El actor, que atraviesa el duelo por el fallecimiento de su padre, recordó a través de su Instagram a su hija con Pampita.
Blanca Vicuña murió el 8 de septiembre de 2012 tras permanecer internada durante nueve días en la Clínica Las Condes. La niña contrajo una enfermedad provocada por una bacteria, que le causó una neumonía hemorrágica y un derrame cerebral.
El actor, que atraviesa el duelo por el fallecimiento de su padre, recordó a través de su Instagram a su hija con Pampita.
El conmovedor posteo inicó "Esta fecha quedó grabada en mi memoria, en mi piel y en la piel de la gente que amo. Esta fecha fue definitivamente un antes y un después en nuestras vidas. Una fecha con la que jamás podré reconciliarme. Una fecha de mierda que eligió Dios para llevarse a quien más amé en mi vida. Una fecha en la que ya nada me parece casual. Los septiembres grises cobran sentido".
“Hoy, 8 de septiembre –no sabes lo que me cuesta escribirlo– se cumplen 10 años e intento cerrar un ciclo que comprende todos estos meses y todos estos años, todas las cartas, poemas y referencias con fotos tuyas, hija querida, que te fui escribiendo como una relación epistolar con el cielo”.
“Hoy estás más acá que nunca, o yo estoy más allá. Hoy mi casa está habitada por tu cara, tus fotos y de tus recuerdos. Hoy mis hijos, tus hermanos, te nombran con alegría (creo que hicimos las cosas bien)”.
Y continuo: “Diez años que pasaron volando, como tú sigues volando cerca nuestro. Diez años que comenzaron con la rabia, la negación la impotencia, más tarde la aceptación y luego la reconstrucción”.
“El mismo Dios que te llevó, nos sostuvo, nos cuidó y hoy me regala vida, salud y nuevos desafíos. Jamás voy a terminar de entender el por qué, pero sí puedo mirar al fondo de mi alma y estar seguro de que nos acompañamos más que nunca, que estás”.
“Que el 8 sea el signo de la eternidad, elijo pensar que no es un mero azar”.
“En este ciclo, sin duda la amistad fue fundamental para poder salir de zonas oscuras y dolorosas. En lo personal, estos escritos, poemas abstractos y acciones que compartí públicamente, me hicieron bien, me ayudaron”.
“Cada uno de los comentarios que recibí, fueron como un silbido en medio de la niebla, como un cariño, un manto sagrado de protección y humanidad. Y eso, aunque parezca frívolo, me sirvió. Para empatizar, para tomar fuerzas, para transformarme inevitablemente en un pequeño referente de lucha y de dolor”.
Finalmente cerró: “Aquí estoy, cerrando este ciclo y comenzando otros, embarcado en el proceso de escribir un libro, con mis limitaciones, con mi sensibilidad, con mis metáforas y mis carencias. Un libro que intentará sanar a muchas otras personas a las que, como a mí, una fecha les quedó marcada a fuego”.