The Smashing Pumpkins: una leyenda vigente y renovada
La banda nacida en Chicago se presentó en el Movistar arena con tres de sus fundadores, Billy Corgan, James Iha y Jimmy Chamberlin, quienes editaron dos álbumes en los últimos tres años. Para la gira sumaron al bajista Jack Bates y a la celebrada guitarrista Kiki Wong, que aporta su sonido personal a las canciones de siempre.
Corgan, Chamberlin e Iha, al frente de los fans que esperaron décadas para verlos juntos. Foto: Gentileza Jonathan Cerri / @jc.fotografiaa
Nueve años después de la visita de “la marca” The Smashing Pumpkins al Lollapalooza 2015, con el patriarca Billy Corgan (voz y guitarra) como único histórico, esta vez volvió junto a sus antiguos compañeros James Iha (guitarra), y Jimmy Chamberlin (batería) para el The World is a Vampire Tour, con los que ya compartió sus más recientes trabajos: “Atum: A Rock Opera in Three Acts” (publicado en tres partes en 2022 y 2023) y “Aghori Mhori Mei” (2024).
Reunió así al 75% de la formación histórica de Chicago, con Jack Bates en el bajo (ocupando el lugar que fuera de D’arcy Wretzky y luego de Melissa Auf der Maur); y Kristin “Kiki” Wong (guitarra, madre flamante, ex integrante de la banda de Taylor Swift) poniendo el cupo femenino y juvenil (la corista Katie Cole no fue parte de este tramo de la gira).
La banda soporte nacional fue Terapia, protector con influencias de Red Hot Chilli Peppers y Jane’s Addiction, aunque pasaron por la “Immigrant Song” de Led Zeppelin y un slow funk rapeado a lo Nafta que hablaba sobre Messi. Mientras tanto, el Mosca (Walter Velázquez) de 2 Minutos era saludado mientras de desplazaba por el campo como un espectador más, para que la fiesta noventosa sea completa.
Sonido fresco
El ultimo tramo de la espera fue amenizado con canciones de Judas Priest (“Before the Dawn” y “Evil Fantasies”), que dieron paso a la intro grabada de “Atum”. De a poco fueron entrando los protagonistas: Chamberlin (camisa sin mangas); Iha (camisa vaquera y jeans negros); Bates (camisa y pantalón negros); Wong (top y pantalón de cuero con costuras); y Corgan (sotana, con botones rojos de cardenal).
El calvo líder saludó, y entre luces verdes hicieron saltar a la masa con “The Everlasting Gaze”. El toque metalero de Wong reforzó las guitarras “alternativas” de los veteranos, y en seguida se metió a la gente en el bolsillo (tiene carisma y es linda, por si faltara algo) como lo hizo con Corgan desde antes de la audición donde venció entre 10.000 aspirantes.
Las luces viraron al rojo para “Doomsday Clock”, en la misma tónica agitera, con solo “sónico” de James. El público empezó a cantar “Pelado, pelado”, ya en confianza. La intro muteada “hard” de la violera de Vigil of War dio pie que a bajo, batería y voz arrancaran una versión enérgica y exótica de “Zoo Station” (original de U2). Iha peló el slide e hizo bramar a su guitarra, antes del solo de Jimmy, que recorrió su surtida batería y tiró fills al retomar el final de la canción.
Melodías
Bajaron el tempo y Kiki cambió la Jackson Rhoads “aflechada” por una Gibson Les Paul Special (doble corte) para la melódica “Today”, filmada por decenas de celulares, entre la voz espesa del peladito y las guitarras cetáceas del cowboy asiático. Que fue el primero en saludar, con voz cavernosa: “Buenas noches, Buenos Aires, ¿que tal?” (en castellano); “somos los Smashing Pumpkins”. Pasó la grungeosa “That Which Animates the Spirit”, con la “chinita californiana” en la PRS tirando vibratos, junto a un Corgan suave y serpenteante en lo vocal.
Cambiaron nuevamente de instrumentos, y llegó un momento de emoción con la recordada “Tonight, Tonight”, entre luces iridiscentes. Billy dejó cantar un rato a su audiencia, antes de rematar el hit de “Mellon Collie and the Infinite Sadness” (aquella del video a lo Georges Méliès).
Un ritmo electrónico dio paso a “Beguiled”, una de “Atum”, en la que Wong sacó su paleta (armónicos falsos y pedal de Wammy) para hacerla más heavy. Otra pista y un bajo machacante recibieron “Ava Adore”, con Billy caminando el escenario micrófono en mano, como un sacerdote de un culto alienígena desgarrado al entonar “We must never be apart”.
El sacerdote y maestro de ceremonias, el vaquero sónico y el maestro de los ritmos. Foto: Gentileza Jonathan Cerri / @jc.fotografiaa
Suave y potente
“No se preocupen”, tenemos más, dijo James. Billy agarró la guitarra acústica para “Disarm”, con sección de cuerdas en pista y Chamberlin con palos afelpados de percusión sinfónica. Se cantó “Olé olé Billy, Billy”; la respuesta fue “Mi nombre no es Billy, es William”, y así empezaron a cantarle. A solas y todavía con la acústica, presentó “una canción que grabamos hace 30 años, antes de que usted nacieran” (caras de “no creas en el público”) “con la gran Stevie Nicks”. Así comenzó “Landslide”, clásico de Fleetwood Mac, con un toque personal en su voz. Siguió su segmento solitario con la folk “Shine On, Harvest Moon”, de Nora Bayes and Jack Norworth, popularizada por Ruth Etting, rematando en un falsete sutil.
Compartiendo la electricidad nuevamente con su compañero, Corgan se encargó de la melodía instrumental de “Mayonaise”, ya a banda completa: un slow tempo potente, como para untarlo en una tostada. Un nuevo ataque desde la batería abrió “Bullet With Butterfly Wings”, desatando el mayor agite en el campo, al grito de “Alguien dirá que lo que se pierde nunca se puede salvar / A pesar de toda mi rabia, sigo siendo solo una rata en una jaula”.
Viaje sonoro
Volvieron a la densidad mid tempo con “Empires”, con sus colores de Medio Oriente y su coda “cobainera”, con melodías y un solo de Kiki en el final. De ahí fueron al shoegaze melodioso de “Perfect”, con el color indie del toque de Iha en las cuerdas.
“La siguiente canción es de nuestro nuevo álbum”, anunció el cantante entre luces violetas, desplegando “Sighommi” desde el ritmo sincopado de Chamberlin. Un sitar y un beat electrónico anticiparon el riff (muy coreado) de “1979”, otro hit infalible de “Mellon Collie”, en la Gibson 335 de Billy. Volvieron a la explosión con el comienzo de “Jellybelly”; Bates repicó en el bajo la base de “Gossamer”, para que James dibuje la melodía, que fue luego a tres guitarras (casi como un arreglo de Iron Maiden), antes de las estrofas afiladas.
Jimmy se quedó en los platillos mientras “William” y James enganchaba con el viaje guitarrístico de “The Spaniards”, volviendo sobre “Take me as I am”. El solo de Corgan comenzó etéreo, se puso virtuoso en el tapping y jugó con acoples y la afinación de las cuerdas (faltó quemar la guitarra a lo Jimi Hendrix).
La formación completa, sobre el escenario del Movistar Arena. Foto: Gentileza Jonathan Cerri / @jc.fotografiaa
El adiós
“Este es el mejor show del tour” dijo James, que se sinceró: “Desearía hablar más español”. Tuvo a su cargo la presentación de la banda: cuando la nombraron, la muchacha jugó con el comienzo de “Thunderstruck” de AC/DC y el riff de “Iron Man”, de Black Sabbath. “Jack, ¿qué opinás de Argentina? ¿Ya comiste un bife?”, le dijo el histórico al bajista de gira. Después de nombrar a sus compañeros oficiales, anunció “Cherub Rock”, en la que el vocalista instigó a los presentes al grito de “Let me out” (“Déjame salir”), antes de permitirse otro solo.
Después, entre risas, pasó por una base de blues, por la línea de “Are You Gonna Go My Way” (Lenny Kravitz), por “Kashmir” (Led Zeppelin), “Smells Like Teen Spirit” (Nirvana), “Enter Sandman” (Metallica) y de nuevo por Lenny.
Todo eso antes del riff de “Zero”, con solo de James y cierre mortal de Jimmy. Saludaron al frente, Billy último en irse: haciendo señas, celebrando banderas y aceptando hacer una más con los dedos índices.
Se cantó “Oh, ohoh ohoh”, muy de otra época (la del público base). En la vuelta, James tomó la voz líder para entonar “Ziggy Stardust” de David Bowie (a su estilo, pero con la presencia del “Duque Blanco” en su decir), con Kiki tirando las contramelodías en otra Jackson Rhoads, blanca en este caso. “Dios los bendiga, Buenos Aires”, se despidió el pelado: esta vez definitivamente.
Las luces se encendieron, sonó “El clave bien temperado” de Bach (Fuga IV en Do sostenido menor, Libro II, interpretado por Wanda Landowska), como un reposo tras un viaje en el tiempo, a lomos de una banda que ya está en los manuales del rock.
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