Por Carlos Retamal
Nada parece alterar el crecimiento de las muertes violentas en el sur santafesino. Las frías estadísticas muestran que se cometió un homicidio cada 31 horas. El sangriento promedio se mantiene si se miran los números globales: en los primeros 59 días del año hubo 46 asesinatos.
Por Carlos Retamal
Las cifras hablan por sí mismas. El segundo mes de 2022 cierra con 20 crímenes cometidos en el departamento Rosario, 19 de ellos en la ciudad cabecera y el restante en Ibarlucea. En lo que peligrosamente se va convirtiendo en una costumbre, las balaceras se suceden a diario en cualquier punto y las víctimas siguen apareciendo.
Si el final de enero estuvo marcado por el sicariato, que se cobró tres vidas en una sola madrugada en la zona rural de Ibarlucea -hecho por el cual hasta el momento no hay detenidos- febrero tuvo otras particularidades, de alguna manera similares: hubo al menos un asesinato con tinte mafioso y macabro, registrado en barrio Las Flores; un doble crimen a metros de una plaza, con un policía entre las víctimas fatales, en barrio Empalme y el asesinato de una mujer, acribillada a tiros cuando estaba en el interior de su vivienda, ubicada a menos de 500 metros de la seccional 12ª, comisaría que fue baleada pocas horas después, en un hecho que todavía (pese a que hubo 7 detenidos) no está esclarecido, en barrio Ludueña.
En base al informe de la Dirección de Política Criminal de la Secretaría de Política Criminal y Derechos Humanos - Fiscalía General, la Subsecretaría del Observatorio de Seguridad Pública y la Subsecretaría de Prevención y Control Urbano del Ministerio de Seguridad, ya son 46 los asesinatos registrados los primeros 59 días del año en el departamento Rosario (26 en enero y 20 en febrero), lo que equivale a uno cada 31 horas.
La muerte del “Bola”
Quizás la muerte más violenta en lo que va del año se registró el 6 de febrero. César Marchetti era conocido como “Bola”. Su nombre salió a la luz hace poco más de una década, a raíz de una fatal emboscada a un micro que traía hinchas de Newell’s, que fue atacado en la autopista, a la altura de barrio Las Flores, en un atentado en el cual querían matar al por entonces líder de la barra brava de la Lepra, Diego “Panadero” Ochoa.
En ese hecho, en el cual fue asesinado un joven de 14 años que volvía de ver al club de sus amores, Marchetti estuvo preso e involucrado junto a otras tres personas, entre ellas Ariel “Pájaro” Cantero, líder de la banda Los Monos que fue asesinado en mayo de 2013, pero finalmente fue absuelto.
Su lazo con los Cantero siguió hasta tal punto de haber llevado en un auto a una hija del Pájaro hasta el penal de Rawson (Chubut), a visitar a su tío, el Guille, pero la joven, de 16 años, falleció al volcar a la altura de Bahía Blanca. Por este accidente, “Bola” estuvo un tiempo internado.
Finalmente, la muerte lo encontró. El primer domingo de febrero fue acribillado a tiros en una esquina casi sin luz de barrio Las Flores, a muy pocas cuadras de donde se hizo conocido y también cerca del lugar donde Los Monos ostentan poder. Su cuerpo fue encontrado totalmente calcinado, con más de media docena de plomos, que recién fueron descubiertos durante la autopsia. Junto al cuerpo se encontraron 7 vainas servidas, lo que habla de una ejecución, por ahora sin testigos ni sospechosos.
Doble crimen en Empalme
El segundo fin de semana, dos crímenes sacudieron a la zona noroeste. A metros de la plaza Pocho Lepratti, mientras se estaba terminando de arma una feria de artesanías y alimentos y había casi un centenar de personas, una ráfaga prácticamente interminable de disparos asustó a muchos de los que estaban en el espacio verde.
A menos de 100 metros, en la esquina de Vélez Sarsfield y pasaje Charrúa, cerca de las 14 del sábado 12, Sebastián Eduardo Ibarra, de 37 años e Iván Nicolás Ferreto, de 23, estaban dialogando cuando fueron atacados, en principio sin diálogo previo o alguna advertencia, por sicarios que iban en una camioneta y una moto que pasaron por calle Vélez Sarsfield, con dirección este-oeste.
Ambos fueron alcanzados por varios disparos. Mientras algunos llamaban al 911 y al 107, otros optaron por cargar a los dos en distintos autos y salieron a toda velocidad rumbo al hospital más cercano.
Ibarra, quien vivía a pocos metros del lugar donde fue atacado, era policía y había sido pasado a disponibilidad hace alrededor de dos años, fue llevado hasta el hospital Carrasco, donde ingresó sin signos vitales y pese a las tareas de resucitación cardio pulmonar, falleció. Mientras que el más joven de las víctimas, Iván Ferreto, quien tenía domicilio a menos de 300 metros del lugar del ataque, fue llevado hasta el hospital Centenario, donde murió cerca de las 16.
En el lugar del doble crimen, los peritos recogieron 8 vainas servidas y varios plomos deformados. Voceros de la investigación recordaron que un hermano del policía fallecido había sido asesinado en 2019 por uno de los hijos del “Viejo” Cantero, ex líder de la banda Los Monos, en un episodio vinculado al narcotráfico, por el cual el homicida fue condenado. Cabe remarcar que por el doble crimen, hasta el momento no hay detenidos
Morir en casa
Otro hecho que marca la violencia en la cual se vive en Rosario tuvo lugar a pocas horas del inicio del siguiente fin de semana. Poco antes de las 22 del viernes 18, en Urquiza al 6000 (entre Magallanes y Garzón), de barrio Ludueña, cuatro personas pasaron en un auto y atacaron a tiros una vivienda. Los disparos asustaron a los vecinos de la zona, quienes instantes después salieron de sus casas y escucharon varios gritos provenientes de una vivienda cercana.
Mientras algunos llamaban al 911 y denunciaban el ataque a tiros, otros fueron hasta la casa y constataron que había una mujer de 38 años, identificada como Verónica Natalia Almada, gravemente herida, por lo que la cargaron en un auto y la llevaron hasta el hospital Carrasco, donde ingresó en el área de cuidados intensivos con disparos de arma de fuego en la zona del tórax y el torsom, pero falleció a los pocos minutos.
En el ataque también resultaron heridas una joven de 22 años, identificada con las iniciales B. A., quien recibió dos balazos, uno en el tórax y otro en la pierna derecha, y un menor de 6 meses, hijo de la mujer fallecida, quien fue atendido por una herida cortante en el cráneo, producto del roce de una bala.
En el lugar del hecho, personal del gabinete criminalístico de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) recogió 20 vainas servidas, calibres 9 milímetros y 22, que fueron enviadas a peritar. El violento episodio, por el cual no hay detenidos, ocurrió a menos de 500 metros de la comisaría 12ª, que horas después también fue protagonista de otro hecho de violencia.
De los tiros no se salva nadie
Para seguir demostrando que la violencia se ha apoderado de la ciudad más importante del departamento Rosario y la más poblada de la provincia, el sábado 19 y con tan solo 12 horas de diferencia, fueron atacados los frentes de dos seccionales policiales: la 12ª, ubicada en la esquina de Casilda y Solís, en barrio Ludueña (zona noroeste), y la subcomisaría 24ª, de avenida Sabin y Juan José Paso, barrio Toba (zona norte), a unas 20 cuadras al noreste del primer inmueble atacado.
El primer ataque ocurrió en horas de la madrugada, cuando dos personas en moto pasaron por la puerta de la seccional y efectuaron múltiples disparos, impactando en el frente de la comisaría y en un móvil del Comando Radioeléctrico que estaba estacionado en la puerta.
Cinco plomos pegaron en el frente de la seccional; otros cuatro perforaron los vidrios y un décimo impactó la puerta de ingreso. En tanto que otros cinco plomos agujerearon la chapa de una camioneta del Comando Radioeléctrico que estaba estacionada.
Por el ataque, durante esa mañana se realizaron múltiples allanamientos en distintos puntos de la ciudad, donde fueron detenidas 7 personas, 4 hombres y 3 mujeres y se incautaron armas de fuego, municiones de distinto calibre y dos chalecos balísticos.
Las siete personas quedaron detenidas mientras se investigaba su participación en el por entonces único ataque. Hasta que cerca de las 15, dos personas en moto pasaron por la puerta de la subcomisaría 24ª y efectuaron más de una docena de disparos contra la seccional ubicada a metros del barrio Toba.
En el lugar, personal del gabinete criminalístico recogió al menos 15 vainas servidas calibre 9 milímetros. Tampoco hubo heridos, solamente daños materiales. Tras el segundo ataque, el Ministerio de Seguridad puso en alerta a las autoridades de la Unidad Regional II, que decidieron que un efectivo policial se instale en el frente de cada una de las dependencias policiales, equipado con chaleco antibalas y armas largas “a los efectos de repeler cualquier agresión externa”.
La decisión se tomó en las últimas horas del sábado y se hizo efectiva el domingo 20 de febrero en todas las comisarías, hasta nueva orden. Se presume que la orden ya fue dada de baja, ya que este último fin de semana no había un policía como centinela en la puerta de cada dependencia.