Seré breve: cuando hay un texto teatral hay posibilidades de hacerlo, hacerlo crecer, romperlo y volver, pero hay un eje. No hay teatro sin un texto, al menos en el teatro comercial para distraerse de los avatares de la vida y seguir. Sin texto nada bueno puede suceder. Serían solo fotos. Momentos. Estatuas que hablan. En la platea el espectador se asustaría; yo también.
Dejaré de ser breve: en “oootra” obra vista este verano pensé caramba, el disparate, sin texto bueno, no siempre es bueno aún cuando el aplauso acompañe. En “ooootra” puesta de temporada, ante la presencia de respetables actrices deseaba que hablasen sin gritar y suspiré, esperando un texto. Uno se debe a sus defectos, esperar el texto es un problema personal, de conducta teatral.
Sin brevedad. Esta vez no me asusté, solo desee un poquitín más de volumen en los actores una vez resuelto (parece definitivo) el uso del micrófono que obliga, como es obvio, a un técnico de sonido atento. Y a los actores los obliga a lo más obvio: esperar que termine la carcajada para seguir... con el texto. En esta comedia que vi por fin apareció aquello tan anhelado: hay texto. Nada malo puede suceder.
Los ingleses Cooney, padre e hijo, saben escribir comedias. Argentina lo sabe desde hace años. Romay produjo la primera de sus obras, si mi memoria no me traiciona demasiado. Son los autores originales de esta, que está algo retocada.
Aclaración: todas las comedias mencionadas en este comentario tienen buena recepción con el público de la sala, en los tres casos sucede, sólo mi vetustez encuentra... “cosas”... donde sólo hay sonrisas de los plateístas del verano marplatense... sin salas totalmente llenas todavía, ojito, ojito... ojito.
De qué texto hablamos y con quien: “En el escenario de Teatro América, desembarcó la comedia “Tom, Dick & Harry”, con un elenco que integran Mariano Martínez, Bicho Gómez, Yayo Guridi, Mili Schauer, Gabriela Sari, Jorge Noya y Claribel Medina y la dirección de Nicolás Cabré. Se presentará de martes a domingos, durante toda la temporada”.
El teatro América es una sala grande y linda. Altas paredes. Se necesita el sonido bien. Bien. Muy bien. Hay que mantener una sala de épocas doradas del “Teatro de Verano”. Ojalá no lo demuelan.
“Con producción general de Tomás Rottemberg y Juan Manuel Caballé, en la comedia, Tom y su esposa están a punto de adoptar un bebé. Dick y Harry -los hermanos de Tom- están ansiosos por ayudarlos a causar una buena impresión en la mujer de la agencia de adopciones, que ha llegado para verificar el hogar y estilo de vida de los futuros padres, pero fracasan. Tal vez sea porque Dick ha escondido cajas de whisky y celulares de contrabando en la casa y Harry está en posesión de un cadáver que planea vender ilegalmente a una facultad de medicina”.
Los textos entre comillas son parte del anuncio en el diario marplatense La Capital. Lo que se vio tiene algunas alteraciones en su trama. No creo que la mejoren. Sigue siendo una “comedia negra de puertas”. Negra por su trama: un cadáver trozado dando vueltas. Comedia de puertas o comedia de enredos con “entre y salga”.
Claribel Medina es un arquetipo ideal de inspectora que huele a naftalina y resuelve bien. “Bicho” Gómez, con apenas 10, tal vez 20 decibeles más en la consola de sonido solucionaría su tarea actoral, si lo hace lograría lo que insinúa: el eje de una comedia que se ha dicho, es negra y es de enredos. Hay risas. Se acepta el disparate y se advierte: hay una intención de meterse en más y más disparates porque de eso se trata: plantear una trama, que se entienda y rápidamente crecer en el desarrollo cumpliendo el mandato; de lo verosímil a lo increíble, adonde dispararán por reglamento y deben hacerlo porque para eso está el texto y el género.
Yayo es siempre una mueca, no puede escaparse de esa caricatura que es su “máscara” en el teatro. La tiene, no la pierde y lo ciñe, lo enmarca. Comunica. Mariano Martínez es el galán al que van a ver y hace lo suyo. Un Galán no puede ser villano, ni tonto... ni “bolú”.
Mili Schauer debería modular mejor. Jorge Noya está perfecto, no debe hacer más que lo que hace y Gabriela Sari necesitaría, como Mili Schauer, modular más, gritar menos y si se logra esto aparecería la comedia del verano que, debe aclararse: lleva su tiempo como comedia en Buenos Aires.
Si a Noya y a Medina se les entiende todo es que a todos puede entendérsele... todo. Está cada pieza de los engranajes en su lugar para que el juego de los tres hermanos funcione como un relojito: habría que darle cuerda a esta comedia, el texto ayuda y define.
Si tuviese que definir un texto teatral, que no es una novela o un cuento, encontraría una buena explicación indicando: presentación, desarrollo y remate. De lo conocido a lo desconocido subiendo y subiendo. El juego de “Tom, Dick & Harry” está en esa cuesta y, si llegan, sobre el cierre de temporada podrán cantar la canción: “Arriba la noche se viste de fiesta”.
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