El 3 de octubre de 1940, en Mar del Plata, nació esa beba a la que bautizaron Clotilde, como su madre, nombre que ella misma se encargó de eclipsar. Su papá fue Estanislao Hipólito "Polo" Acosta, un integrante, aún recordado, del plantel de El Atlético, un famoso club de la ciudad atlántica. Esa fue la cuna de una artista que moldearía una personalidad rebelde y un estilo propio. Hoy Nacha Guevara cumple 80. O acaso sea Clotilde Acosta la que celebre las ocho décadas enfrentándose a la atemporalidad de ese otro yo estelar que ella misma construyó.
De chica se acostumbró a las mudanzas. Alejada de Mar del Plata e instalada en Buenos Aires, la joven Nacha estudió danzas en el Teatro Colón y comenzó a realizar un breve camino por el teatro independiente formando parte de los elencos de obras como Locos de verano, de Gregorio de Laferrere, en el mítico Payró. Fue el inicio de una trayectoria que no supo de pausas, pero si de destierros. Una carrera que no se llevó con lo previsible y que buceó, casi siempre, por los lenguajes de ruptura y la vanguardia.
Tenés que leerLaurita Fernández y Nacha Guevara se "cruzaron" en el Cantando 2020Hizo del cuidado de su físico una obsesión y se transformó en el símbolo de la eterna juventud. Desde los medios, difundió la meditación cuando nadie lo hacía, pero no fueron pocos los que dieron testimonio de su carácter iracundo. Se anticipó con su Nacha 100%, del Di Tella al 2000, pero aquel espectáculo erró en el cálculo. Ella se encargó de trascender el inicio del milenio y hoy sigue tan activa como cuando se atrevió a cantar "Se dice de mí" en una versión rockeada. Así fue, es, Nacha, la mujer de las mil y una facetas, y acaso más también. Tantas Nachas como las que ella quiso construir en una extensa vida dedicada al arte. Aquí ocho momentos destacados para repasar sus ocho décadas.
El 22 de julio de 1958 se fundó el Instituto Di Tella, un centro de investigación cultural que se convirtió en el espacio de expresión de las vanguardias artísticas. Julio Le Parc, Rómulo Macció, Luis Felipe Noé, Alfredo Arias, Oscar Araiz, Marilú Marini y Les Luthiers fueron algunos de los nombres que formaron parte de la denominada "Generación Di Tella". Nacha Guevara también conformó ese seleccionado de artistas poderosos que movilizaron con sus obras a través de la danza, las artes visuales, la música, la literatura y el teatro. En 1966 formó parte de Mens sana in corpore sano con algunos integrantes de lo que luego sería Les Luthiers y bajo la dirección de Norman Briski. Ese mismo año participó de Artaud66, unos meses antes de entonar "Canción del descerebramiento" en Ubú encadenado. Pero fue, sin dudas, Nacha de noche el espectáculo que la mostró en todo su potencial poético y estético. Aquel show de canciones tuvo la marca de su personalidad. ¿Quién es esa chica? Nacha se daba a conocer de manera más contundente. Con Anastasia querida y No hay que robar zapatos desafiaba el establishment con canciones críticas hacia los sistemas políticos del mundo, el poder de turno y ese sector de la sociedad que ella entendía pacato y conservador. En estos últimos espectáculos ya la acompañaba el maestro Alberto Favero.
Nacha fue mujer de parejas trascendentes. El periodista Anteo del Mastro fue el primer gran amor conocido y con el que tuvo a Ariel, su hijo mayor, quien siguió los pasos artísticos como iluminador y director teatral. Con el actor Norman Briski los unió la pasión por la escena y el espíritu libertario; el especialista en sonidos Gastón Briski es fruto de aquella relación. El músico Alberto Favero fue una de las parejas más consolidadas que tuvo Nacha. No solo compartían la vida familiar, sino que él era el responsable de los arreglos de su repertorio y la acompañaba en vivo en la dirección orquestal y el piano; Juan Pablo Favero es el tercer y último hijo de la actriz. Pero Nacha también supo de vínculos menos convencionales: a comienzos de los ´90 novió con Micky Ronsini, un muchacho con aspiraciones de extravagancia, que la acompañó como guitarrista en el proyecto Heavy Tango. La relación escandalizó a la opinión pública, bastante más pacata que la actual, debido a que ella era varios años mayor que él. A Nacha la mirada ajena no le importó. Hoy, mantiene una comunicación frecuente con él, a quien considera un amigo.
Nacha debió atravesar dos exilios. En 1974 le exigieron que dejara de cantar "Yo te amo libertad", el tema de Gian Franco Pagliaro, y "De qué se ríe señor ministro", de Mario Benedetti. Nacha no lo dudó y decidió partir antes que claudicar en sus ideales. Ya tenía a sus tres hijos y estaba en pareja con Favero. El segundo exilio ya no fue motivado por una amenaza sino por la explosión de una bomba en el Teatro Estrellas donde trabajaba. "El exilio fue la experiencia de más aprendizaje de mi vida", dijo a LA NACION hace pocos días. Por aquellos años el destierro la llevó a México, Venezuela, Brasil y España donde se presentó con Nacha de noche. En 1977 debutó en Cuba y en 1978 ofreció en Nueva York An evening with Nacha. "La amenaza era clara: si no me iba, me iban a ejecutar en la calle", confesó. A pesar de la repercusión obtenida en el exterior, la partida del país no fue una decisión sino una imposición. En 1984, ya instalada nuevamente en Argentina, editó el disco Somos los patitos feos que contenía su clásico "Mi ciudad" en el que, de modo catártico, decía aquello de "en París hay lindos puentes, pero no es calle Corrientes". Sin dudas, un material que definía su presente en aquellos días.
Entre 1993 y 1995, Nacha condujo en Argentina Televisora Color (ATC) su ciclo Me gusta ser mujer, una suerte de plataforma para pensar cuestiones en torno al género. El programa, que contaba con la producción general de Víctor Bo, se iniciaba con Nacha frente a un espejo escribiendo una afirmación con un lápiz labial. La actriz llevaba ya 13 años ejercitando la meditación cotidiana, apelando a una alimentación saludable e inspirándose con distintos maestros espirituales del mundo, una filosofía de vida que continúa atravesándola hoy. La canción de apertura, cantada por ella, era una proclama al orgullo femenino. Al aire, Nacha también se permitía realizar ejercicios de yoga que acompañaba con comentarios sobre la búsqueda de la vida interior. Algunas críticas se transformaron en humoradas sobre la nueva faceta que Nacha mostraba públicamente; sus máximas inspiradoras para ser repetidas por la audiencia también fueron motivo de burlas.
Nacha no se privó de llevar a escena la vida de mujeres trascendentes. En 1986, estrenó en el Maipo Eva, el gran musical argentino. Con libro de Pedro Orgambide y música de Alberto Favero, la obra la mostró en un gran momento artístico con una composición notable de la ex Primera Dama del país. En 2011, en el Teatro Metropolitan, protagonizó Tita, una vida en tiempo de tango. El musical giraba en torno a la figura de la actriz Tita Merello, lo cual le permitió a Nacha volver a transitar algunos clásicos del repertorio tanguero. Tanto Eva como Tita fueron mujeres de carácter, que se destacaron en sus actividades y se convirtieron en leyenda. Acaso Nacha tenga algo de esos personajes: indudablemente, la empatía de la actriz con las figuras interpretadas la llevaron a gestar estos títulos que contaron con el favor del público.
Ya había coqueteado con la política cuando se acercó, desde lo artístico, a la fórmula presidencial de Eduardo Duhalde y Palito Ortega, en 1999. Cuando le ofrecieron un destacado rol en el Fondo Nacional de las Artes, lo rechazó. Y, en 2009, resultó electa diputada nacional en la provincia de Buenos Aires por el Frente para la Victoria, pero, a poco de asumir, decidió renunciar a su puesto. "Estaba tan lejos mi proyecto de la clase política que no quise perder años de mi vida en algo que no iba a llegar a ningún lado", reconoció por entonces.
Tenés que leerMirtha Legrand fue a ver la obra de teatro de Moria Casán y Nacha GuevaraSi bien su carrera se caracterizó por la ruptura y no seguir los lineamientos más previsibles, en los últimos años, decidió incursionar como jurado en "Bailando por un sueño" y, actualmente, en Cantando 2020. Participar en los programas de Marcelo Tinelli le permitió llegar a un público diferente. La experiencia también la acercó a un universo mediático no libre de confrontaciones con sus colegas de jurado o con los participantes. Sin embargo, ella disfruta del nuevo espacio y de las audiencias que la descubrieron en la madurez.
A los 80, su aspecto físico la hace aparentar varios años menos. Siempre fue así. Cuando cumplió 65 no dudó en jugar una escena audaz en la obra El graduado, donde realizó un desnudo total y frontal, mientras compartía un parlamento con el joven actor Felipe Colombo. A quien quiera oírla,¿Cirugías? Algunas. Pero lo cierto es que Nacha Guevara hoy podría confesar varios años menos y nadie dudaría en creerle.