Juan Ignacio Novak
El reconocimiento le llegó en el Harmony World Puppet Festival. Para los próximos meses, el clown santafesino tiene invitaciones para participar de encuentros en India, Rusia y Portugal. “No somos tantos los locos en el mundo que hacemos títeres y tenemos que valorar la posibilidad de estar en contacto con el público, con la gente”, asegura.
Juan Ignacio Novak
jnovak@ellitoral.com
“Ya no tengo horarios para dormir en mi casa, a cualquier hora me están escribiendo desde un lugar del planeta o de otro. Siento que tengo amigos por todos lados. Ya te podría decir que tengo más que Roberto Carlos”. Lo dice Gustavo “Tuti” Nuñez, el clown y tiritero cordobés que desde hace 22 años regala sonrisas en Santa Fe. Y a quien le toca ahora la responsabilidad de llevar ese mensaje de amistad adonde sea que vaya, porque recientemente resultó elegido “titiritero por la paz” en el Harmony World Puppet Festival de Tailandia, donde presentó su obra “Un elefante con hambre”.
El encuentro estaba previsto para octubre, pero la muerte del rey de ese país, Bhumibol Adulyadej, y los meses de duelo decretados, obligaron a postergar las actividades hasta febrero. El festival se hizo en Kanchanaburi, que es una provincia de Tailandia, con participación de artistas de India, Túnez, Portugal, España, Bélgica, Vietnam, China, Japón y distintos puntos de la geografía tailandesa. El lugar de encuentro fue un pueblo que se construyó para la filmación de una película sobre la vida del rey, cuya estructura permaneció en pie. “Toda la gente que lo habita usa vestimentas típicas, de época. Quedaron como detenidos en el tiempo. Es un lugar netamente turístico”, cuenta Tuti.
A través de su trabajo, el artista representó a la Argentina. “Logré unir todos los grupos para que se olviden de que es un competencia y disfruten de la comunidad artística. Somos todos titiriteros, artistas, trabajamos para la gente, para la sonrisa de la gente. Tenemos que tratar de dejar las banderas escondidas y poner el corazón en alto. No somos tantos los locos en el mundo que hacemos títeres y tenemos que valorar la posibilidad de estar en contacto con el público, con la gente”, resalta.
El festival resultó para Nuñez una experiencia que tendrá ecos en su trabajo artístico. “Todas las noches nos sentábamos a charlar en mesas donde había gente de cinco o seis países. Yo hablaba en portugués con el portugués, el portugués hablaba en inglés con otro, un ruso hablaba algo en italiano para los de Túnez, los de Túnez hablaban en francés para otros. Era una comunidad linda: ‘Yo te ayudo, vos me ayudás, nos ayudamos, somos hermanos’. Y uno dice en esos momentos: ‘Qué pena que vivimos tan lejos unos de otros. Nos sentábamos a charlar y a opinar, pero con el corazón pleno, no para criticar. Se hablaron cosas muy lindas, realmente como amigos, como compañeros”, explica.
Fiel a su estilo, Tuti desparramó alegría. “Mi espíritu de payaso invadió todo. Llevé muchas narices y las regalé a todo el mundo. Porque en Tailandia no hay payasos como los que conocemos acá, con la nariz colorada. Recorrí escuelas dando talleres y charlas. Cuando llegó el cierre del festival, era una fiesta completa y ahí vino este premio, que más que premio es un abrazo y más que un abrazo es un mimo para el alma. Es un premio distinto, diferente. No es al mejor en tal cosa, o en tal otra. Este premio se llama “titiritero por la paz”, que yo creo es algo mucho más grandioso”, destaca.
Volver a sonreír
A pesar de que tiene un sentido del humor que parece irrompible, Tuti sabe cambiar el tono cuando habla de cosas serias. “Hoy la gente está bastante loca. La tecnología nos va asfixiando y cada vez queda menos planeta para disfrutar y más tecnología para sobrar. Me parece que es momento de parar la pelota y difrutar, abrazar, escuchar, mirar, volver a decir ‘gracias’, ‘por favor’. Volver a sonreír cuando veamos el rostro de una persona”. El fundamento para su punto de vista es tan simple como demoledor: “Creo que a través de la sonrisa y los chistes, uno puede pegar una zamarreada a aquellas personas que están ciegas de alma, que no ven que hay que empezar a dar marcha atrás en algunas cosas. Disfrutar de lo que se disfrutaba antes, la familia, los lazos, ir de la mano con papá y mamá. Ir a una plaza y no estar con el teléfono”, añade.
Respecto a su futuro profesional, Tuti dice que su sueño para Santa Fe es dar clases gratuitas de títeres. “Quiero enseñar este oficio. No quiero ganar un centavo, lo que quiero ganar es que haya más titiriteros en Santa Fe, titiriteros de verdad, de alma, que sueñen y transmitan esto”. También (en la certeza de que “en cualquier lado del mundo me abren los brazos y me están esperando”), para los meses que vienen, tiene invitaciones a festivales en India, Rusia y Portugal.
El Dato
Malasia
En 2015, Tuti Nuñez participó de un festival internacional en la ciudad malaya de Kuching (capital del estado de Sarawak), donde fue elegido mejor actor para niños. En ese encuentro, habían participado casi 500 grupos oriundos de diferentes partes del mundo.