Cuántos relatos se esconden detrás de esas fotos en sepia expuestas en el hall central del histórico edificio del Colegio de la Inmaculada Concepción de calle San Martín 1540. Decenas de muchachos haciendo ejercicios físicos en 1920, una fachada antiquísima del imponente edificio, el patio de la clausura... Todos retazos de una historia educativa rica inspirada desde aquel entonces y hasta nuestros días en la pedagogía ignaciana.
En este camino hacia los 400 años de presencia jesuítica, el colegio trabaja sobre la huellas que dejaron marcas, sobre memorias y recuerdos de tantas personas y maestros que soñaron y construyeron este colegio que hoy brinda educación a 1.219 alumnos varones, desde el nivel inicial hasta el secundario.
“Nuestro fin último es la formación integral de los estudiantes, en sus aspectos intelectuales y académicos, pero también en los valores espirituales, religiosos y humanos. Queremos hacer de ellos hombres competentes y humanamente virtuosos”, destaca Sonia Bonazzola, vicedirectora del secundario.
El ideario del colegio, cuyo rector general es Alejandro Gauffin S.J., se sintetiza en el lema de la Compañía de Jesús de formar hombres con y para los demás, conscientes del tiempo que les toca vivir y comprometidos con el otro. “Son épocas donde los desafíos ante las crisis sociales, culturales y de valores entran a la vida escolar. Pero nuestros docentes trabajan al modo de un don, es decir, un dar sin reclamar nada a cambio, apoyados siempre en la comunidad jesuítica”, explica la docente.
La institución viene trabajando fuertemente en proyectos interdisciplinarios, articulando las distintas áreas del conocimiento, aunque sin perder de vista la especificidad de cada una. Mantiene sus tradicionales academias en el secundario, que se suman a los talleres del nivel primario, donde los alumnos pueden potenciar sus habilidades en plástica, música, computación, ciencias naturales, literatura, coro o inglés.
Los estudiantes del Inmaculada son formados con una carga intensiva de inglés desde el jardín de infantes, pasando por la primaria y hasta egresar de la escuela media. A partir de este 2009, el colegio cuenta con un programa de intercambio estudiantil que tiene como fin la integración cultural e inserción idiomática de los alumnos en Phoenix y Sacramento (EE.UU.). Ocho de ellos hicieron la primera experiencia este año que resultó muy satisfactoria para probar el nivel idiomático alcanzado.
Deporte y espiritualidad
A la formación académica, se suman actividades para fomentar el deporte, que se desarrolla en el Club Ateneo Inmaculada donde los alumnos practican fútbol y hockey, en una amplia cancha de césped sintético. Natación, atletismo y otras destrezas figuran entre las opciones.
Entre las acciones sociales, la comunidad del Inmaculada sostiene una constante pastoral en Alto Verde con ayuda al necesitado. Los estudiantes participan de ejercicios espirituales, en la liturgia, en grupos juveniles y actividades misioneras. Los docentes y las familias también son convocados a diferentes acciones de voluntariado social.
“Trabajamos siempre desde el discernimiento, que es lo que ofrece San Ignacio a partir de los ejercicios espirituales, sostenidos por nuestros sacerdotes y congregados por la Virgen de los Milagros, desde su antiguo templo”, subraya la vicedirectora.