La bióloga Virginia Tortolini, becaria del Centro Nacional Patagónico (Cenpat), lleva a cabo una investigación para entender las interacciones sonoras de las ballenas, especialmente entre las madres y sus crías, en busca de cómo se comunican.
El estudio demostró que existe una diferencia en las vocalizaciones de madres y crías como forma de relacionarse.
La bióloga Virginia Tortolini, becaria del Centro Nacional Patagónico (Cenpat), lleva a cabo una investigación para entender las interacciones sonoras de las ballenas, especialmente entre las madres y sus crías, en busca de cómo se comunican.
El estudio revela que existe una diferenciación en las vocalizaciones entre las madres y las crías, lo que sugiere una forma de comunicación entre ellas.
En su investigación, Tortolini utiliza la técnica de monitoreo acústico pasivo con hidrófonos, que son micrófonos diseñados para la escucha subacuática. Esto les permite registrar los sonidos de las ballenas y otros sonidos subacuáticos. Además, toman imágenes para asociar contextos con los sonidos.
Las ballenas francas australes se comunican principalmente a través del sonido debido a su vida completamente acuática, donde el sonido viaja más rápido y se atenúa menos que en el aire. Esto les permite comunicarse a grandes distancias y en condiciones de poca luz.
La investigación se realiza en la zona de El Doradillo, en el Golfo Nuevo frente a la costa de Puerto Madryn, Chubut, donde se ha observado una especie de comunicación entre los adultos y las crías.
La población de ballenas en esta área ha aumentado significativamente en las últimas décadas, lo que ha facilitado el estudio de su comportamiento sonoro.
Hasta ahora, solo científicos extranjeros habían estudiado este aspecto de las ballenas francas australes en la región, pero la evolución tecnológica y el aumento de la población de ballenas en la zona han permitido a los investigadores locales profundizar en este tema.