Este martes por la noche se llevó a cabo en el Estadio Único de La Plata el primero de los dos shows del mítico Roger Waters. El sábado 10 se celebrará el segundo, y tal como su primera edición, promete dar cátedra de rock e intensas emociones.
El ex vocalista Pink Floyd hizo su primera presentación en el Estadio Único de La Plata, dentro del marco de la gira Us + Them, y además de un un impactante show, dio una cátedra sobre derechos humanos.
Este martes por la noche se llevó a cabo en el Estadio Único de La Plata el primero de los dos shows del mítico Roger Waters. El sábado 10 se celebrará el segundo, y tal como su primera edición, promete dar cátedra de rock e intensas emociones.
En su recorrido por los emblemáticas canciones de Pink Floyd abrió paso a la música local, en un homenaje a los caídos de Malvinas haciendo sonar desde su celular “La Memoria”, de León Gieco: "Los viejos amores que no están, la ilusión de los que perdieron, todas las promesas que se van, y los que en cualquier guerra se cayeron…", se escuchó en el Estadio Único de La Plata de la mano del músico británico.
En tiempos de tibios y acomodados, que alguien haga o diga algo porque lo considera justo no es poca cosa; Waters se involucró también en la causa de los desaparecidos durante la dictadura militar recordando a las madres que buscaron tan intensamente a los hijos que se les fueron arrebatados y coronó esos instantes de emoción dejando caer algunas lágrimas sobre su rostro. "A los desaparecidos no tenemos que olvidarlos ni en nuestra cabeza ni en nuestro corazón", dijo el músico que, a los 75 años, espera que ciertos temas no caigan en el olvido.
Como banda soporte, había tocado más temprano Puel Kona, un grupo de músicos de origen mapuche que mezclan su lengua originaria con el castellano, a lo que suman ritmos de ska, reggae, hardcore y hip hop.
La niñez, la pobreza, la guerra y la desigualdad fueron temas recurrentes en la estética de este show, como lo vienen siendo desde hace años en la carrera de Roger Waters. Su clásica vestimenta y su aspecto despojado contrastaron con las suntuosas pantallas desplegadas sobre lo largo y ancho del escenario, así como de las dos cantantes en los coros -las talentosas Jess Wolfe y Holly Laessig- con un look futurista plagado de destellos.
El repertorio musical se paseó entre los clásicos de Pink Floyd y algunos temas de su último disco solista, Is This the Life We Really Want? (2017). Durante uno de sus temas más recientes, "Picture that", con un fondo de filtros saturados en la pantalla, Roger incitó al público diciendo "Sacale una foto al líder sin cerebro", mientras se acercaba a una esquina del escenario, tanto que el público entre risas no dudó en arrimar lo máximo posible su smartphone para lograr la mejor toma con la cámara. De fondo, aparecía Donald Trump rodeado de bellas mujeres y Waters en posición de burla, haciendo la mueca de que se sacaba una selfie.
Al momento de "Wish You Were Here" la luz se encendió en el inmenso estadio. El campo y la platea brillaron, como es costumbre desde los móviles del público que van de un lado hacia el otro al ritmo de la melodía.
Pocas canciones siguen siendo tan actuales como "Another Brick in the Wall", mientras los colegios sigan teniendo la arquitectura de una cárcel con su patio central y sus balcones que todo lo ven, mientras el contenido que se da en las aulas sea de carácter unidireccional y rígido, los ladrillos seguirán siendo niños en la pared. El tema que forma parte del disco The Wall (1979) no pasa de moda y así desfilaron sobre el escenario una docena de chicos vestidos de naranja y capucha negra, con la famosa pared de ladrillos de fondo. Después de un rato, se sacaron el traje de convicto y debajo mostraron una remera negra con la palabra "Resist". Waters aclaró al público que aquellos jóvenes son ciudadanos de Buenos Aires y en ese momento avivaron las palmas y comenzó el clásico cantito de "Olé olé olé, Roger Roger".
Con "Money" la literalidad explotó, mientras los billetes volaban por la pantalla. Chicos pidiendo en la calle mezclados con la indiferencia del presidente ruso Vladimir Putin y la rabia de Donald Trump, la obscenidad al límite en un mundo que no encuentra salida. Si la puerta de escape no es el rock, al menos sí es una ventana.
El final con "Comfortably Numb" y los fuegos de artificio le dieron cierre a un espectáculo que el público difícilmente podrá olvidar, no tanto por el despliegue de sensaciones, o el talento del artista, sino por su honestidad. Una honestidad que le escapa a la cobardía del silencio.