Tanguito: un enigma abierto a medio siglo de su muerte
La película de 1993 de Marcelo Piñeyro cimentó la leyenda de José Alberto Iglesias, que quedó en la historia del rock por componer “La balsa” con Litto Nebbia. Pero su figura es mucho más compleja, como lo demuestra el libro biográfico de Víctor Pintos, reeditado a 50 años del accidente ferroviario que lo mató cuando apenas tenía 26 años y un legado a medio hacer.
Giuliano Canterini, conocido como Billy Bond, opina en el libro de Pintos que si la gente hizo de la vida de Tanguito un mito, “debe haber sido por algo”. Es una buena síntesis.
“Cuando la leyenda se convierte en un hecho, imprimimos la leyenda”, decía uno de los personajes de “El hombre que mató a Liberty Valance”, un western crepuscular de John Ford. Se refería al Lejano Oeste, pero bien podría haber sido una referencia a la historia de José Alberto Iglesias o “Tanguito”. El rockero que murió arrollado por un tren hace justo 50 años, el 19 de mayo de 1972 y dejó tras de sí un legado extraño. Formado apenas por un puñado de canciones de las cuales una sola nació con vocación de eternidad (“La balsa” que compuso con Litto Nebbia en La Perla de Once) mientras que las otras apenas fueron grabadas en forma precaria.
¿Quién fue en realidad este músico callejero que también ostentó los nombres Ramsés VII, Donovan El Protestón o Susano Valdez, que antes de morir ya estaba doblegado por las drogas y los tratamientos psiquiátricos? Eso es lo que se pregunta Víctor Pintos en su libro “Tanguito y los primeros años del rock argentino”, reedición del libro que el autor publicó a principios de la década de 1990 tras una extensa investigación en la cual reunió alrededor de 200 testimonios. Y no llega a una respuesta cerrada. Es que la de Tanguito, a pesar de su brevedad, fue una vida compleja y plagada de contradicciones. Para algunos fue un artista excepcional, para otros alguien de un talento moderado, superado largamente por el mito. En algún punto entre esos extremos, se ubica la realidad.
Un puñado de canciones y la coautoría de "La balsa", el legado de Tanguito.
En el apasionante viaje que propone Pintos, la figura de Tanguito es revisada a través de los recuerdos de personas que lo conocieron y vivieron a su lado en distintas circunstancias. Algunos de los testimonios obtenidos son de un valor fundamental, como los de Miguel Abuelo y Sandro. Lo cual garantiza una multiplicidad de miradas, pero también diversas contradicciones. “Fue una decisión la de incluir los testimonios contradictorios. Porque la vida es así. No existe una sola opinión sobre ninguno de nosotros. Es verdad que todos los que dejaron su testimonio en el libro conocieron a Tanguito. También es verdad que algunos piensan que era un genio y otros que era un gil”, aseguró Pintos en una entrevista concedida a este medio.
Un tramo breve de uno de los testimonios recogidos en el libro, que pertenece a Marta Serrano, es iluminador respecto a cómo observar a Tanguito medio siglo después de su efímero paso por este mundo. “Creo que se convirtió en un mito no porque murió, sino por lo que murió. Tanguito murió de persecución. Porque la sociedad ¿qué le dio? Le dijo: “No te fajés con drogas”. Y lo encerró y le dio con todo, hasta destruirlo. Incluso llegó a perseguir a quienes nos acercamos a él para tenderle una mano. Entonces creo que se hizo un mito por eso, porque todos los jóvenes se sienten representados en esta figura”.
Tanguito, una leyenda del rock nacional.
La película que cimentó la leyenda
Cuando llegó a Buenos Aires desde el interior, en 1981, Víctor Pintos ingresó a la revista Expreso Imaginario, que por entonces dirigía Roberto Pettinato. Cuando le preguntaron qué ideas tenía para proponer, Pintos no dudó: “investigar la vida de Tanguito”. Trabajó durante varios meses y en abril de 1982 (justo cuando comenzó la Guerra de Malvinas) publicó un informe que derivó en un récord de ventas para la publicación. Cinco años más tarde, el cineasta Marcelo Piñeyro lo convocó para trabajar en la documentación periodística que sirvió de base para la película “Tango feroz”, que se estrenó con gran éxito en el invierno de 1993. Ese mismo año, publicó “Tanguito. La verdadera historia”, el libro que ahora se presenta en una reedición revisada y aumentada.
Tapa del libro de Víctor Pintos.Crédito: Gentileza
El film (que llevó a 1.700.000 espectadores a las salas) tuvo una incidencia central en la dirección que tomó la percepción de los argentinos respecto al músico. “Si me preguntás cómo ve la gente a Tanguito hoy, creo que lo ve a Tanguito como un rockero con la cara de Fernán Mirás, que se enamora de Cecilia Dopazo y que cuando está internado conoce a Imanol Arias. Tanguito hacía unas canciones buenísimas y tiraba frases matadoras que nunca dijo en la realidad como “No todo se compra, no todo se vende”. Todo eso en la película. Que no engañó a nadie, porque se anunció como ‘recreación de la leyenda de Tanguito’”.
Incorporar el rock al folclore
Revalorizar hoy la figura de Tanguito sirve también para volver a poner en el centro de la escena a todos los que instalaron los cimientos del rock argentino. Pintos tiene un punto de vista muy concreto respecto a la manera en que se debe considerar a este género en su vertiente nacional. “Me interesa mucho el folclore y las músicas de raíz. Pero creo que a esta altura de la historia, el rock argentino merecería ser considerado parte del folclore del país. Me refiero a las canciones de rock. ‘El viejo’, de Pappo, merece ser parte del folclore de la Argentina. Las obras de Litto Nebbia, Moris, Javier Martínez, Luis Alberto Spinetta, Charly García, deben ser parte del folclore del país.
¿Quién puede desconocer que hemos crecido escuchando ese tipo de canciones? Creo que es mucho más folclórica del país una canción de Moris que una de Luciano Pereyra o de Abel Pintos. Cuando escuchás canciones de rock, te das cuenta que son de verdad. Están en la piel de la gente”, cerró.
Evocar a Tanguito es también recordar los orígenes del rock en el país.