Por Hagar Blau Makaroff
Por Hagar Blau Makaroff
El cierre del 2020 deja pendientes grandes temas de agenda pública, y uno de los más importantes de nivel nacional es la deuda del Congreso con la ciudadanía en sancionar una Ley de Humedales, ante el evidente desastre ambiental generado por los incendios en diferentes provincias. Entre éstas están las islas entrerrianas frente al Litoral santafesino que ardieron en llamas por el combo explosivo de sequía, sobrepesca, quema de pastizales por ganadería y especulación, y una bajante histórica del río en el Delta del Paraná.
Desde los primeros días del año se comenzó a sentir el humo irrespirable, y lejos de cesar en marzo con la cuarentena por la pandemia del Covid-19, se agudizaron las prácticas de quemas en las islas, que continuaron durante todo el año. En registros provinciales de Santa Fe se calcularon unas 330 mil hectáreas quemadas, y el Laboratorio Mixto de Biotecnología Acuática recién comienza sus testeos en la zona del Legado Deliot (la reserva Los Tres Cerros) para conocer los efectos en la tierra quemada, cuya consecuencia aún se desconoce en la fauna del ecosistema. Mientras tanto, los registros de la calidad del aire en Rosario detectaron que era cinco veces peor a lo que la salud humana puede tolerar.
Las islas del Delta del Paraná son patrimonio natural de la humanidad por contar con uno de los humedales más grandes del mundo. Entre sus invaluables aportes, capturan carbono y nutrientes contaminantes, desaceleran el cambio climático, filtran el agua y el aire, son fuente de ecosistemas de flora y fauna, evitan inundaciones, y son una importante reserva de agua dulce que luego se consume.
Aunque la cantidad de incendios en esta región y en diversos puntos del país fue histórica, el tratamiento de alguno de los 15 proyectos de ley para la protección y conservación de los humedales -que plantea formas más sustentables de producción- se fue postergando. El malestar es profundo por no haberse visto reflejado el reclamo social de casi todo el año en el marco legislativo, aunque aún hay una posibilidad de un ingreso por decreto del presidente Alberto Fernández para las sesiones extraordinarias.
Ivo Peruggino es activista de la Multisectorial Humedales y de Mundo Aparte, y destacó en diálogo con El Litoral que los diversos proyectos de ley plantean presupuestos mínimos para que las actividades productivas adapten sus reglas a la ecología. "No buscamos que se declare Parque Nacional (lo que prohibiría la producción), pero sí que se adapte a la vida y la biodiversidad", explicó.
Recordó que "en años anteriores se intentó dos veces avanzar con la Ley de Humedales pero que perdió estado parlamentario, y este año la cantidad de incendios generó que se ingresen 15 nuevos proyectos de ley, los cuales estuvieron durante varios meses en la Comisión de Medioambiente. Allí se unificaron y se les dio dictamen".
El proyecto antes de ingresar en la Cámara Baja debe pasar por otras tres comisiones más, las de Agricultura, de Intereses Marítimos y Fluviales, y Presupuesto. Para el activista rosarino, estas comisiones no son 'amigables' con la Ley de Humedales. "Los ambientalistas pedimos que cuando ingrese no empiecen a recortar el proyecto del texto unificado, porque no sólo se pierden puntos que favorecen a los ecosistemas sino que también ralentizan el proyecto, que en caso de modificarse debe volver a la Comisión de Medioambiente. No queremos que sea una ley que quede bien con dios y con el diablo, sino que proteja del ecocidio", razonó.
Lo ideal sería -según los ambientalistas- que las tres comisiones actúen en simultáneo, de manera unificada y con celeridad, porque "después el debate en sesión será largo y hasta que se sancione será más largo aún, y es importante que avance. Preocupa que los legisladores se toman vacaciones y los ecocidas no", ironizó.
"Las sesiones ordinarias se extendieron hasta el 3 de enero, y aunque hasta el fin de semana pasado se vio fuego en las islas, no entró el proyecto en las sesiones extraordinarias. El presidente tiene aún algo de tiempo para incluirlo por decreto", recordó el referente.
La gran deuda ambiental este cierre del 2020 es la aprobación de la Ley de Humedales, aunque se destaca que a comienzos de diciembre en sesión especial, los senadores aprobaron el proyecto que propone modificaciones a la Ley de Manejo del Fuego, que sin distinguir incendios accidentales o intencionales, prohíbe por 60 años cualquier modificación en el uso que se le daba a bosques nativos, áreas naturales y humedales previo al inicio de los focos. Bajo estos términos, no se podrá dividir o lotear el territorio, realizar negocio inmobiliario o actividad agrícola distinta a la que se realizaba en un primer momento.
Anuario 2020: 20 fotos de la quema de pastizales
En el 2003 fue la inauguración del puente Rosario-Victoria, un canal de conexión que permitió el traslado de ganadería vacuna hacia las islas entrerrianas. Una práctica que hasta entonces no se realizaba allí. Para acondicionar los campos comenzaron ya entonces algunas creaciones de terraplenes y deforestaciones.
Cinco años después fue noticia nacional una serie de incendios cuyas columnas de humo llegaron hasta otras provincias como Buenos Aires, y fue la primera vez que el asunto ingresó en la agenda pública, con el Plan Integral Estratégico para la Conservación y Aprovechamiento Sostenible, conocido como PIECAS. Pero el asunto fue postergado.
En los últimos años se visibilizaban las columnas de humo frente a Rosario con mayor o menor constancia según la época de los pastizales, pero en 2020 fue evidente la práctica sistemática de quema del suelo isleño, que llevó a que se abran dos causas penales en Tribunales Federales de Victoria con los propietarios denunciados, aunque con pocos avances y ninguna persona detenida al momento.
En junio hubo reuniones de emergencia de Medioambiente nacional con los gobiernos de las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe para avanzar con el Plan de Manejo del Fuego y la implementación de faros de contención y guardabosques, pero nada frenó el avasallamiento sobre las islas.
El hartazgo y la conciencia social ambiental llevó a que miles de activistas de a pie y organizaciones se encontraran en julio pasado en una protesta al pie del Puente Rosario-Victoria, donde nació la Multisectorial por los Humedales (MH). Un espacio horizontal con acciones artísticas y de visibilización por aire, por tierra y por agua, bajo la consigna "basta de quemas", en reclamo del avance con el debate de la postergada Ley de Humedales.
"Con la Multisectorial fueron múltiples las acciones de visibilización y protesta: cortamos el puente a Victoria 20 veces en lo que va del año, hicimos proyectazos de imágenes en edificios, abrazos simbólicos al Paraná. escraches a los ecocidas, nos reunimos con autoridades de todos los niveles del Estado para exigir soluciones. Sin capacitación ni equipamiento adecuado combatimos el fuego cuando casi llegan los incendios a las viviendas de isleños. Y en una marcha que fuimos 5 mil personas cruzamos el puente hasta pisar suelo de Victoria para dejar en claro que no es un problema de rosarinos contra entrerrianos y que tenemos los mismos intereses en defender las islas", enumeró el activista Peruggino satisfecho.
De a poco mientras la pandemia afloja, ciudadanos de Rosario y otras localidades costeras del Paraná tomaron conciencia que este es el año de las quemas, que han dejado daños incalculables. "La flora nativa tardará años en recuperarse, la mortandad de animales que no pudieron escapar fue terrible, y las quemas siguen", se lamentó, aunque destacó que "el gran logro fue el protagonismo de los ciudadanos que salieron en plena pandemia porque entendieron que el ecosistema es de toda la sociedad".
Con el cierre del año pandémico, sobre la tierra quemada se preparan los terrenos para la siembra y los ambientalistas ya detectaron cientos de barcazas que entran al humedal con vacas. A esto se suma que según el Instituto Nacional del Agua (INA), seguirá la sequía y la bajante del río durante un año o más, "y eso les ayuda a sembrar sin que se les inunde", remarcó el ecologista.