así como frente a la pantalla o a la Gioconda? ¿O podemos aprovechar esta reflexión de qué museo nos convocaría en una reapertura para ampliar el registro visual (tan agotado por cierto en este tiempo) a otros sentidos, auditivos, táctiles, olfativos, etc.? ¿No es el espacio público del museo y del entorno del museo una instancia a aprovechar para movilizar nuevas experiencias de encuentro con el arte y la cultura? Ahí es donde me parece que hay algo interesante que se abre como desafío, que probablemente conduzca a un nuevo paradigma. Y es posible que eso no sea del todo malo. Creo que estamos realmente frente a una necesidad de llevar adelante un cambio que tiene que ver no solo con los modos en que nos vinculamos unos con otros, sino también con nuestras formas de transitar y hacer uso de los espacios públicos y, muy acuciadamente, con nuestros modos de habitar y cuidar el mundo. Porque si hacía falta una razón para entenderlo el Covid la brinda: el mundo ya no puede ser una mera variable en el análisis sociológico, es la condición de posibilidad para que nuestra vida sea sustentable. En este sentido, creo que con todas las restricciones que va a traer una apertura de los museos en términos de protocolo, también está la posibilidad de habilitar desde este espacio una experiencia nueva, que me parece interesante aprovechar y direccionar en el sentido de los desafíos que como comunidad, nos urgen. En este sentido, me parece interesante recalcar las experiencias que ha llevado adelante el Museo Rosa Galisteo de Santa Fe, que tiene una propuesta creativa muy desafiante, y que tiene la suerte de tener una plaza enfrente. De hecho, en los últimos años, el Rosa planteó propuestas lúdicas a su público, buscando llevar el museo a la comunidad y la comunidad al museo, sin una puerta tan cerrada entre la plaza y el museo. Creo que allí hay un espacio privilegiado, que es el aire libre, ese aire tan preciado en tiempos de pandemia, que se puede aprovechar.
-O sea, incorporar el espacio al aire libre. Es una idea interesante, que hasta ahora no ha aparecido mucho, la de utilizar espacios al aire libre para exponer patrimonio.
Archivo El Litoral Museo Histórico Provincial.
Museo Histórico Provincial.Foto: Archivo El Litoral
-Es que urgentemente tenemos que pensarlo así. Porque aquí lo que está en juego, para que la vida no sea sólo un respirar solitario, es una reapropiación del espacio público. Y en realidad, en la medida en que con distancia social y tapabocas se pueden utilizar los espacios abiertos, es una oportunidad que el escenario de post pandemia habilita. Abre una puerta para poder pensar dinámicas nuevas, no solo para hacer una exhibición de obras, sino para dar un paso más e incorporar nuevos sentidos para vincularse con esas obras.