El recuerdo del desembarco en la ciudad de un clásico del cine mudo
“Y el mundo marcha”, dirigida por King Vidor, llegó al cine Colón de Santa Fe en 1929. Fue descrita por medios locales como “una película que conmueve con la realidad admirable de sus escenas de ternura”. Estuvo en cartel hasta el 8 de octubre.
Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) Eleanor Boardman y James Murray en un fotograma del famoso melodrama de Vidor, que llegó a Santa Fe en los ?20.
En los años veinte del siglo pasado, el público amaba las películas. Las estrellas de la época como Lilian Gish, Gloria Swanson, John Barrymore, Lon Chaney, John Gilbert, Douglas Fairbanks, Mary Pickford, Mae West, Rodolfo Valentino y Charles Chaplin eran una especie de seres mitológicos que, desde la pantalla, lograban suspender por un rato los sinsabores de la vida cotidiana. Santa Fe no era, en este sentido, una excepción. De hecho, en 1929 llegó al cine Colón de la ciudad “Y el mundo marcha”, un clásico del cine mudo dirigido por King Vidor, que fue recepcionado con gran expectación por las buenas críticas que había obtenido tras su estreno en Estados Unidos.
Hemeroteca digital Castañeda / Archivo Diario El Orden D.R
Foto: Hemeroteca digital Castañeda / Archivo Diario El Orden
El diario El Orden se refirió a la película en los siguientes términos en su edición del miércoles 4 de septiembre: “Pocas veces la cinematografía nos ha ofrecido una obra del corte de esta. Terrible y dolorosamente humana, lleva el sello personalísimo de su director, King Vidor. Este ha tomado, al acaso, uno solo de los millones de hombres que pueblan la tierra y lentamente le hace recorrer ante los ojos del espectador todas las fases de su vida. Lo hace nacer, crecer, trabajar, casarse, formar un hogar y seguir, en fin, la eterna trayectoria de todos los hombres de tipo común. A través de ese largo camino va el espectador palpando todos los dolores, las angustias, alegrías, esperanzas, ilusiones, que forman la cadena interminable de la vida”.
“Cruel a ratos, tiene cuadros sombríos y angustiosos que aprietan el corazón y llevan una lágrima a los ojos. Sencilla e ingenua en otras, nos hace sonreír y llega en algunos momentos a comunicarnos una dulce e infantil alegría”, agrega el diario capitalino. “Nadie que pueda ver esta película puede dejar de sentirse aludido. A pesar de ser su protagonista un hombre de los que llamamos del tipo común, empleado honesto, de horizonte limitado, de inteligencia media y espíritu sin pretensiones, en el desarrollo de su vida, en todos los aspectos de su existencia, tiene un poco de cada uno. En un solo hombre, King Vidor analiza una multitud. En una sola vida, este maestro del alma humana presenta la de un millón de seres. Ha sabido encontrar aquellas situaciones en que todos nos encontramos un día. Ha hecho con un solo personaje, un solo hombre, un símbolo de infinidad de seres”, añade.
Hemeroteca digital Castañeda / Archivo Diario El Orden D.R
Foto: Hemeroteca digital Castañeda / Archivo Diario El Orden
Finalmente, señala que King Vidor toca el corazón en esta película “que se aparta de todas las que hemos conocido hasta la fecha y por ello puede decirse que ha realizado una obra maestra, una película que si es cruel y deja en el alma un sedimento de amargura, como dijo un notable crítico porteño, es porque es obra de realidad, pintura exacta de la vida, sin artificios ni mentiras”. El film permaneció en cartel durante más de un mes, hasta el 8 de octubre, cuando el mismo diario anunció la última exhibición.
El reverso del sueño americano
Protagonizada por James Murray y Eleanor Boardman, dos actores muy conocidos de su tiempo, “Y el mundo marcha” es un melodrama cuya trama se focaliza en un hombre joven y solitario que, impulsado por la ambición, trata de forjarse un destino en la Nueva York de principios las primeras décadas del siglo XX, pero las durísimas condiciones desmitifican el mítico sueño americano. Considerada por muchos críticos como la obra maestra de su director, casi un siglo más tarde todavía repercute por su nitidez como retrato del norteamericano promedio de la época de entreguerras. Es particularmente sensible al momento de exponer las diversas frustraciones que vienen aparejadas con una construcción social inspirada en el triunfo como única vía.
Como señaló un crítico, el protagonista Johnny Sims encarna en cierto modo el sueño americano a través de su ascenso y su tragedia. Quedarse huérfano a los 12 años y cuando apenas pasa los 21 decide probar suerte en la gran ciudad, donde ansía “ser importante”. Cuando parece encaminado, una muerte cercana desmorona todo lo que ha logrado. En este punto, el film contiene una escena turbadora, cuando Sims enloquecido por el ruido de la ciudad que ingresa a la sala donde yace su hija sale a la calle para pedir silencio a la multitud que sigue su marcha sin prestarle atención. De ahí una de las frases más conocidas del film: “la multitud ríe contigo siempre, pero llora solo un día”.
Hemeroteca digital Castañeda / Archivo Diario El Orden D.R
Foto: Hemeroteca digital Castañeda / Archivo Diario El Orden
Un gran innovador
King Vidor es un director que figura entre los más prolíficos de Estados Unidos, con 67 años de actividad casi ininterrumpida, que arrancó en el cine mudo y finalizó en el ocaso de los ‘50. Además de “Y el mundo marcha”, en la década de 1920 consiguió éxitos como el drama bélico “El gran desfile”, con John Gilbert y Renée Adorée y “Aleluya”, con actores afroamericanos. En la década de 1940 filmó el western “Duelo al sol”, protagonizado por Jennifer Jones, Gregory Peck, Joseph Cotten y Lionel Barrymore.
Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) D.R
Foto: Metro-Goldwyn-Mayer (MGM)
Sus últimas películas fueron “La guerra y la paz” (1956), una adaptación de la novela de León Tolstói de más de tres horas que se apoyó en sus intérpretes, Audrey Hepburn, Henry Fonda, Mel Ferrer, Vittorio Gassman, Herbert Lom, Oskar Homolka, Anita Ekberg, algunos de los actores más selectos de Hollywood y de Europa en la época. Y “Salomón y la reina de Saba” (1959), con Yul Brynner y Gina Lollobrigida. Fue cinco veces nominado al Oscar y en 1979, recibió un galardón por el conjunto de su obra. Falleció el 1 de noviembre de 1982. El crítico español Fernando Morales lo describió, en un artículo publicado por El País, como “uno de los grandes innovadores del cine moderno”.