En su libro “El testigo inglés”, Sebastián Lacunza parte de su experiencia como último director del Buenos Aires Herald, que cerró en 2017, para reconstruir el rol de ese medio a lo largo de 140 años. La pretensión del periodista fue exponerlo con sus matices y contradicciones. Y a partir de allí echar luz sobre la historia de los medios de comunicación en Argentina.
Gentileza Alejandra López Sebastián Lacunza ejerce el periodismo desde finales de la década de 1990. Trabajó en el Buenos Aires Herald durante cuatro años, hasta su cierre en 2017.
Al periodista Sebastián Lacunza le tocó ocupar el cargo de director periodístico del Buenos Aires Herald entre 2013 y 2017, cuando el periódico escrito en inglés desde Capital Federal dejó de publicarse tras el largo camino recorrido desde 1876. Nacido como un espacio informativo de movimientos portuarios y fluctuaciones comerciales, con las décadas y los sucesivos cambios de conducción, halló una franja de lectores y empezó a nutrirse de la agenda política y económica local. Durante la dictadura, fue el medio argentino que denunció las violaciones a los derechos humanos y se hizo eco de la voz de los familiares de los detenidos desaparecidos.
Con base en esa breve experiencia de cuatro años, pero con la perspectiva de haber podido acceder a la hemeroteca y a testimonios de primera mano de protagonistas que vivieron momentos clave en la evolución del Buenos Aires Herald, Lacunza concibió “El testigo inglés”. Un libro que se adentra en las luces y sombras del periódico, con énfasis en lo ocurrido durante el proceso militar, pero sin obviar la postura que asumió ante otros acontecimientos que, desde fines del siglo XIX, sellaron el devenir de la historia argentina.
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“Una primerísima idea del libro o de la voluntad de contar la historia del Herald con sus matices, grises, contradicciones, tensiones y conflictos había surgido antes del cierre del medio y se vinculó a que accedí a parte de la hemeroteca y a los testimonios de quienes habían pasado por la redacción y puntualmente Andrew Graham-Yooll y Robert Cox, ambos editores. Que daban cuenta de una historia decididamente más rica que la que se conocía”, explicó Lacunza en una entrevista concedida a este medio.
Desde el punto de vista del periodista, se conocía una historia canonizada y binaria del Buenos Aires Herald. “Parte de esa historia tenía visos de realidad, por ejemplo, respecto al papel del periódico durante la dictadura como el medio que denunció las atrocidades del terrorismo de Estado. Pero eso, en sí mismo, merecía un abordaje más complejo y honesto”, admitió.
Pinta tu aldea
Antes de arribar al título que finalmente tuvo el libro (“el que contuvo todo lo que yo quería decir”, en términos del propio Lacunza) el autor ensayó otras posibilidades, entre ellas “Un pequeño diario universal”. “Pequeño porque eso es intrínseco del Herald. Pequeño en muchos aspectos, pero los más palpables, la cantidad de páginas y el tamaño de su redacción, con veinte personas o menos a lo largo de su historia. Sin embargo, un medio que duró un siglo y medio y dio la vuelta al mundo por su prestigio y sus historias. De modo que me pareció interesante ese concepto de ver la historia de la prensa argentina a través de un micro ejemplo. Encontrarse con aquella idea de pintar tu aldea para contar un mundo”, señaló.
Denominar al Buenos Aires Herald como “El testigo inglés” es en cierto modo tratar de asir su ADN en todas sus dimensiones posibles. Es que se trata de un medio que nació en la etapa que los historiadores llaman las presidencias fundacionales y se proyectó después durante la generación del ‘80. Es decir, en una Argentina que se fue conformando con las divisiones provinciales, con un modelo económico agroexportador y un gobierno central. “El Herald termina siendo un testigo, por momentos incómodo, con una relación ambivalente, a veces de sumisión, otras de complicidad e incluso de denuncia con los diferentes poderes”, sintetizó el autor.
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Abordaje
¿Cómo hizo Sebastián Lacunza para dialogar con un objeto de estudio tan amplio como un periódico cuya vida se extendió por casi un siglo y medio? “La decisión inicial fue establecer una metodología de intervalos. Una cuestión metodológica que no estuviera sesgada por la época del año que se abordaba. Complementada con los acontecimientos históricos, tanto de la vida del diario como de la vida del país. El Herald ganó riqueza con los años. Se hizo un diario más complejo con el transcurrir de las décadas y se fue involucrando cada vez más en la realidad argentina. Entonces la cobertura de hemeroteca se hizo mucho más densa, árida y puntual respecto a los últimos 50 años que a los 90 años previos”, explicó.
Miradas y paradojas
El trabajo de Lacunza permite observar que, al principio, el Buenos Aires Herald fue un organismo de lobby para los intereses británicos, que rendía tributo a su Majestad, celebraba los cumpleaños reales y en en ambas guerras mundiales defendió fervorosamente a Inglaterra. “En toda su primera etapa, adoptó un discurso del visitante para que no lo molestaran y no le endilgaran posicionamientos políticos. Pero eso era ida y vuelta, porque a la vez hacía lobby sobre facciones políticas. Cuando cobró auge la actividad sindical, a comienzos del siglo XX y después en la Semana Trágica y en la Patagonia rebelde, si eso afectaba intereses británicos el Herald volcaba su atención ahí. Recién entre finales del primer peronismo y la década del ‘60 toma la agenda argentina. La llegada de Robert Cox en 1959 marca la decisión de hacer un diario local escrito en inglés”, apuntó el periodista.
Una paradoja que señala el autor es que el periódico llegó a la dictadura apoyando a Jorge Rafael Videla, la represión y el combate al marxismo. “Pero después, por las vueltas de la vida, las experiencias personales, el grado de implicación en lo que pasaba en la sociedad argentina, se transformó en una de las pocas puertas a las cuales iban a golpear las Madres de Plaza de Mayo. Entonces ese diario distante, que se asumía a sí mismo como visitante, que no se quería meter demasiado terminó con el director subido a un escritorio tratando de organizar a las Madres que acudían en procesión a denunciar la desaparición de sus hijos. Ahí fue cuando la realidad local se metió de lleno en el Herald”.
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En el mismo sentido, a partir de un hecho puntual, a través del cual las autoridades del diario tomaron contacto con personas afectadas por las violaciones a los derechos humanos, empezó la dualidad del Buenos Aires Herald. Expresada en un apoyo a Videla y a Martínez de Hoz, la celebración de los aniversarios del golpe cada 24 de marzo, mientras ponía en tapa los rostros de los familiares desaparecidos y reclamaba por niños que habían sido secuestrados. “Eso lo hizo Cox con enorme valentía y persistencia. Ni los propios lectores esperaban que el Herald asuma esa posición”, remarcó Lacunza.
El final
El peso de su historia no fue posible para garantizar la supervivencia del Buenos Aires Herald, que cerró sus puertas en 2017, cuando se le acumularon varias tormentas. “Una esencial fue que las familias de habla inglesa en Argentina se redujeron mucho con el correr de las décadas. Otra fue la crisis que atraviesan los diarios en estos tiempos. El destino lógico para el Herald hubiera sido transformarse en un sitio de noticias del cono sur de América Latina. Creo que había un espacio, con el prestigio del Herald, para cubrir la realidad política, cultural y económica. Eso requería una mínima decisión empresarial y un aporte de capital, que nunca estuvieron”, observó Lacunza.
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Foto: Gentileza Alejandra López
Al escenario descrito se le sumó otra variable. En 2015 el medio fue adquirido por el grupo Indalo, perteneciente a Cristóbal López y Fabián de Sousa. Esto supuso una enorme dificultad porque los nuevos dueños decidieron cerrarlo. Pero también había una enorme dificultad política y judicial, que terminó con los dueños del grupo presos, pocos meses después del cierre del Herald. “Cuando me preguntan por qué cerró, digo que fue porque así lo decidió el grupo Indalo. No voy a matizar ni justificar una decisión así, pero no niego que había otras condiciones objetivas que tornaban muy complicado el panorama”, finalizó el autor.