"El nudo Windsor", la novela S. J. Bennett que convierte a Isabel II en detective
La escritora hace que la reina más famosa del mundo sea una resolutiva investigadora de crímenes, en lo que también es una semblanza de su personalidad, sus relaciones personales y del castillo británico
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18:35
Como buena miembro del antiguo regio imperio británico, Sophia Bennett se atiene a las jerarquías hasta en los nombramientos más informales. Incluso para clasificarse a sí misma. Por eso sonríe al oír el comentario de que es toda una experta en realeza, y prefiere dar un paso atrás: “Soy más bien una observadora de la realeza”, matiza. La larga conversación —vía Zoom, al estar ella en su casa de Londres— demuestra que peca de prudente. La autora acaba de lanzar un libro en el que Isabel II, la casa real británica y el castillo de Windsor son los protagonistas. Es mucho más experta de lo que cree.
El nudo Windsor (Salamandra) es una historia híbrida: un adictivo relato de detectives, espionaje y aventuras, pero también un retrato cercano y certero de la reina británica, que calca muchos de los gestos de la monarca en la vida real, porque bebe de fuentes cercanas a ella. En la novela, Isabel II se verá abocada, con discreción y con la ayuda de su joven secretaria, a resolver un asesinato ocurrido en el castillo de Windsor. Esta es la primera obra editada en español de S. J. Bennett bajo ese nombre; hasta ahora, firmaba con su nombre de pila, Sophia, la decena de libros para niños, adolescentes y jóvenes adultos que ha publicado. “Había muchas razones” para este cambio, afirma. “Esta es una persona distinta de la que firma esos libros. Además, las iniciales tienen un punto clásico, como las de J. K. Rowling, por ejemplo. Y más en las historias de detectives”, ríe. “Así no se diferencia si quien escribe es hombre o mujer”. Esta primera obra adulta ya tiene una continuación (por ahora solo en inglés) que ha sido alabada por The New York Times y traducida a varios idiomas.
Captura de pantalla
Foto: Captura de pantalla
Sin conocerla más que por escritos y retratos de ficción, esta reina detective se asemeja mucho a la auténtica en sus costumbres públicamente conocidas, pero también en sus comportamientos íntimos, reflejados por multitud de biógrafos y personas cercanas a ella, como su antigua niñera o su costurera, que han escrito libros sobre ella, así como por los detalles que sus íntimos han ido dejando escapar durante décadas. La autora ha hablado con fuentes cercanas, algunas citadas en los agradecimientos (las menos), otras (la mayoría) ocultas. En la charla, prefiere esconder su identidad con discreción. “Mucha gente es muy leal a la reina y me suplicaban que no pusiera sus nombres”, confiesa. La soberana de la ficción está harta de que le digan lo mayor que es y de que la traten entre algodones, y también se preocupa porque su generación está extinguiéndose; es pícara, tremendamente observadora, y, por supuesto, amante de los perros y de una oportuna copita de ginebra. También queda capturado el espíritu de su matrimonio, con un Felipe de Edimburgo que la chincha y no siempre está pendiente de ella, pero cuya presencia siempre sobrevuela sus necesidades y afectos. “Es muy peligroso rodearse de gente que siempre dice que sí, él le recuerda que se puede equivocar”, reflexiona la autora. Para ella, la reina es “listísima, sabe quién es todo el mundo”, algo que le desveló su padre cuando estuvo a su servicio y que ella ha comprobado con sus pesquisas.
Bennett es una apasionada de la familia real británica desde que era niña. Su padre formó parte de su escolta en el Jubileo de Plata, en 1977, así que ella la ha observado “en la distancia, desde los 11 años”. Recuerda leer con fervor un libro de aquella época, The Queen’s Clothes, “sobre su ropa, cómo era vestir en cenas de estado, todo aquello”. “Me fascinó”, concede. “A lo largo de los años he visto cómo ha sobrevivido a la montaña rusa de la vida pública, a veces de forma terrible, a veces fantástica. La admiro. Siempre acaba haciéndolo bien”, asegura. Por eso la convirtió en su heroína en esta historia datada hace solo cinco años. “Quería que el primer libro fuera cercano en el tiempo porque admiro cómo ella ha podido, mejor que nadie, mantener esa imagen de estabilidad, de confianza, es extraordinario. Es algo que echamos de menos en ese país. Alguien que de verdad intente hacerlo bien, durante tiempo. Desde que era niña quiso hacerlo bien”, resume.
La propia Bennett estuvo a punto de formar parte del personal de Windsor. En su juventud, optó a ese puesto de secretaria personal adjunta de la coprotagonista. “Me lo sugirieron y lo intenté, pero me dijeron que era muy joven, como Rozie en el libro”, explica. De ahí que conozca bien la estructura monárquica, que para la ficción ha decidido esquematizar, “porque hay muchísima gente y el libro sería demasiado complicado”.
Al principio, Bennett pensó en una historia de detectives para dar vida a la heroína de sus novelas para adultos. Pero durante un retiro y mientras veía The Crown se le iluminó la bombilla: llevaba media vida siguiendo los pasos de su soberana, así que, ¿por qué no ella? “Ella lo sabe todo, cuando hay algo raro, lo ve, lo observa. Sabe lo que no cuadra. No hay absolutamente nadie a quien no pueda llamar. Hay un montón de sitios: el castillo [Windsor], Balmoral, Buckingham... A partir de ahí, mi cerebro no quería escribir ninguna otra cosa. No pude dejarlo pasar”, sonríe. Además, se dio cuenta de que este no iba a ser solo un libro. La saga (en el Reino Unido ya ha visto la luz el segundo tomo, A three dog problem, y ella prepara un tercero) tendrá distintos escenarios y saltará por diferentes momentos históricos. Si Isabel II lleva casi 70 años de servicio público, tenían que servirle para algo.
La autora ríe al reconocer que ha investigado tanto sobre la reina que casi nada le sorprende ya de ella. Un dato, sí: que una vez en unas carreras ganó como premio un cheque de 50 libras (poco menos de 60 euros) para gastar en un supermercado. Y que se volvió loca de alegría. La anécdota le gustó tanto que la incluyó en el libro. “Me encantó, es competitiva, le gusta ganar”, afirma. “Estoy segura de que de no ser reina”, especula, “habría sido una entrenadora internacional de perros. Es buenísima”.
La investigación ha sido larga, tanto para conocer la personalidad de la monarca como del otro gran protagonista: el castillo de Windsor. “Hay mucho que contar y mucha curiosidad sobre él. Algunas de las historias son completamente verdaderas, otras inventadas, como la de las habitaciones privadas, la capilla, reconstruida tras el incendio de 1992, o su dormitorio. Sí, todo eso me lo inventé”, reconoce. “Es que no puedes llegar hasta ahí. Pero los apartamentos de las visitas o las zonas donde son recibidas son completamente reales”.
Desde el momento en el que desarrolla la ficción, con aquella comentada visita de los Obama a Windsor de 2016, hasta ahora ha pasado un lustro. Y Bennett ve cambios en su monarquía. “Hace cinco años vivían un periodo de calma; ahora están en las noticias todos los días por algo. Creo que en el Reino Unido hay una especie de mayoría silenciosa que aprecia a la reina, pero también hay republicanos en todas las familias”. Además, ve diferencias claras entre la reina y su heredero, que “no tiene tanto cariño [de la gente] como ella”. “Fue reina muy joven, no pudo desarrollar su vida, y él en cambio ha tenido décadas para eso mientras no es rey”, reflexiona sobre lo distintos que son madre e hijo. A este último, no duda en calificarlo de “injustamente controvertido”. “El efecto Diana siempre estará ahí. Pero es cierto que Camila es una buena persona, todos dicen que es encantadora. Será interesante ver cómo será cuando la llamemos reina en vez de duquesa”, ríe. Eso le dará, seguramente, para otra saga completa de libros.